Zine: ¿La plataforma de streaming que Ecuador necesitaba?

por Juan Sebastián Jaramillo
El pasado 6 de agosto, la comunidad de cinéfilxs ecuatorianxs tuvo una razón para celebrar. La plataforma de streaming Zine fue lanzada al público, con más de 70 títulos, entre largometrajes ecuatorianos y latinoamericanos. 
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Fotograma de Ratas, Ratones y Rateros. Diseño: Manuela Vásquez Guayasamín

Con un precio de suscripción menor a lo que cuestan plataformas como Netflix o Amazon Prime —apenas $5.99—, Zine apuesta a un público joven, comprometido e interesado en las producciones nacionales. Ya no hay excusas.

Las mentes detrás de este proyecto son tres cineastas y un empresario del sector tecnológico. La pareja ecuato-noruega de cineastas y docentes, Diego Araujo y Hanne-Lovise SkarveitAna Luisa, para sus conocidos—, se juntaron con Cindy Murillo, cineasta y ex-alumna de ellxs, y con José David Villareal, empresario del ámbito tecnológico.

A la pareja de cineastas la puedes conocer por los largometrajes en donde han trabajado juntxs, como Agujero Negro y Feriado. Ambos se encargan de seleccionar las películas que quieren incluir en el catálogo de Zine.

Según cuenta Ana Luisa, todo empezó por una frustración que tenían ella y su pareja de querer ver ciertas películas ecuatorianas y latinoamericanas y no tener dónde hacerlo.“Para nosotros era terrible la idea de descargar ilegalmente películas independientes, sabiendo lo difícil que es financiarlas y distribuirlas”.

Por otro lado, José David tiene una empresa de soluciones digitales, Practisis, la cual se encarga de “la infraestructura, ejecución y desarrollo técnico y estratégico de la plataforma”. 

“Cuando me comentaron del proyecto, me encantó la idea, porque no había un lugar donde ver este tipo de contenido”, cuenta este empresario con más de 15 años de trayectoria en la industria tecnológica.

Finalmente, Cindy se encarga de la comunicación interna y externa del proyecto.

Apoyo al cine nacional

Que exista esta plataforma le hace bien al ecosistema cinematográfico ecuatoriano. Aunque no es la única manera de ver cine nacional en Ecuador, y tampoco fue la primera. 

Durante los primeros meses de cuarentena salió Choloflix —de la productora Kadabra—, la cual no requiere de una suscripción pagada y cuenta con un gran catálogo de cine nacional.

También, algunxs cineastas como Sebastián Cordero o Carlos Andrés Vera liberaron sus películas en plataformas como Vimeo, para que cualquiera pudiera verlas. 

Cartel de Asier ETA biok, el documental premiado de Aitor y Amaia Merino. Foto: cortesía de Zine

A pesar de esto, la gente de Zine no se detuvo. De hecho, ellxs aseguran que venían trabajando en su plataforma desde antes de la pandemia. Sin embargo, se dieron cuenta de que la cuarentena era el momento ideal para hacerla pública.

Ahora, con más de un mes “al aire”, apuntan a consolidar una comunidad a la que le interesa el cine nacional y está dispuesta a apoyarlos económicamente. “En el primer mes logramos 8.000 usuarios únicos en la plataforma, 29.000 páginas vistas y 250 clientes pagados en 10 países”, revela José David.

Es muy importante tener a todos los largometrajes ecuatorianos en un mismo lugar, y accesibles al público. También es como una memoria visual”, reflexiona Ana Luisa.  

De cada dólar que se obtiene de la suscripción, el 70% va destinado a lxs cineastas, en proporción a los views que generan sus películas. El 30% restante se reinvierte en la plataforma. Así lo explica Ana Luisa. 

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Cartel de Un secreto en la caja, falso documental de Javier Izquierdo. Foto: cortesía de Zine

Esto resulta positivo, puesto que una de las principales quejas del sector cultural ecuatoriano es sobre la gratuidad de los productos y servicios culturales.

No están en contra de que quienes no pueden pagar tengan la opción de acceder a estos. Sino que si el acceso al arte es gratuito para todxs, incluso quienes sí pueden pagar se acostumbran a ello y resulta imposible para gestores independientes competir contra el Estado. Además, el público se acostumbra a no dar nada a cambio de estos servicios.

Ana Luisa se suma a este reclamo. “La cultura no es gratis”, reflexiona.

Zine vale el gasto. Su catálogo resulta sorpresivamente actualizado, con películas muy recientes, como Panamá, de Javier Izquierdo, o Huahua, de Joshi Espinosa. También se encuentran clásicos del cine local, como Ratas Ratones y Rateros, de Sebastián Cordero, o La Tigra, la adaptación de Camilo Luzuriaga del cuento de José de la Cuadra. La lista es larga.

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Cartel de Huahua. Foto: cortesía de Zine

Retos y dificultades

Pero no todo es color de rosa para Zine. Una de las principales dificultades que han tenido desde el aspecto tecnológico es asegurar los pagos con tarjeta de crédito y a la vez cumplir con los protocolos de seguridad, cuenta José David.

También explica que restringir los contenidos para ciertas áreas geográficas —debido a temas de derecho de uso— y proteger el contenido contra pirateo les resultó difícil. Pero no imposible.

Y es que montar una plataforma con esta calidad y seguridad, comenta el experto, podría estar costando en el mercado entre $10.000 y $30.000 dólares. 

Todo depende de cuáles tecnologías usas y qué tan sofisticado y seguro quieres que sea”, explica. Además, existen otros costos, como mejoras, actualizaciones y mantenimiento. 

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Imagen promocional del documental boliviano Algo quema. Foto: cortesía de Zine

Así mismo, competir con gigantes del entretenimiento como Netflix, Amazon Prime, o el próximo servicio a estrenarse en Latinoamérica, Disney +, resulta complicado. Y por si no fuera suficiente, existen otras alternativas para cine independiente, como Mubi o Retina Latina. Todo depende del público, sus capacidades financieras y su compromiso con la comunidad. 

“La gente ya consume películas en casa, el reto es que quiera pagar por eso”, dice Ana Luisa. Aunque confiesa que, para ella y muchxs cineastas más, el cine está hecho para verse en la pantalla grande.

Como ejemplo, recuerda la vez que vio la película chilena Ema en la plataforma Mubi y no le pareció nada increíble. Pero, cuando tuvo el chance de verla en un festival, en pantalla grande, “¡me encantó!”, exclama, “esa película está hecha para ver en pantalla grande”.

Señala, no obstante, que las películas están en las salas de cine por tiempo limitado. “Si no alcanzas a ver una película en un festival o cuando está en cartelera, es muy bueno que la puedas ver en tu casa”, reflexiona.

Fotograma de Estación Polar. Foto: cortesía de Zine

¡Más autogestión, por favor!

No es novedad que, en Ecuador, las políticas públicas enfocadas a la producción artística y cultural dejan mucho que desear. Desde el sector cinematográfico se ha criticado, por ejemplo, la decisión del presidente Lenín Moreno de suprimir y fusionar el Instituto de Cine y Creación Audiovisual (ICCA) con el Instituto De Fomento De Las Artes, Inovación y Creatividades (IFAIC)

Esta falta de compromiso con los distintos agentes del sector cultural pone en evidencia que el discurso de la “economía naranja” es solo eso: palabras. Si bien se suprimió el cobro del IVA en productos y servicios culturales y se eliminaron aranceles para ciertos insumos del sector, esto no es suficiente en un país donde la sociedad no conoce ni valora a sus artistas.

Por suerte, existen proyectos como Zine, que desde la autogestión, se encargan de crear las plataformas y proyectos que el país necesita para valorar y tener acceso a las producciones artísticas locales. Así que, artistas, aunque sabemos que es difícil, ¡más colaboración y autogestión, por favor!

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