banner Los Detectives FantasmasMuseum-Hours
Cada año que pasa, el cine nos presenta una infinidad de voces. Algunas dando su primer salto y otras regresando a lanzarse desde otro ángulo, o desde más alto. Sin importar su naturaleza, todas dan cuenta de cómo la continua experimentación personal supone una evolución y una re-significación del cine de autor.

Entre aquellas voces que regresan por otro salto, se encuentra el realizador afgano Jem Cohen con su primer largometraje “Museum Hours”. Después de una prolífica trayectoria como documentalista, fotógrafo y ensayista, influenciado primariamente por Jean Vigo, Chris Marker y John Cassavetes, Cohen presenta esta obra narrativa que, una vez más, lo reafirma como una de las figuras más importantes del cine vanguardista de la escena de Nueva York.

Actualmente nominada en dos categorías a los Independent Spirit Awards, la película también ha ido circulando por varios festivales internacionales como Locarno, Toronto, Londres y South by Southwest. A nivel nacional, tuvo su estreno en el Festival de la Orquídea en Cuenca, en noviembre pasado. Su premiere fue como la película misma: de bajo perfil.

Jem Cohen Museum Hours Radio COCOADicho bajo perfil, característico de su obra, viene de una aproximación silenciosa y observadora a la vida urbana. Una que se asienta en lo mundano, para re-significarlo desde lo grandioso. Y a su vez, disfrazada de arbitrariedad, revela una intensa curiosidad por un mundo repleto de espejismos.

Situada en las calles frías de Viena y principalmente en el Kunsthistorisches Museum, «Museum Hours» hace una reflexión sobre la idea de que el arte es un reflejo de la vida, tal como la vida es un reflejo del arte. Es así como Cohen, quien también figura como camarógrafo junto a Peter Roehsler, fotografía la ciudad, haciendo eco a las pinturas que dan vida al museo.

Cada frame se convierte en un cuadro por sí solo, como la imagen de una huella de un pájaro en la nieve. Así, resulta evidente el minucioso trabajo de edición que permite que esta imagen, como todas, sea apreciada individualmente. El montaje es tan inteligente que va desde lo micro hasta lo macro, y de lo que realmente da cuenta es de su valor sinérgico.

Hasta este momento, la película parecería ser una exploración muy atada al trabajo ensayístico y documentalista del realizador, pero dentro de ella se encuentran Anne y Johan. Se trata de dos personajes solitarios que forjan una entrañable amistad alusiva a la de Bob y Charlotte en “Lost in Translation” de Sofia Coppola.

La necesidad comunicativa en un mundo alienador se convierte en la base de su relación, y es la misma que hace de sus conversaciones más sinceras y sin rodeos. No es difícil recordar un encuentro personal al verse en ellos dos. Más allá de ser quienes conducen la narrativa de la historia, Anne y Johan la hacen humana.

Sus encuentros se dan mayormente en el Kunsthistorisches Museum ya que Johan es el guardia del lugar, y Anne una visitante. Es ahí donde se vuelve más vibrante y aterrizada la reflexión, con respecto al arte y a la vida, que plantea Cohen en un principio.

Generalmente, se conoce al museo como un territorio que da un orden lógico a las obras de arte para, de cierta manera, guiar la experiencia de quien las vive – creando un hilo conductor que muchas veces, se basa en cuestiones cronológicas o temáticas-. Lo que hace “Museum Hours” es desmitificar dicha idea, presentando al museo como un territorio más libre y subjetivo, como la película misma.

Como suele suceder muchas veces en el cine, aquí hay una secuencia que encapsula todo su significado – tan sutil, que se convierte en un guiño (casi personalizado) del realizador. Mientras una guía del museo lleva a los visitantes por las obras de Pieter Bruegel, los lienzos se vuelven espejos. Y así, la cotidianidad pintada siglos atrás se deja de distinguir de aquella que está en movimiento, observándola.

 

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