La libertad intrínseca del rock ha permitido que trascienda en el tiempo y que no pase desapercibido desde que nació. Les pasamos un recorrido por su historia y su actual feeling, contado por integrantes de nuevas bandas locales con esencia roquera.
La mutación del rock and roll ha creado infinitas posibilidades, que cada vez adquiere una diferente mirada. Si antes la audiencia buscaba pureza en el ritmo ahora enloquece la mezcla. Vivimos en el tiempo de una colada de sonidos impulsada por el afán de sus autores de mostrar su particularidad musical. Por eso, las perspectivas de bandas jóvenes son valiosas para comprender la actual evolución del género.
“Desde sus inicios el rock ha sido fusionado con otros sonidos, esto no solo es cosa de hoy”, dice Emilio Cordero, integrante de La Calle Morgue. Y la historia le da la razón. La diferenciación del género nace al alejarse del jazz y del swing a finales de los 50, hasta que la fiebre del rock and roll dominó al mundo empezando los 70 y se convirtió en un estilo de vida, en «un símbolo de juventud y desconformidad», como nos recuerda Jaime “Chimo” Solórzano, también de La Calle Morgue.
Pero más allá de cómo suene el rock, su fuerza, por consenso, está en la actitud con la que se lo toca. Como dice Pedro Argüello de Cometa Sucre, “la esencia del rock es decir algo diferente”.“Nosotros comemos rock hasta en el desayuno, es nuestra manera de vivir”, cuenta orgulloso Emilio (La Calle Morgue). El rock es una energía compartida y una forma de vida.
La libertad intrínseca del rock ha permitido que trascienda en el tiempo y que no sea un género sujeto a una sola moda. “Los primeros (géneros) en tomar la posta del rock and roll fueron el hard rock, el rock psicodélico y el glam; pero la lista de lo que pasó luego se extiende hasta el infinito, con el heavy metal, el jazz rock, el garage rock, el folk rock, el blues rock…” dice Jermaine F. Montimer, bajista de Polvo, emocionado mientras explica la fuerza del género y los adeptos que consiguió para sobrevivir hasta la actualidad. Entonces, ¿necesita el rock mutar para sobrevivir?
Pablo Dávalos de la banda de indie rock Porno, para quien la música marca periodos generacionales, piensa que la mutación es normal porque de hecho «el arte responde a lo que pasa en la sociedad». Para ellos existen sonidos y características que los hace pertenecer a esta categoría.
Jonathan Moya de El Tiro en cambio, resalta la alineación musical dentro de las propiedades puras del estilo musical, es decir dos guitarras, un bajo, una batería y voz. Es un pensamiento que comparte con “Chimo” (La Calle Morgue) que considera a los atrevidos solos de guitarra como un sello de autenticidad del género. Pablo (Porno) resalta en cambio, los coros contestatarios como otra parte de la energía “activa y potente” que lo caracteriza.
Los cinco proyectos se autodenominan rock, aunque no todos suenan tan convencidos y no se identifican como rock tradicional. Y todos suenan diferentes entre sí. Cada uno lo interpreta a su manera y le añade experimentalmente sonidos sobre los legendarios acordes rebeldes. “La música está tan mezclada, que hoy ya nadie quiere etiquetarla, porque en realidad pocos saben qué están tocando”, dice Emilio Cordero riéndose mientras intenta describir su música con la mezcla de más de cuatro ramas musicales como el punk, o el heavy metal.
La Calle Morgue se define como death rock, por la energía, es post punk por la saturación de sonido, pero hasta podría llamarse un rock electrónico por los ambientes de teclados y sonidos retro de los sintetizadores. Por un camino parecido va Polvo, con un sonido un tanto más pegado al rock and roll y adobado con pop. A través de efectos, pedales y post producción intentan revivir sonidos olvidados de la época psicodélica, sumándole a eso el órgano característico del glam.
Dentro de este territorio híbrido el compás de 4/4 y la estructura verso-estribo se rompen con una serie de interpretaciones. Lo cierto es que el pop ha topado todos los territorios como en temas de Cometa Sucre, o El Tiro. Porno toca con media batería sobre fondos lentos y considera a su música dentro del rock alternativo.
Parecería entonces que esa es la clave, lo alternativo. Esta palabra se convierte en un sinónimo y un escudo de probarlo todo para Johnathan (EL Tiro). Y es tal cual el mismo concepto que utiliza Cometa Sucre al incluir melodías dulces y guitarras fuertes a su música. Coinciden que ya a pocos les importa la pureza. Nos resulta más práctico y más habitual describir la música como: «tiene una onda de The Beatles, con las guitarras de Metallica y vientos andinos de comunidades ancestrales».
El estudio musical y la experimentación hace que estas nuevas corrientes adapten lo antiguo y lo moderno en su propia visión musical. Las influencias y referentes forman el aprendizaje, dice Emilio. Para él, este nuevo acceso a la música se vincula directamente en el proceso creativo de los artistas.
Figuras como Kurt Cobain (Nirvana) o Mike McCready (Perl Jam) motivaron a Johnathan Moya (El Tiro) y a Pablo Dávalos a coger una guitarra e intentar componer. «Todos crecimos escuchando algún estilo de rock, yo creo que eso se refleja en las composiciones», dice Emilio. Lo mismo con The Beatles en Cometa Sur, Iron Maiden para Emilio Cordero (LCM) o Led Zeppelin para Jermaine F. Montimer (Polvo). De la misma manera que se influencian de proyectos contemporáneos como Eclipse o The Weeknd.
“Esta variedad de opciones satisface al público” concluye Jermaine F. Montimer (Polvo). Pero también, el punto de Emilio es que al mismo tiempo produce lo que el llama «una desvalorización de la música». Lo masivo provoca un consumo musical al ritmo del cambio de ropa interior. El viejo rock ha usado su flexibilidad para sobrevivir y adaptarse al momento.