Sumergible: Retrato de las vidas bajo la superficie

por Martín González
La nueva película de Alfredo León es el primer estreno ecuatoriano del 2021. Emerge en un momento adverso para el país y su cine, pero resuena sumamente urgente y humana.
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La nueva película de Alfredo León es un filme necesario para nuestra época. Foto: cortesía de Touché Films

Estamos viviendo un momento sombrío en la historia de nuestro país. A una lista triste de sucesos complejos, ahora se le suma una crisis carcelaria de gran escala y gran violencia. Sus causas han sido rastreadas, entre múltiples factores, hacia los tentáculos que el narcotráfico tiene en nuestro territorio, y las mafias que los enredan en nuestros sistemas de poder. Y en medio de ese mar turbulento emerge Sumergible, la primera película ecuatoriana en estrenarse en el 2021. 

Su director/escritor Alfredo León (Mono con Gallinas, 2013) seguramente no imaginó que la iba a estrenar en un momento en que el contexto resonara tan alarmantemente con la historia que se propuso contar. Sin embargo, ahora que lo consigue nos entrega un retrato tan intenso como humano de las vidas que están alrededor de las redes del narco; tanto las que caen, como las que buscan librarse de ellas. 

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A León le basta un espacio pequeño para desarrollar una historia intensa. Foto: cortesía de Touché Films

Todo transcurre dentro del “Guadalupe”, un narco-sumergible de fabricación artesanal que sufre una avería muy temprano en su travesía. Frente a la emergencia, sus tripulantes, Cléver (Carlos Valencia), Aquiles (José Restrepo – COL) y Félix (Leynar Gómez – CR), optan por romper sus órdenes y abren la bodega para redistribuir el peso de la embarcación. 

Al hacerlo encuentran a dos mujeres atadas y vendadas que viajan como rehenes. Sólo una de ellas sigue con vida. Forzada a integrarse en la rutina de la nave, “La Reina” (Natalia Reyes – COL, actriz conocida por su participación en Terminator: Dark Fate) se convierte en partícipe de una lucha por la supervivencia en la que las motivaciones de cada integrante divergen y se precipitan con vértigo hacia sus límites más viscerales. Mientras tanto, el sumergible parece dirigirse hacia un desastre inminente

La incomodidad, la claustrofobia y la incertidumbre marcan la tónica de este relato a través de sus 80 minutos de duración. A medida que avanza, las sensaciones se agudizan progresivamente hasta hacernos sentir que estamos en altamar, sobreviviendo encarnizadamente junto a sus personajes

 

Para Alfredo, todo partió de una noticia que vio sobre el naufragio de una de estas embarcaciones. Esta lo movió a hacerse la pregunta que sirvió como catalizador de la película: “¿Qué tiene que pasar en tu vida para que termines adentro de uno de estos aparatos jugándote la vida?”

Según cuenta, en el proceso de investigación fue entendiendo que las personas que terminan arriesgándose en este trabajo no son narcotraficantes, sino víctimas del negocio. Frente a condiciones de vida sumamente injustas, este tipo de trabajos se presentan como una “oportunidad” o “una oferta que no se puede rechazar”. “Eso me llamó la atención y me pareció que es una cosa que está sucediendo en nuestro país, y en la región, y no se está hablando al respecto”.  

Mientras desarrollaba el guión, Alfredo se topó también con el estrecho vínculo que la trata de personas tiene con el tráfico de drogas. Indagando en casos de “compra” de niñas y jóvenes en el Pacífico Colombiano, aprendió que estas mujeres son extirpadas de sus hogares como “regalos” para los narcotraficantes. Esto también lo sacudió mucho, e influyó de forma determinante en el guión. Con él, el director intentó retratar estas dos facetas extremas del mundo del narco, entrelazadas en una sola situación 

“Esa es una libertad que yo me tomé. En la vida real no sería posible que en un narco-sumergible se estén traficando mujeres o personas”, explica el cineasta. Sin embargo, esta forma de narrar la historia fue el mecanismo que encontró para hablar de ambos temas. El proceso de desarrollo del guión duró aproximadamente 10 años, desde que vio la noticia hasta que terminó de escribirlo durante las semanas del rodaje. 

De izquierda a derecha: Alfredo León (director), Natalia Reyes y Sebastián Cordero (productor). Foto: cortesía de Touché Films

Después de todo ese trabajo, estrenar en medio de una pandemia en un país que no está del todo conectado con su cine, parecería una hazaña doble. Adaptándose a esta circunstancia adversa, “Sumergible” apuesta por una nueva forma de distribución que brinda las opciones de verla desde casa o ir al cine presencialmente. Ahora el público puede ver la película a través de Touché Premiere, una nueva plataforma de video on demand.

“De las dificultades aparecen oportunidades”, dice León al respecto. “[la película] nos dio la opción de hacer algo nunca antes hecho que es este estreno mixto (…) quitándole al espectador la excusa de ‘por la pandemia no pude ir al cine’”. La película será la primera prueba de esta jugada. Si bien su director está consciente de ello, también se muestra optimista ante la idea de que pueda llegar a un público más grande. 

Y será justamente a la hora de conectar con la audiencia que sus rasgos narrativos y cinematográficos le permitirán ganar terreno. Varios de ellos son destacables y afirman a esta cinta como una muestra de que el cine ecuatoriano entrega historias sólidas y potentes. 

En Sumergible hay un uso inteligente de los recursos para sacar partido del espacio mínimo en que se desarrolla. Foto: cortesía de Touché Films

Salta a la vista el hecho de que esta sea una película que transcurre casi exclusivamente en un solo espacio —y uno muy reducido—. Jugar con esta limitante creativa siempre implica un reto complejo para quien decida hacerlo. Obliga a saber hilar con precisión y recursividad los elementos técnicos y de trama

En ese sentido, la ejecución pulcra y concisa del diseño de producción y el diseño sonoro construye una atmósfera envolvente y realista que nos transporta al lugar de los hechos desde la primera secuencia. La fotografía aporta a todo esto enfatizando la claustrofóbica estrechez del espacio con una serie de planos muy cercanos que nos transmiten la incomodidad de lxs personajes. 

Este lenguaje visual particular evolucionó a partir de una decisión creativa que apuntaba a hacer el rodaje más eficiente, y que Alfredo aprovechó para dirigir desde un lugar más cómodo. “Teníamos una cámara principal que era la que operaba nuestro director de foto Daniel Avilés. Y luego lo que hice fue pedir una cámara de director”, explica. “No soy de esos directores que están sentados en una silla viendo un monitor y gritando órdenes. A mí me gusta estar ahí a lado de los actores viviendo un poco la situación”.  

De esta manera, y confiando plenamente en el trabajo de Avilés, Alfredo se permitió operar por su cuenta para “robar” momentos y pequeños gestos que incluso ocurrieron cuando los actores estaban fuera de personaje. Así se construyó un punto de vista complementario al principal que en el montaje aportó con material que acentúa el tedio y la angustia que se viven dentro del sumergible.

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En lo que respecta a los personajes, la de Sumergible es una estructura coral en la que todos tienen la misma importancia. Foto: cortesía de Touché Films

Todo esto es meritorio y funciona porque está puesto al servicio del alma de la película: lxs personajes y sus acciones. Este elemento también presenta una construcción particular. Esta es una historia coral en la que no hay un solo protagonista. Si bien esto implica otro reto creativo con sus propias aristas, el director comenta que le sirvió para sortear el hecho de que todo pasaba dentro del sumergible, sin posibilidad de “mover” al público a otros lugares.  

“Esa era mi mayor preocupación desde el inicio (…), sobre todo pensando que estábamos persiguiendo que sea una situación tensionante, de suspenso. La creación de personajes en ese sentido fue muy útil”, comenta el director. Para ella optó por no depositar todo el valor emocional en unx solx, puesto que esto lo hubiese desgastado muy pronto. 

Lee también en Radio COCOA: Pocho Álvarez: “El cine es un arte y lo que busca el arte es ser luz en un espacio de oscuridad”

Por el contrario, lo repartió entre todxs para que el espectador pudiese acompañar a cada unx en su propia lucha por la supervivencia. “Si no te puedes mover de lugar, por lo menos te puedes mover de emoción de personaje. La idea inicial era que en algún momento le ames y en algún momento le odies a cada uno de estos personajes”.  

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Las interpretaciones fuertes están a la orden en Sumergible. Foto: cortesía de Touché Films

Las interpretaciones actorales que dan vida a cada unx de ellxs están bien logradas y denotan mucha empatía, tanto de quienes las ejecutan, como de quien las escribió. Y es justamente dicha empatía, la que podría ser la mayor fortaleza de la película, y su nervio principal.

“A mí lo que me interesa es el comportamiento humano. Creo que el cine es hecho para personas. Para que nos identifiquemos y nos enganchemos a nivel emocional con la posibilidad de espiar un ratito en la vida de otros”, afirma León. “Esta es una historia de personas, seres humanos en una situación extrema, acorralados y encerrados, literalmente y figurativamente. Se la están jugando toda porque no tienen otra opción (…) Es algo que va más allá del tema del narcotráfico”. 

Esa universalidad hace que esta película se sienta tan relevante y que interpele tanto a lo que está pasando en nuestro país en la actualidad. Hay mucho que reflexionar sobre la permanencia de esta problemática a lo largo y alrededor de la década transcurrida entre que “Sumergible” nació en la mente de León y el 12 de Marzo pasado, su estreno nacional. 

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Esta es una cinta para sacarte de la zona de confort y empujarte a la empatía. Foto: cortesía de Touché Films

Ahora que el sumergible llega a nuestras carteleras en medio de un contexto que amplifica su premisa de forma lastimosa, el director deja claras sus intenciones: “Esta es una película que tiene que sacarte de tu zona de confort y encerrarte con estos personajes un ratito en altamar a que sientas lo que ellos están sintiendo. Creo que toda la coyuntura actual, lo único que va a hacer es hacer más fuerte ese vínculo”.  

“Sumergible” logra su cometido con mucha certeza al transportarnos dentro de la nave y envolvernos con lo que ocurre dentro de ella. Al hacerlo, nos incomoda, nos remueve y nos obliga a reflexionar sobre una realidad compleja y dolorosa que pervive bajo nuestros mares, aún cuando no queramos verla

Hacen falta más historias como esta, que duelan y que nos devuelvan miradas más honestas de los dolores de nuestro entorno, por enfocarse justamente en las vidas humanas que pulsan con ellos. 

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