Los diferentes mundos, lugares y temporalidades del teatro ecuatoriano. Parte 1

por Pablo López
Las temporalidades del teatro ecuatoriano es una compilación de escritos, editado por Genoveva Mora y publicado por “El Apuntador”, que se atreve a pensar en otra perspectiva de la historia del teatro ecuatoriano.

Se han escrito muchos textos sobre la historia del teatro ecuatoriano y la gran mayoría empiezan en los años setentas. En ese aspecto, Las temporalidades del teatro ecuatoriano, compilación de textos editado por Genoveva Mora Toral y publicado por “El Apuntador”, no es distinto, así que cuando empecé a revisarlo me encontraba bastante escéptico. 

Está bastante documentada la llegada del delegado de la UNESCO Fabio Pacchioni al Ecuador, en 1964, para fundar el “teatro ensayo” en la Casa de la Cultura Ecuatoriana”. Generalmente, a este evento muchos lo catalogan como el nacimiento del teatro ecuatoriano, aunque esto viene siendo cuestionado fuertemente desde hace muchos años. La razón, pues, por la cual tenía mis reservas sobre esta compilación acerca del teatro ecuatoriano es porque decide cubrirlo precisamente desde los años setentas con la llegada de Pacchioni al Ecuador. 

Sin embargo, debo decir que este libro busca en otros lugares mucho más complejos y menos explorados. Es una compilación de escritos que, en su mayoría, han sido realizados para esta publicación y que se atreve a pensar en otra perspectiva de la historia del teatro ecuatoriano.

Portada. Temporalidades del teatro ecuatoriano. De los 70 a los 90. Tomo 1

Influencias

El primer acierto de la editora, Genoveva Mora, es darnos una clara perspectiva, década por década, de las características del quehacer teatral en el Ecuador y, si vemos con atención, podemos encontrar muchas influencias que han sido una constante en las cuatro primeras décadas capituladas en este texto. Estas influencias han calado tanto en la escena teatral ecuatoriana que, a día de hoy, se han convertido en características inconfundibles de la misma.

La primera gran influencia es la de Enrique Buenaventura y su método de la creación colectiva. El contexto de los años 70 hasta los 90, tan cargados de conciencia política y resistencia en las artes, explican a la perfección por qué un método de creación que se centra en el trabajo colectivo y que cohesiona la idea de grupo teatral cobra tanta fuerza.

Captura. La conquista de Alejandro Buenaventura (1970). Antonio Ordóñez, Susana Carillo, Roberto Andrade. f. cortesía de A. Ordóñez

El método de Buenaventura se encuentra muy bien documentado en los textos escritos por el mismo Enrique, pero la influencia de ésta no está dada tanto por sus textos, sino por las extensas giras que el TEC realizó en varios países de Latinoamérica, incluyendo a Ecuador. 

Además, los montajes del Teatro Experimental de Cali, dirigido por Buenaventura, poseen ciertas temáticas muy cercanas a nuestra realidad como ecuatorianos: la crítica al poder, a la religión y, algo que trasciende las propias temáticas y se sitúa en el método mismo de trabajo, la resistencia del colectivo.

Y, a pesar de que el Teatro Experimental de Cali, del cual Buenaventura fue director, ya no tiene la misma influencia en el teatro ecuatoriano, hasta el día de hoy podemos encontrar diversos trabajos donde se puede ver la impronta del trabajo de creación colectiva.

Es importante entender esto puesto que nos posiciona en un tipo de estética y discurso muy particular del teatro en esa época; nos permite entender las búsquedas discursivas y los métodos de trabajo del teatro ecuatoriano de entonces. Incluso hasta el día de hoy, cuando los grupos ya no son el eje central del quehacer teatral en el Ecuador, podemos ver vestigios de la influencia de Buenaventura en los montajes de la escena teatral ecuatoriana.

Captura. Derecha: La enorme pereza de Néstor González, La fiaca de Ricardo Talesnik, versión libre de Abdón Ubidia. Puesta en escena María Escudero, dirección general Ilonka Vargas (1980). Jorge Laguzzi, María Escudero, Gualberto Quintana, Ilonka Vargas, Jorge Guerra, Lupe Machado, Abdón Ubidia, Susana Pautasso. f. Cortesía de I. Vargas

Lugar de resistencia

Otro elemento que llama la atención de este compilado son los dos capítulos que están enfocados en el teatro de la costa. La documentación oficial sobre el teatro en el Ecuador siempre ha tenido como eje central a la Casa de la Cultura, en especial la sede Quito.

No obstante, el teatro como lugar de resistencia siempre ha renegado de discursos oficiales y ver el tipo de trabajo que se describe en Machala, Manabí o Esmeraldas, lugares alejados totalmente del imaginario de teatro ecuatoriano, nos habla directamente sobre cómo los lugares, los espacios y las temporalidades cambian las formas del arte. 

Captura. María Josefina Viteri en Caída (2014). Dirección de Leni Méndez y dramaturgia de Gabriela Ponce. f. SEAP

Tampoco se puede dejar de lado los acontecimientos sociales y económicos que marcan distintas épocas. En ese sentido, Cecilia Velasco, escritora del capítulo La desaprensión de los esteros: teatro de la Costa en los años 70” describe cómo el teatro en estas zonas, a raíz del boom petrolero, se tiene que debatir entre el trabajo comunitario, la lucha social y la modernidad. De esta manera, Enrique A Madrid, en su capítulo sobre el teatro en Machala, también relaciona el boom bananero con las complejidades de mantener a flote los procesos teatrales.

Si hablamos de mundos, lugares y temporalidades del teatro ecuatoriano no podemos dejar pasar por alto la colección fotográfica del libro. A través de sus colores, escenarios y actores podemos visitar las diferentes décadas del quehacer teatral en el Ecuador. Desde las calles de Quito, pasando por el  teatro y escuela Malayerba y arribando hasta los campos de Machala se aprecian los diferentes textos y escenarios que componen el teatro del Ecuador. 

También podemos conocer a muchos de los actores, directores y dramaturgos que han pintado las fachadas del teatro ecuatoriano y eso es algo muy importante que destacar del libro. Ha decidido poner a una gran variedad de actantes del teatro en el Ecuador y no solo a las caras que todos ya conocemos. Así, encontramos a personajes como El Miche, el elenco del teatro del Cronopio, y hasta a Fernando Kosta en una función en Machala.

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Todas estas personas y muchísimas más que tienen su espacio en este libro forman una especie de patchwork sobre el cual se ha construido el teatro ecuatoriano del siglo XX y que han dejado los cimientos para que el teatro del siglo XXI pueda existir de la manera en la que existe hoy en día. Incluso, el lector puede revisar las fotografías e identificar quiénes se mantienen en activo hasta el día de hoy y, estoy seguro, que se llevará una grata sorpresa.

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