Joaquin Stacey-Calle es un artista plástico ecuatoriano radicado en Estados Unidos. Recientemente su obra, centrada en la migración, el recuerdo y la memoria, fue exhibida en Laundromat Art Space en Miami.
Joaquin se desarrolló en las artes desde muy pequeño. Dibujar y tocar la guitarra fueron parte de su cotidianidad y del disfrute familiar a lo largo de toda su vida. Sin embargo, mudarse a Miami cuando tenía trece años, y transitar ahí su adolescencia, fue el hecho que marcó su camino como artista y también su futura obra como pintor.
“Ser un ecuatoriano en Miami”, dice Joaquin, es lo que más influenció su práctica artística. Rodearse de gente proveniente de diferentes partes del mundo, no tanto así de Miami, y encontrarse con una variedad de idiomas y dialectos que derivan en un lenguaje nuevo y en una cultura particular fueron el caldo de cultivo para el desarrollo de las pinturas del artista.
Además, abandonar la patria generó en Joaquin y su familia un afán nostálgico por la fotografía. En un gran baúl, su padre atesora esos recuerdos familiares y personales plasmados en imágenes, como quien guarda alimento ante una eminente amenaza natural: el olvido identitario.
Conectar con el pasado a través de rituales y la construcción de ambientes se volvió una necesidad y pintar fotografías fue para Joaquin el camino para cerrar la conexión. Durante este recorrido pudo revivir y recrear viejos y nuevos espacios de la memoria.
We’re here, pero allá también
Su primera exhibición individual llegó en el momento perfecto. Apenas un mes y medio antes de que Joaquin se mudara a Los Ángeles, Roy Sánchez, dueño y curador de Laundromat Art Space, se interesó por su trabajo.
La última noche de su estancia en Miami, Joaquin logró visualizar la reunión de sus pinturas, las cuales había realizado a lo largo de mucho tiempo. Éstas se desplegaron ante sus ojos y los del público, como un conjunto de vivencias que capturaron la vulnerabilidad de quien extraña, recuerda y protege aquello que existe en un no-lugar.
Durante un mes y medio produjo cuatro nuevas obras para la exhibición e incluyó dos series pasadas, la primera llamada “No hay plátanos en la sierra” y la segunda “Hogares (?)”.
El objetivo fue llevar su estudio a la galería para mantener la esencia del proceso, uno en el cual el lienzo no se estira en la pared, por lo tanto, tampoco en los bastidores. La muestra también contó con dos instalaciones, resultado del reciclaje de otras cuatro pinturas pasadas que, arrugadas, formaron una obra distinta y con distinto significado.
El título de la muestra conlleva no sentirse ni de aquí ni de allá, no hablar ni español ni inglés, hablar ‘spanglish’, y colocarse cognitivamente en una nueva concepción de la realidad y de uno mismo. Eso sí, lo compartido entre migrantes y quienes incluso no conocen su patria es mucho más que lo que resulta ajeno entre la comunidad.
‘We’re here pero allá también’ es estar tanto física como emocional y mentalmente en dos lugares y en ninguno. Por eso, para Joaquin, y también para Roy, la exhibición tenía la intención de ser un regalo para la diversa comunidad de Miami y que fuera un reflejo de cada visitante.
La práctica y el proceso
La pintura del artista es multidimensional y multitemporal. Pinta fotografías y, por ende, recuerdos capturados; los mezcla con otros, de otros tiempos, haciendo un collage y utilizando figuras geométricas como símbolo de nuevos espacios donde conviven estas nuevas fabricaciones y apegos.
En este choque, también oculta las memorias como acto de cuidado, privacidad de su intimidad y metáfora sobre aquello que nuestra memoria decide no recordar o, más bien, almacenar, porque, aunque nosotros no las vemos, esas memorias están ahí detrás. Lo hace cubriendo con pintura acrílica lo retratado en óleo, y dejando visible ciertas partes.
Lo interesante es que, con el tiempo, la mezcla de ambas pinturas provoca que se trice. Las grietas que se crean simbolizan la fragilidad de la memoria y el tiempo decidirá entonces qué revelar. La presencia del artista se siente fuerte, con el espacio negativo en acrílico, que representa su accionar y sus necesidades internas.
La intención de Joaquín al pintar fotografías es ir en contra de la tecnología y de la inmediatez del mundo contemporáneo, y con ello reflexionar, tomarse su tiempo al pintar sus memorias, y a la vez, al hacerlo, hacer memoria, practicarla.
Por esa razón el reciclaje de pinturas es clave en sus procesos artísticos, es reencontrarse con el pasado durante el tiempo que realizó las pinturas y también con el pasado plasmado en la imagen. Ese encuentro requiere de paz y paciencia para decidir intervenir y jugar nuevamente con su práctica personal, sus apegos en objetos, rituales, y personas.
Después de arrugar las pinturas descolgadas, el aerosol entra en el juego del reciclaje para darle el efecto de un papel desechado. Todo esto resulta en obras vivas, que con recuerdos descontextualizados son nuevas composiciones o ambientes, habitadas por figuras, arquitectura, plantas nativas, rostros, colores, momentos y fondos abstractos.
Dicho de manera simple, Joaquín crea el no-lugar entre sus dos mundos, en el que habita y siempre habitará, con las conexiones que ambos mantienen y con los disparadores de nostalgia.
Nuevos horizontes
Como artista ecuatoriano, Joaquín tiene una gran trayectoria y amplia producción, que ahora despega. Literalmente, su viaje a Los Ángeles hace pocos meses ha significado para él un nuevo lente desde donde vuelve a auto descubrirse en una nueva cultura y un nuevo dialecto.
Por el momento, quiere realizar un trabajo más crítico, directo e investigativo alrededor de sus intereses que continúan interpelándolo a nivel social y personal. Se encuentra analizando la historia de ciertas comidas y buscando entender qué vino de la colonización y qué no, y cuál es el resultado de ello hoy.
Actualmente trabaja en dos proyectos, uno enfocado en el ritual alrededor de la mesa: cocinar, sentarse a comer y digerir la misma comida con otros; su afán es capturar esa intimidad tan normalizada. Ahora que vive solo, ha encontrado mayor conexión con sus abuelos que viven en Ecuador, a quienes llama con mucha frecuencia para preguntarles recetas y conversar sobre la añorada comida.
El segundo, crear un mapa de las ubicaciones de la planta del plátano en Los Ángeles, por el simple hecho de que le recuerda a ambos lugares en los que ha vivido, Ecuador y Miami. Este mapa colaborativo es el camino de Joaquín al corazón.