Hace un año lanzamos una lista de cintas que reivindicaban el orgullo LGBTIQ+. Ya fuere por la cantidad creciente de buenas películas disponibles o por las propias limitaciones de un post como este, la lista se quedó corta. Por eso presentamos otros cinco filmes que deberías ver.
El arte, en general, es lo que puede verse detrás de una ventana alta a la que unx ha decidido asomarse. La imagen que traspasa el cristal no lx dejará indemne. Lx conmoverá, lx animará, lx entristecerá o, quizá, lx llevará a una reflexión honda que modificará su forma de ver su propia realidad y la de lxs demás. Ese es el contacto auténtico, duradero, que se desprende de la verdadera experiencia artística, y no un mero entretenimiento o tema de conversación.
Lo que distingue a las películas sobre las que escribimos a continuación es su capacidad de realizar todas las funciones enumeradas arriba, pero, sobre todo, la última. No es un secreto que la sociedad sigue, a pesar de las observaciones demasiado entusiastas de algunas personas, amurallada detrás de sus prejuicios. Siguen existiendo cuerpos subalternizados, violencia y discursos discriminatorios de todo tipo. La incomprensión no ha abandonado nuestras calles.
Es necesaria, por lo tanto, la presencia de historias que representen sensiblemente las realidades y, también, cómo algunos sectores de la sociedad siguen empeñados en ocultarlas. Para derribar en quien las vea los últimos muros de prejuicios y lugares comunes.
Y a quienes se precien de amar la experiencia estética por ella misma, les diremos que tampoco se llevarán una decepción.
Tengo miedo torero (Chile, 2020)
Por: Juan Sebastián Jaramillo
Película estrenada en noviembre del 2020 y basada en la novela homónima, de Pedro Lemebel (1952-2015), escritor y artista multidisciplinario, activista y miembro de la comunidad LGBTI en Chile.
Soy de los que creen que siempre va a ser difícil hacer una adaptación fiel de un libro al cine. Especialmente, cuando se tratan de textos tan llenos de color, detalles y matices como lo son los textos del maestro de la crónica que fue Lemebel. Sin embargo, la película de Sepúlveda es un bello acercamiento a la mirada del autor original de esta historia.
Un guerrillero de izquierdas y una travesti anciana –llamada “La Loca del Frente”– se encuentran en un Santiago de Chile marginal, donde la pobreza y la represión de la dictadura militar de Pinochet sofocan la vida. Todo esto sucede en una época de rebeldía frente al régimen pinochetista y está basado en un atentado real en contra del dictador chileno, a mediados de los años 80s.
En ese contexto, la historia invita a sumergirse en los espacios que sufren doble represión: desde el poder político-policial y la marginalización social, pero donde también el poder de los afectos se hace más fuerte frente a la represión.
Una película sensible, donde la meticulosa actuación de Alfredo Castro como “La Loca del Frente” y la cuidadosa dirección de fotografía reflejan una construcción empática de un personaje colorido, entrañable y su visión del mundo. En ese sentido, y dentro del contexto de las dictaduras militares latinoamericanas del siglo XX, la película tiene muchos paralelismos con Kiss of the Spider Woman (1985).
De esa cinta hablaremos a continuación.
El beso de la mujer araña (Brasil, Estados Unidos, 1985)
Por: Xavier Vinueza
Basada en la novela del escritor argentino Manuel Puig (1976), El beso de la mujer araña fue llevada a la cinematografía en 1985 por el director argentino Hector Babenko. La historia de esta peli se desarrolla, casi exclusivamente, en un único espacio: una celda de una prisión brasileña, con los dos únicos personajes que conviven en ella.
Valentín Arregui, uno de los convictos que protagonizan esta historia, es un periodista de oposición al régimen y perseguido político. Luis Molina, por su parte, está ahí tras haber sido acusado de involucramiento ilícito con menores. Es aficionado a las películas alemanas —incluso si estas son mera propaganda nazi, lo que molesta a Valentín— y sus protagonistas, y abiertamente homosexual.
Durante la obligada convivencia, las narraciones de películas de parte de Luis hacia Valentín figuran como eje central. En torno a ellas van, al inicio, enfrentándose las narrativas individuales de cada recluso, para tornarse en un diálogo hondo y en los elementos de una relación cada vez más confidencial.
Las entidades de justicia, en la urgencia de obtener más información sobre Valentín y su célula política, chantajean a su compañero para que se gane su confianza y revele datos a cambio de su libertad. Pero, a pesar de eso, algo profundo surgirá, inevitablemente. El avance de la relación entre reclusos en paralelo a las historias contadas y las estrategias políticas de captura, hacen de esta película una composición simbólica y metafórica de las estructuras y limitaciones sociales, así como de la emancipación de ellas.
Y no podemos olvidarnos del fino análisis de cómo la cultura de masas educa los sentimientos de la gente.
Retablo (Perú, 2017)
Por: Jorge A. Bayas
Retablo —del director peruano Álvaro Delgado Aparicio— es, en cierto modo, una cinta kafkiana y, al mismo tiempo, una tragedia clásica, además de una estructura narrativa inteligente y repleta de símbolos, enclavada en una trama apasionante y conmovedora. En ella percibimos que incluso la familia, ese último reducto de pertenencia colectiva, podría tambalearse si uno de sus miembros osara contradecir los preceptos morales implícitos que dictamina la sociedad.
Quien, como Gregor Samsa, pierde el apoyo de los suyos y se transforma en un “bicho monstruoso” es Noé, el padre de familia. Artesano virtuoso, muy trabajador y memorioso, en principio, Noé es respetado en su comunidad debido a los magníficos retablos que fabrica. Su hijo adolescente, Segundo, parece destinado a sucederlo, desde un principio. Ambos, tienen una relación muy afectuosa, basada en la admiración y el respeto.
Un descubrimiento inquietante y un hecho de violencia extrema, sin embargo, pondrán a Segundo en una posición incómoda. Primero, frente a sus propios prejuicios, y, más tarde, frente a una sociedad inclemente que castiga con el ostracismo y el abandono a todo aquel que se desvíe de la “norma” y a quienes se atrevan a apoyarlo.
Desde allá (Venezuela, 2015)
Por: Aileen Boada
En medio de los barrios bajos de Caracas se desarrolla Desde Allá, una película del director Lorenzo Vigas. La cinta del 2015 ha ganado varios premios internacionales y compitió en los premios Óscar 2017.
Cuenta la historia de Armando, un hombre de mediana edad que busca hombres jóvenes en paradas de bus, a cambio de dinero. Quiere que lo acompañen a su casa para únicamente observarlos.
El largometraje se enfoca en la relación que establece un hombre adinerado de cincuenta años con un chico “marginal” de dieciocho. Elder es un jóven de calle, que se muestra como un chico malo que roba y que incluso es homófobo. Mientras tanto, Armando es un personaje que puede presentarse de varias formas, y una de ella es la de un acosador que satisface sus deseos sexuales a través de la pobreza de jóvenes.
La relación que desarrollan Elder y Armando nunca llega a concretarse, y tal vez eso hace que este film sea tan acertado. Desde Allá nos muestra la homofobia adherida en la sociedad y el miedo a la aceptación sexual. El director muestra la sutilidad y la represión dentro del protagonista. Lo que provoca que el final de la historia sea desconocido y shockeante.
Para resumir, podríamos entender a los dos personajes y su relación de la siguiente manera: Elder es, al final, el chico joven que mostraba desprecio pero termina enamorándose. Y Armando, de quien podríamos decir que tenía claro su objetivo, acaba incógnito.
Temblores (Guatemala, 2019)
Por: Gus Iturralde
Dirigido por Jayro Bustamante,Temblores es un profundo análisis social en el que seguimos al personaje principal, Pablo, un hombre religioso, casado y de una familia de clase alta que decide expresar su homosexualidad.
Usando la religión evangélica y sus expresiones, el filme nos lleva a un viaje en el que logramos palpar la realidad del profundo sufrimiento, shock e incluso asco vividos por los personajes. Sobre todo, vemos la dicotomía existencial de Pablo: entre el mundo conservador y familiar que ha conocido toda su vida, y un nuevo amor que le muestra una oportunidad de felicidad insegura.
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Este encuentro entre mundos es resaltado brillantemente con los terremotos que, al mismo tiempo, suceden en Guatemala. Estos sismos son una metáfora de lo que está ocurriendo dentro de la psiquis del personaje principal.
Podemos considerar el largo de la cinta —107 minutos— como una cocción lenta que desemboca en un desenlace impresionante. Nos hace cuestionar mucho sobre nuestro lugar en la vida. Y plantea esta pregunta: ¿puede una persona ser feliz aun si cansa infelicidad a sus allegados? Por y por otras esta razones, Temblores es el retrato vivo de la homosexualidad encarnizada en la sociedad mayormente conservadora y religiosa del contexto latinoamericano.