Terminal Norte: Creer en resistir desde la música

Un documental de Lucrecia Martel

por Constanza Puente
Durante la pandemia del 2020, la legendaria cineasta Lucrecia Martel se refugió entre las montañas de Salta, al Norte de Argentina, para documentar a la cantora Julieta Laso. Julieta, como protagonista, da el encuentro con la música, la diversidad y la magia de otras fascinantes artistas.

El cortometraje documental de Lucrecia Martel, reconocida por su película de ficción La Ciénaga (2001), se grabó en el transcurso de la pandemia en el 2020. Se estrenó a finales del 2021 y llegó hasta el Festival Internacional de Cine de Berlín en el 2022.

Todo comenzó cuando Julieta Laso, quien va por su cuarto álbum de estudio Cabeza Negra (2022), viajó acompañada de Martel (su pareja) a la ciudad de Salta. Debía prepararse para un gran concierto que finalmente se canceló.

Afortunadamente el viaje no concluyó ahí y se resolvió con la convivencia y el encuentro de Julieta y Lucrecia con otras artistas para compartir saberes, vivencias, energía y, sobre todo, música.

Imagen vía MUBI

En poco tiempo y pocas palabras, Martel construye una narrativa sutil y de carácter divino, igual a los espíritus del bosque andino a los que evoca con imágenes de la naturaleza y el poder de sus sonidos.

Se puede percibir la consciencia de Lucrecia para construir cuidadosamente, cuadro por cuadro, una sensación que no se puede expresar con palabras, pero que sucede cuando las mujeres nos juntamos a mirarnos y entendernos en diversidad, resistencia y libertad.

Ahí, alrededor del fuego, el cual marca el universo entero del documental, surge el potencial sagrado de la música femenina y feminista.

Personajes del bosque

Cada aparición, grande o pequeña, de personajes en el documental tiene su razón de ser en la vida y en la película de Lucrecia. No hay coincidencias ni sobran presencias. Por esa razón, al inicio del film la cineasta se encarga de presentarlas con retratos vivos, y por ello, cabe mencionarlas aquí también.

Imagen vía Clarín

Con la imagen de varias mujeres caminando, jugando y conversando entre ellas en medio del bosque se nos introduce al aquelarre: Julieta Laso, cantora de tangos y milongas; la formidable pianista Noelia Sinkunas; la rapera B Yami; Maka Fuentes y Mar Pérez que conforman el dúo Whisky de música Noise; la coplera Mariana Carrizo y su hija Michu, cineasta y cantante; y Lorena Carpanchay, la primera coplera trans de los valles Calchaquíes. A ellas las acompaña Miguel Moreira, amasador, bailarín e hijo de la gran coplera Amanda Maidana.  Finalmente se suma el “Bubu”, compositor, guitarrista y maestro de guitarristas salteños.

Entonces, el bosque es Argentina y sus seres mágicos son las mujeres que representan su cultura. Hay que resaltar que Lucrecia Martel nació en Salta, así que naturalmente la película experimenta un reconocimiento al Noroeste argentino.

Esta región es de muchísima riqueza cultural y de paisajes contrastados. Allí convive el espíritu del desierto con el de la selva tropical, tal como la juntada musical que ocurre en la cinta, en un lugar abstracto que Martel denomina “terminal norte”.

Reivindicación a través del canto

Imagen vía DW

Terminal Norte es un documental musical: reconoce la necesidad de escuchar y también los efectos de esto en el cuerpo y en la mente. 

El poder transformador de la música está en la palabra dicha y la escucha activa. Ahí yace su potencial político de resistencia y de reivindicación de pueblos e identidades oprimidas. 

Algo profundamente movilizador del documental es que te permite escuchar y ver en su totalidad los temas performados por la feminista B Yami, por Julieta y las coplas recitadas por Lorena Carpanchay a Julieta entre árboles. 

La sola existencia de Lorena Carpanchay en el documental es desafiante, y su corto testimonio de lucha por las ‘traviarcas’, como ella las nombra, es conmovedor. La fotografía aquí  es importante: con primeros planos y luz natural se resalta la vida transgresora de Carpanchay, su rostro, su piel, su mirada. Nada es casualidad. 

En general, a lo largo del documental hay un pleno entendimiento de la luz y de su uso. Hay pequeños mensajes a interpretar sobre las luces de los carros entre la vasta naturaleza, la luz del sol, la luz del fuego y la luz artificial del cine. Y en cada momento que estas aparecen, nos dicen algo, generan significado.  

Creer en la música y la juntada

Lo que más fascina del documental es que es tan simple, como la música, y a la vez dice ideas y sensaciones complejas; su carácter místico, poético y ficcional se presenta suavemente.

Por ello, hay que darle el crédito a las sincronicidades de los encuentros entre personas en un determinado momento, pero sobre todo a Lucrecia Martel, que sabe lo que quiere decir a cada paso que da en el montaje y en la forma de grabar cada escena.

Nos encontramos con una cámara que casi flota entre las mujeres artistas, que mira como ellas hacia arriba. Que mira. Una cámara ralentizada y otras veces acelerada que entiende la relatividad del tiempo, y que lo detiene cuando se canta, se toca y se baila en conjunto.

Lo universal del lenguaje musical permite que las diferencias y los distintos conocimientos se entiendan entre sí. Esa, a mi parecer, es la tesis del documental: permitirse la unión y la caída de barreras sociales que a menudo existen entre lo diverso.

Es precioso cómo confluye el folklore con el rap, la tradición con la modernidad, en medio de la naturaleza. Es precioso ver cómo se juntan instrumentos del hoy y del ayer en entornos simples e íntimos.

***

 

En una pequeña parte del documental, en uno de esos viajes simbólicos y nocturnos en auto hacia algún lugar, seguramente hacia el encuentro, escuchamos en la radio a un hombre que habla sobre la profunda necesidad del ser humano de creer y tener fe en algo. Menciona que, por ello, hay manipulación por parte de las religiones.

En ese momento entiendo algo más que Lucrecia nos dice con la película y es que la fe hay que tenerla en la música. Terminal Norte es un cortometraje que te dice: cree en la música y en sus encuentros, cree en las lechuzas blancas como mensajeros divinos, cree en ‘the road’, el camino y aventúrate en él.

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