Basada en el cuento de Edgar Allan Poe, “El corazón delator” te sumergirá en una experiencia densamente inmersiva. ¿Querías percibir el horror a solas, en tu cuarto, a través de los audífonos? Este 27 de noviembre podrás hacerlo.
Según lo citó el escritor argentino Pablo Maurette, el filósofo alemán Friedrich Schelling definió lo siniestro como “todo aquello que debió haber permanecido en secreto, escondido, y sin embargo ha salido a la luz”. Podemos extrapolar esta definición sin problema a los relatos sobre monstruos grotescos, habitantes de las oscuridades más unánimes.
Pero ¿qué sucede si lo siniestro se encuentra anidado en la mente de un hombre común que, de pronto, cede ante la locura y comete actos incalificables?
Como precursor del relato moderno de terror, el escritor estadounidense Edgar Allan Poe se ocupó de ello en algunos de sus cuentos más celebrados. Y en entre ellos, “El corazón delator” es especialmente ilustrativo. Por su brevedad, por sus recursos narrativos, por su ambigüedad, y por el terror sin atenuantes que produce.
Gran conocedor de los alcances de este excelente cuento —desde que lo leyó por primera vez, a los nueve años —, Julián Coraggio, fundador del colectivo Confundamiento y director de esta adaptación, decidió trasladar sus virtudes a las tablas.
“Siempre quise hacer una película o un cortometraje de esta historia, pero siempre se me hacía difícil captar su esencia, el sentimiento, y transmitirlo a través de una pantalla. Porque en una pantalla tú puedes poner pausa. Sentía que nunca era lo justo con esta historia”, señala.
Fue así como vino la idea de hacer un espectáculo de teatro inmersivo. Pero no cualquiera. Tomando como referencia el espectáculo “Sensasorial”, que él y una amiga suya hicieron en el CAC —una función que consistía en una experiencia con ojos vendados y, posteriormente, libres, dentro de un cubo gigante, adornado con telas traslúcidas, a través de las cuales se proyectaban imágenes alucinantes—, y el “Teatro ciego”, al que asistió en Buenos Aires, Julián decidió elaborar una obra que haga hincapié en los sentidos del público.
La idea era que los espectadores perciban, con toda la intensidad posible, el sutil horror que se fragua con el paso de los minutos. Que reciban los sonidos y los olores, y que su mente reconstruya lo que haga falta.
“Cuando el público llega a la sala y le vendamos los ojos, automáticamente se le activan los sentidos y florece la sensibilidad. Todo el mundo escucha mejor, tiene el tacto más sensible, el olor, incluso el gusto. Todo se vuelve más intenso. Entonces, irónicamente, tiene mucho que ver con el tema de que los sentidos se activan full”, indica el director.
Un planteamiento que calza como anillo al dedo a una de las frases más emblemáticas del cuento, pronunciada por el siniestro narrador.
¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos?”
Edgar Allan Poe, El corazón delator
Una experiencia 3D
Como hemos escuchado hasta el hartazgo, con la pandemia vino una nueva forma de hacer las cosas. Una forma más distante y, en ocasiones, más ensayada y rigurosa. Para Confundamiento, este inesperado trajín no fue ajeno. Hubo que mudar el espectáculo al reino virtual e introducir la experiencia dentro de los límites que ofrece un par de audífonos.
Si te preguntas cómo es posible que Julián y su equipo —conformado, entre otrxs, por Nicolás Arauz, Francisco Castillo, Lenin Mendoza, Laura Oviedo, Félix Albán y Valeria Rivilla— hayan sido capaces de acometer este desafío, es esencial que entiendas el concepto de “sonido holofónico”.
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Según lo explica Julián, este efecto se consigue capturando el sonido con un “micrófono (que) es como una cabeza que tiene oídos, y cada oído tiene un micrófono chiquito que es tal cual vos estuvieras escuchando ahí”. No es la primera vez que el director de El corazón delator lo usa. Ya lo había hecho para grabar el disco Puruwa, cuya propuesta remite a los sonidos de la nacionalidad Puruhuá.
Para disfrutar de El corazón delator no se necesita mucho. Basta con un par de audífonos, una venda en los ojos y un espacio totalmente libre de las distracciones habituales, como computadoras, televisores o celulares.
Pero, ya fuera de toda previsión, ¿funciona la fórmula? Julián dice que sí y nos remite a las opiniones de los espectadores que han asitido a varias de las funciones online:
“Los comentarios han sido muy buenos. Hay gente que nos ha dicho, me tenía que sacar la venda para ver que estaba solo, sentía que la gente estaba en mi casa. Y eso es lo que estamos explorando en el formato digital”.
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Si tú también quieres ser parte de la experiencia, ingresa a Buenplan y adquiere tus entradas para este 27 de noviembre a las 19h30 —esta función cuenta con el respaldo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en el marco del Programa de Circulación de Obras Artísticas Telón 2020—. En caso de que no te sea posible hacerlo, contacta con Confundamiento, a través de su página de Facebook o de su mail: confundamiento@gmail.com, para gozar de una función privada.