Luego de meses de interrupción, el teatro de la Casa Cultura Ecuatoriana vuelve al ruedo con “Mujeres sin piedad”, una adaptación ambiciosa de una de las mejores obras cinematográficas de la historia.
Es curioso cómo las sociedades parecen avanzar irrefrenablemente hacia un horizonte que sólo promete lo moderno, lo nuevo o lo actual. Como seres humanos, sin embargo, seguimos arrastrando dilemas tan viejos pero vigentes sobre la moral, la justicia y la ética. Al fin y al cabo, los días con sus rutinas son un conjunto mundanal de acciones y decisiones en los que los unos afectan irremediablemente a los otros.
El arte y su naturaleza de cuestionarlo todo han sabido tomar la flaqueza humana como inspiración para retratar nuestras sociedades y burlarse o reflexionar sobre las mismas. La obra Mujeres sin piedad, a través de una transmisión en directo desde el Teatro Demetrio Aguilera Malta, pone a la duda como protagonista de una trama que cuestiona la verdad judicial.
Esta creación teatral es una adaptación del drama cinematográfico “12 hombres sin piedad”, escrito por el guionista Reginald Rose y estrenada en 1954. En el marco de su Programa de Circulación de Obras Artísticas Telón 2020, la Casa de la Cultura Ecuatoriana presentará por última vez esta función el viernes 23 de octubre a las 19h30.
¿Puede realmente una persona determinar la culpabilidad de otra sin que sus propios prejuicios nublen su decisión? Sobre esa premisa se desenvuelve esta historia en la que está implicado un joven acusado de haber matado a su padre y un jurado compuesto por ocho mujeres, en cuyas manos está determinar su inocencia o sentenciarlo a muerte.
La decisión debe ser tomada de forma unánime y el conflicto surge cuando sólo una de ellas admite tener dudas sobre la culpa del procesado. Sin embargo, demostrar la inocencia o no del joven no es el fin de la deliberación que sucede en un cuarto caluroso y aglomerado. La intención de la obra está en exponer el carácter beligerante, dubitativo, influenciable o inflexible de cada personaje y sus propios prejuicios e intereses.
Esta puesta escénica “es el resultado de un proceso de circulación teatral del laboratorio del Teatro Malayerba”, explica Verónica Villegas, actriz del elenco y productora de la obra. Y si bien la obra nació dentro de un proceso formativo del teatro, hoy está hecha por un un grupo de profesionales consumadas.
Hay muchos detalles que hacen destacable a esta producción que viene presentándose desde hace dos años y medio alrededor del país.
Empezando por el elenco femenino y la reducción del número de personajes del guión original, estos cambios fueron complejos, reconoce Villegas, pero en el caminar fueron implementados con mucha naturalidad.
El desafío realmente estuvo en la jerga que exige la temática y las propias características del teatro, distintas en muchos aspectos del cine. “Muchas personas del elenco habíamos visto la película. Entonces nos llamaba la atención principalmente basarlo del lenguaje cinematográfico al teatral. Fue por ahí nuestra ambición a nivel actoral”, cuenta la actriz.
La escenografía de la obra original como de la adaptación teatral maneja apenas dos espacios: la corte y, principalmente, la sala de deliberación. Sin embargo, el lujo y la complejidad de cada escena se encuentran en la capacidad del elenco de transmitir la claustrofobia, el aislamiento y el agobio que producen un cuarto mal ventilado y un asunto ético álgido.
“Para el montaje realizamos seis meses de investigación”, señala Villegas. “Para la escenografía recreamos un ambiente de encierro, un momento caluroso, e intentamos que sea minimalista”, añade.
Bajo la dirección de Gerson Guerra y la asistencia de Rosario Francés, el elenco está conformado por Verónica Villegas, Julia Lozada, Ximena Torres, Sara Noboa, Mara Serrano, Esther Cevallos, Belén Valencia y Andrea Brito.
Mujeres sin piedad es el fruto de largas jornadas de ensayo, horas de investigación y conversaciones internas y volvió al ruedo luego de 18 meses de pausa. De entre 110 obras inscritas en enero de 2020, la Casa de la Cultura Ecuatoriana seleccionó esta.
Las funciones presentadas en octubre no contarán con la compañía habitual de la audiencia por el contexto de pandemia.
“Hace falta ese calorcito que solamente te da el público. El mismo hecho de escucharlos, de verlos sorprendidos en momentos fuertes de la obra junto a nosotros es algo que de manera virtual es imposible, pero es la forma que tenemos los artistas de continuar”, dice Verónica.
El teatro como otras actividades artísticas se ha visto obligado a mutar. Cuatro cámaras ahora acompañan a las actrices a medida que se desenvuelven en cada papel. “Es complejo, pero hemos tenido buena aceptación”. Además reconoce que esto ha jugado a favor del drama, pues desde una pantalla se pueden admirar más detalles.
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A pesar de los cambios, el cosquilleo interno habitual de las artistas antes de la actuación y la expectativa de la audiencia por una buena trama estarán presentes en la función.
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Las entradas para ver la obra en directo están disponibles en la plataforma de Buen Plan a $5 dólares.