El movimiento punk quiteño muestra parte de su esencia a través de la fotografía documental de Marinés Villacís. Aparte de mostrarlos en conciertos y ferias, la exposición también muestra la intimidad y la vida familiar que forma parte de su modo de vida contra el sistema.
Entrada de la exposición «Punk, la resistencia no muere» /Foto: Alex Tamayo
«Punk, la resistencia no muere» es una muestra de fotografía documental sobre el colectivo punk en Quito. Marinés Villacís se acerca a este mundo ajeno a ella para descubrirlo a través de su cámara. Su inicio lo hace buscando la identidad del punk expresada a través de momentos en la rutina de sus personajes.
Las canciones, la manera de marcar espacios o estilos, le mostraron las formas que se ejerce la resistencia en una ciudad sumergida en el sistema. En cada pasillo del lugar donde se exhiben, el Cantuñaxo, encontramos a varias aristas de un mundo punk no solo compuesto por conciertos.
La serie de 60 imágenes pertenece a su proyecto de graduación del Instituto Metropolitano de Diseño, La Metro. Ella expone doce piezas en el este bar-cafetería y se quedarán mostrando esta realidad para muchos excéntrica, hasta el 3 mayo.
Fanzine Punk/Foto: Alex Tamayo
Seleccionar las fotos no fue trabajo fácil para esta fotógrafa primeriza, y le costó cinco meses de camello duro sacar todo el proyecto. Barrios, ferias y lugares de conciertos de la capital se iluminaron con la captura de su cámara virgen de distorsión y anarquía. Nunca antes, Marinés había visitado sitios así.
En un comienzo los conciertos eran el centro de atención, hasta que al finalizar logró entrar en los hogares de sus personajes. La experiencia le permitió capturar momentos de su vida personal y familiar alejada de los escenarios.
Quito, 2016-12-08 / Foto: Marinés Villacis
En el escenario y las ferias
En un principio, la estética, el estilo y la forma de vestir fueron los elementos clave cautivaron la curiosidad de la fotógrafa. El mundo punk, cómo era.
Estilo/ Foto: Marinés Villacis
Las manifestaciones culturales como las ferias y conciertos son el corazón de esta subcultura urbana. El arte callejero se suma a la rebeldía con que lanzan fanzines y otras autopublicaciones en determinante la oposición al sistema. Muchos son hábiles en diseño, y ese talento lo canalizan para masillar sus posturas ideológicas, casi siempre radicales. Con esos ‘juguetes’ tienen oportunidad de difundir el punk a sus anchas, pero siempre desde abajo, desde el underground.
Fancine/ Foto:Alex Tamayo
Luis Miranda y Ache, Imagenes de Marinés Villacis /Foto Alex Tamayo
De eso hay mucho. Hay escenarios «súper under«, según relata Marinés, que fueron fotografiados durante su investigación, una vez sumergida en esta escena desconocida para mucha gente. Lugares fueron, lugares no fueron. Se insertó en la masa caldeante de la fiesta por los 39 años de Punk en San Pedro de Taboada (por Los Chillos), en La Zinikada del grupo Zinikos (por la recoleta), en el Rockmiñahui, en el Ichimbía. También se pasó por los escondites ubicados más hacia el sur, por la antigua Factory y hasta cayó a una casa vieja del centro, todo por conseguir las imágenes que representaran mejor este estilo de vida.
Fragmento imagen de Marinés Villacis/Foto: Alex Tamayo
Las bandas en los conciertos son como las guías, las caras de la rebeldía y la oposición a lo impuesto. «Son las que pueden gritarlo todo», dice Marinés. Algunas agrupaciones parte de su documentación fueron los Zinikos, Ratas, Mortal Desicion, Enemigo Público y Chancroduro.
Nueva / Foto: Marinés Villacís
En sus hogares
El proceso de acercarse a las familias inició después de un tiempo de fotografiar a gente punk en conciertos. “Ya en confianza, pude ver cómo reflejaban su ideología punk en cada aspecto de su vida”, dice. Por ejemplo Karen Hermosa, es un personaje clave en el mundo del punk para Marinés por su actitud firme frente a la vida.
Fragmento de imagen de Marinés Villacis/Foto: Alex Tamayo
Karen vive por el Parque de los Recueros con su hijo de nueve años, Joshua. A su edad, el pequeño Joshua es el más influenciado por la música. Tiene una pequeña cresta y viste de negro en un día normal. También para los conciertos, a los que va con frecuencia. Le encanta dibujar, retratarse con cresta y botas, para después pegar sus obras en las paredes.
Imagen de Marinés Villacis/Foto: Alex Tamayo
Marinés admite que en la actualidad sus personajes se encuentran sumergidos en el sistema pero no por eso pasan desapercibidos. El Zancudo (Freddy Morillo), uno de esos guambras no pierde oportunidad por exteriorizar lo que piensa. Ha dedicado su vida al roller skate y sobre ruedas lleva una mata de experiencias en las que se juntan su vicio por este deporte, con la puesta en escena de conciertos punk.
El Zancudo fabrica cascos en forma de cresta, que elabora para sus alumnos y con ello se vuelve parte de los rituales de expresión de su tendencia. Así va, siempre rompiendo con lo establecido, siempre en búsqueda de lanzar su crítica social.
Fragmento imagen de Marinés Villacis/Foto: Alex Tamayo
Algo que se evidencia en estas fotos es la creación de colectivos con los que el movimiento punk difunde la resistencia. Por medio de fanzines, conciertos, arte en la calle o cualquier tipo de evento de autogestión, logran que el grupo siente una identidad, crezca y se mantenga.
En su recorrido para armar este álbum de fotos, Marinés conoció a la familia Mora. Cuando visitó el hogar de la familia, la sorpresa acompañó los clics de su cámara, porque no solo que vestían diferente, sino que vivían diferente también. Formada por pedazos de cemento reciclados, tienen su propia huerta y creen en la educación en casa para sus hijos. Toda su manera de vivir es una oposición al régimen y al capitalismo. A través de esas historias registradas con luz, cada personaje encuentra su propia manera de alzar la voz a través del punk.
Quito, 2016-12-08 / Foto: Marinés Villacis
Quito, 2016-12-08 / Foto: Marinés Villacís
Hay más fotografías en la exhibición hasta el 2 de mayo, en el bar/cafetería Cantuñaxo.
