La sal del alma: acceder a las infancias vulneradas desde el teatro

por Katicnina Tituaña
El pasado 2 de febrero, la actriz Claudia Roggiero presentó La sal del alma, una obra de niños solo para adultos en el teatro de la Asociación Humboldt. Desde un imaginario infantil, la obra aborda con sensibilidad un problema social muy común: el maltrato y la responsabilidad adulta frente al mismo. Habrá funciones hasta el 11 de febrero.

Superar la infancia sin ninguna herida es improbable; aún en las familias más funcionales o amorosas, el sufrimiento es inescapable; es parte de la vida y está bien que se nos enseñe a experimentarlo y procesarlo desde pequeños. Pero cuando el sufrimiento se vuelve cotidiano y las heridas emocionales son también físicas, eso tiene otro nombre, eso es maltrato infantil, un problema social muy común en nuestra región.

“Las infancias están infrarreportadas”, le escuché decir en una charla hace más de un año a la periodista mexicana Alma Guillermoprieto y, desde entonces, esa frase me retumba en la cabeza. Es cierto, las infancias parecieran ser la menor de las preocupaciones sociales frente a esos problemas “más grandes”, “más importantes” y “más urgentes” que nos presentan las cadenas de noticias y las agendas políticas.

¿Cómo acceder a la realidad de las infancias vulneradas más allá de reportes fríos o noticias “duras”?, es algo que me he preguntado desde aquella charla. Entonces, cuando vi en Instagram hace unas semanas que la actriz Claudia Roggiero presentaría la obra de teatro La sal del alma, una obra de niños solo para adultos, pensé que allí tal vez podría encontrar una respuesta y, en efecto, así fue.

Foto: Kerly Meneses @kerlymnss

La sal del alma es una obra a modo de puesta en escena unipersonal primordialmente sobre la toma de decisión, la autonomía y la amistad. Emma, la protagonista de esta historia —interpretada por Roggiero—, es una niña muy enérgica y particular que, un poco por curiosidad y otro tanto por soledad, busca aventuras por donde va. Su imaginación convierte a cada situación en una trama de película en la que Emma es, por supuesto, la heroína. 

En un momento dado, Emma conoce a María y como si se tratara de un flechazo, su vida se vuelve más brillante. Desatendidas por sus cuidadores, las niñas se convierten en un refugio para la otra, y cuando están juntas, la vida no es otra cosa que diversión; incluso colocar sal sobre babosas.

Emma no es extraña a los jalones de oreja ocasionales, pero cuando presencia una zurra que recibe María por parte de su propia madre, su corazón se rompe y su universo de fantasía de pronto se viene abajo. Como pocos niños reales en su posición, para Emma solo hay una opción: salvar a su mejor amiga de esa pesadilla a como dé lugar.

Foto: Kerly Meneses @kerlymnss

“Esta temática de tomar la decisión, justamente salvar a alguien muy querido es más fuerte cuando lo cuentas desde la infancia y con toda esta temática de maltrato infantil alrededor”, apunta Claudia quien, en escena, da vida a Emma y la convierte en un personaje vibrante.

La idea original de la obra consistía en que sea una mujer adulta la que, mirando sus memorias de la infancia, va tomando decisiones. “Pero empezamos a crear y a poner el cuerpo en escena y en ese momento empezó a salir todo un imaginario infantil”, explica la actriz.

La obra es una coproducción entre Roggiero y el director argentino Gonzalo Villareal que empezó a tomar forma en el 2019. El montaje fue realizado a lo largo de dos meses durante una residencia artística en la ciudad de Buenos Aires y la obra fue finalmente presentada en marzo de 2020, hasta que la crisis sanitaria imposibilitó que siga en el ruedo.

El pasado jueves 2 de febrero fue relanzada y habrá funciones hasta el 11 del mismo mes. Además de la historia en sí y la atrapante interpretación de Claudia, la obra se convierte en un poderoso detonador de emociones gracias a dos elementos escénicos excelentemente ejecutados: la música, creada por Marcos Granda y la iluminación, a cargo de Pablo López. Cada presencia de luz o ausencia de la misma tiene un propósito y le añade profundidad a la historia.

Foto: Kerly Meneses @kerlymnss

En 60 minutos La sal del alma permite entrar a una realidad infantil con muchos matices más allá de la inocencia que se aduce ciegamente a las infancias. En su libro Memorias de una joven formal, Simone de Beauvoir reflexionaba sobre la condescendencia de los adultos y la facilidad con la que suelen ofender a los niños. 

“Me prometí no olvidar cuando fuera mayor que a los cinco años uno es un individuo completo”, escribió Simone y el mismo sentimiento irradia en Emma. Con ingenuidad y valentía, Emma elige salvar a María porque para ella no hay otra opción y porque quiere demostrar además que, a su corta edad, en ella hay más integridad que en muchos adultos que la rodean. 

Al término de la obra, con la sensibilidad manifestada en la piel de gallina, no solo encontré mi respuesta a esa pregunta inicial: ¿Cómo acceder a la realidad de las infancias vulneradas?, sino que también terminé convencida de que el teatro es un medio poderoso para contar esas historias de la infancia que están lejos de ocupar las agendas o los discursos que moldean nuestras sociedades o que, en palabras de Guillermoprieto, «están infrarreportadas». 

Aunque en nuestra infancia no hayamos sido Emma o María, ver La sal de alma es también una oportunidad para reconectar con el yo del pasado, abrazarlo y recordar que desde que llegamos al mundo ya éramos seres humanos completos.

Foto: Kerly Meneses @kerlymnss

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La sal del alma estará disponible en el teatro de la Asociación Humboldt el 9, 10 y 11 de febrero. Puedes adquirir entradas en buenplan.com y recuerda que, en palabras de la actriz de esta obra, «el teatro sin el público no vive».

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