Cuando la tierra tembló y arrasó con la costa ecuatoriana en abril del 2016, Isadora Romero y Misha Vallejo se lanzaron a la zona cero con un par de cámaras para inmortalizar la memoria del momento. Ahora buscan lanzar un libro con esas fotos, y necesitan nuestra ayuda.
Un año y medio ha pasado desde que un terremoto de 7,8 grados sacudió a la costa de Ecuador y desde entonces, la reconstrucción ha sido lenta y dolorosa. La realidad no ha cambiado demasiado en ninguna de las áreas afectadas, y sin embargo, el país parece haber olvidado con mucha facilidad la dureza de la catástrofe.
Hace un año y medio, pocos días después del sacudón, Isadora Romero y Misha Vallejo -una pareja de fotógrafos radicados en Quito-, se lanzaron a la zona cero con un par de cámaras instantáneas y algunos víveres. Pensaron que la mejor forma de ayudar era su oficio, y a través de la fotografía buscaron darle un desfogue a las personas afectadas e inmortalizar el lado más humano de la tragedia para cuando la memoria fallara.
Así nació «De Puño y Letra», una serie de fotos polaroid en las que Isadora y Misha retrataron a las personas que sufrieron los estragos del terremoto. Cada fotografía es un testimonio. Cada persona capturada dejó sobre ellas su firma y sus pensamientos más personales acerca de la terrible experiencia. Ahora, después de muchas vueltas, Isadora y Misha quieren traer un libro al mundo para darle un lugar en la historia a sus Polaroids y necesitan nuestra ayuda para ello.
«De Puño y Letra» es quizás uno de los proyectos artísticos más destacables hechos a raíz del terremoto. Desde el inicio, Isadora y Misha supieron que las fotos instantáneas (Polaroid e Instax) eran el medio apropiado para su proyecto, ya que el tiempo de revelado de una de esas fotos (un minuto) era casi igual al tiempo durante el cual tembló la tierra y el mundo cambió para siempre.
Hoy por hoy, esas fotos tomadas siguen hablando de la memoria de uno de los episodios más duros de la historia de nuestro país y de las condiciones sociales dentro del escenario en el que se dio. De ahí la necesidad de compilarlos todos en un libro, para mantener viva la memoria colectiva: «Si ves en contexto, los 80 testimonios que tenemos te dan fe de un montón de cosas, no solo del terremoto, sino de cuestiones antropológicas, políticas, de cómo se ha manejado esta región que ha sido olvidada por tanto tiempo, como el analfabetismo por ejemplo», dice Isadora. «Es importante para la historia del país. Un país sin documental es como una familia sin álbum de fotos», agrega Misha.
El libro es un proyecto en el que llevan trabajando desde hace más de un año. Las fotos formaron parte de una muestra en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, y también fueron expuestas en el Bulevar de las Naciones Unidas, donde tuvieron un impacto muy poderoso sobre los transeúntes. Misha recuerda haber visto a un par de personas deteniéndose a ver las fotos y llorar mientras estuvieron en la calle. Con esa experiencia vieron la necesidad de dar a luz a un libro para que así superaran el paso del tiempo y la coyuntura de la catástrofe.
Para financiar el proyecto, intentaron obtener apoyo de algunas instituciones públicas y privadas, pero encontraron casi todas las puertas cerradas. Comentan que la falta de incentivos fiscales complica mucho obtener apoyo de las empresas privadas, que todavía ven en este tipo de proyectos un gasto innecesario, más que una inversión. La realidad con las ONGs y empresas públicas tampoco es muy alentadora. «Apoyan en cosas más tangibles digamos, como lo importante que es dar plata para las construcciones, por ejemplo» dice Isadora. «No piensan en inversiones a futuro», agrega Misha. Con ese precedente, confiesan que estuvieron a punto de botar la toalla.
No obstante, la vida les impidió rendirse cuando ganaron el premio de Fotoperiodismo por la Paz Juan Antonio Serrano. Con el dinero que recibieron pusieron en marcha la iniciativa del libro de nuevo, y ante las dificultades de obtener dinero a través de auspicios recurrieron a un crowdfunding para hacer realidad el libro de «De Puño y Letra».
El libro ha sido diseñado como un libro objeto, para que el espectador pueda ver de cerca «las marcas que tiene la fotografía, el velado del proceso químico de la Polaroid, la caligrafía de las personas». Cada página tendrá una réplica en escala natural de la Polaroid. Además habrán fotos Instax, tomadas con una cámara Fuji que sirvieron como un registro documental alterno de los espacios y los objetos dejados atrás en la tragedia. Por todos estos motivos, la impresión del libro requiere una altísima calidad y un diseño muy bien pensado. Para diagramarlo acudieron a Claudi Carreras, reconocido editor, curador e investigador fotográfico español.
Entre las recompensas del crowdfunsding, está el libro terminado, postales de las Polaroids que lo conforman y copias de algunas fotografías Instax que tomaron en su incursión en las áreas afectadas como registro documental alterno. El 30% de las ventas del libro será destinado a la fundación Actuémos Ecuador. Además, cuando esté listo, dejarán algunos ejemplares como donación en escuelas y bibliotecas para que el libro se convierta en un documento histórico educativo, para que la historia no se repita.
Curiosamente, Isadora y Misha estuvieron en México durante los dos terremotos que lo sacudieron el mes pasado. La experiencia de haber estado allá en un momento tan crítico les hizo poner en perspectiva su propia experiencia en Ecuador y reafirmar su convicción sobre la importancia del libro que quieren publicar.
Isadora cuenta que en la Ciudad de México se realiza un simulacro cada año en la fecha en la que se conmemora el devastador terremoto del 85. Haber participado de esa experiencia le abrió los ojos ante la vigencia que este evento tiene en la vida de los mexicanos. Según dice, se dio cuenta de que mantener viva la memoria les ha permitido actuar en consecuencia y estar más preparados para que la próxima vez que la tierra tiemble, no los tire para abajo.
El libro de «De Puño y Letra» busca convertirse en la primera patadita para que nosotros recordemos con el corazón abierto nuestra propia tragedia y sepamos tener la conciencia despierta y viva la memoria.