La música de Da Pawn se ha vuelto infinita. Mucho ha cambiado desde los primeros temas que Mauro Samaniego subió en el 2011, a su cuenta de Soundcloud, desde Congreso y San Telmo en Buenos Aires. En su primer demo, «Rutas para no volver», cantaba «y si la clave es no mirar tanto tiempo al caminar», anticipando de alguna forma cómo su primer EP, «El Peón», sería el resultado natural de su evolución como cantautor. Y por otro lado, el hecho de convertirse en uno de los referentes actuales de la música alternativa local, tras una serie de demos publicados en la web, que se fijaron en nuestras cabezas.
«Cuando estaba en Argentina, pensaba mi música desde un punto mucho más pequeño. Si los temas ya tenían acordes, melodías y algún tipo de percusión, estaban listos». En ese tiempo, no había ningún tipo de presión para él: un día, componía algo más cercano al folk y a la siguiente mañana, armaría algo con un feeling más brasilero. Pero Fernando Procel (bajo), Pedro Ortiz (batería), Felipe Andino (teclados), Alejandro Naranjo (guitarra) y Martín Samaniego (guitarra y arreglos, hoy reemplazado por Rodrigo Capello) entendieron que la música podía tener otra dimensión. «Cuando empezamos a tocar juntos, nos preguntábamos: ‘¿qué más no hemos hecho? ¿qué otros sonidos no hemos explorado? ¿de qué temas no hemos hablado?».
Las seis canciones incluidas en «El Peón», reflejan esa curiosidad y el proceso de transformación de Da Pawn, en una banda. «Ahora estamos en el momento en que hicimos un trabajo que recoge algo de todos y ya no suena a algo de una persona, sino a un proyecto que tiene un concepto, un sonido en específico… a partir de ahí, vamos explorando hacia dónde va la música».
Entre Octubre y Noviembre del 2012, la banda entró al estudio. Después de dos semanas de pre-producción, llegó un encerrón de cinco días en una casa de campo de Yaruquí, en las afueras de Quito. En el esquema de trabajo, Felipe y Mauro asumieron el rol de productores musicales y Marcelo Suárez como ingeniero de sonido. De esa época, Alejandro Naranjo, guitarrista, recuerda que «la música empezó a tomar otro color y forma».
Meses atrás, antes de ensamblar la banda, Mauro tenía una visión más folk de la estructura de los temas: guitarra y voz, y un sonido súper crudo. Por eso, para él, sonaban muy felices e inocentes. «Siempre les decía: ‘cómo chuchas podemos ensuciar esta huevada». A partir de ahí surgió la regla número uno de Da Pawn al componer como conjunto: «meter bulla y arreglos que ‘tuesten’ la música». Delay, distorsiones y otros efectos para amplificar sus composiciones. «El hecho de hacer canciones pop, de alguna forma, nos daba más a espacio para destruir eso, sin que se pierda la esencia del tema».
«Taza de café», por ejemplo, funcionó mejor con un bajo distorsionado, «Mares de argumentos» y «Cambio de tonalidad» tomaron un giro inesperado para lo que buscaba la banda, hasta ese entonces. El producto de esas sesiones fue un paquete de 13 canciones listas para mezcla y masterización. «El Peón» es una selección intuitiva de seis, que viajaron de Yaruquí a Portland, Oregon.
Un correo electrónico de Luis Alberto Cisneros, amigo cercano de Da Pawn, los introdujo a Family Farm, el estudio de Beau Raymond (Devendra Banhart, Joss Stone, Modest Mouse). El productor e ingeniero con el currículum que la banda buscaba para rematar su sonido. En el mail enviado el 10 de Septiembre de 2012, con el asunto «Mixing», se incluían algunos detalles de la banda y un enlace a la reversión de la banda de «Casi siempre», compuesta por Can Can. Cuatro días más tarde, llegaba la respuesta: «Hey Luis! Beau Raymond here. I’d sure love to work with you on a project! I really enjoyed what I heard on Soundcloud».
Beau había trabajado en el disco homónimo de «Little Joy», una de las referencias del sonido lo-fi y vintage que buscaban Mauro y Da Pawn, al igual que el «Pet Sounds» de The Beach Boys y la música de The Temptations. «Me acuerdo que le dijimos: ‘si es que tienes ideas, siéntete libre a experimentar'». El resultado de las primeras mezclas enviadas desde Family Farm, desubicó a la banda y, al mismo tiempo, la hizo evolucionar.
«Yo decía que el chorus es una mierda y el man nos manda ‘Mares de Argumentos’ con una guitarra chorus«, recuerda Mauro. «Yo me acuerdo que escuché ese tema y estaba tan confundido que le mande un inbox gigante al Mauro diciéndole: ‘¿qué está pasando con el disco? ¿cómo lo está mezclando?… y tres días después, después de escucharlo varias veces me dije: ‘esto está sonando increíble'», dice Pedro. «El hecho de que los temas se hayan acercado tanto a lo que nosotros le pedimos», según Mauro, «era demasiado fuerte al principio. Yo creo que nos dio una lección de cómo armar un disco con un concepto. Él, más que mezclar lo que nosotros habíamos hecho, le puso su criterio y gusto».
«Taza de café», «Cambio de tonalidad», «Esta era», «Dibujo por hoy», «Mares de argumentos» y «Reloj de arena», le dieron sentido a «El Peón». Así, dejaron que el proceso de la banda continúe fluyendo.
El modo en el que Da Pawn trabaja, mete en la misma bolsa algo de su cotidianidad junto a su libertad artística. «Yo creo que creo que todos tenemos una visión muy abstracta de la música», dice Mauro (mientras piensa en la discusión con Felipe Andino, sobre los colores que tienen los acordes). Por eso, las formas y las figuras que vienen a su mente, funcionan mejor que las palabras y categorías.
El video de su primer sencillo, «Dibujo por hoy», dirigido por Andrés Cornejo, de acuerdo a él, era una canción sicodélica, con «demasiados colores». Y por otra parte, habla del presente que, como lo entiende Mauro, es eterno y no tiene sentido. «Entonces, ¿de qué vamos a hablar?», se pregunta, «…de nada, vamos a tripear, vamos a tomar fotos, vamos a experimentar, vamos a ver qué pasa… Y ese es el trip de todo».