La película de Javier Izquierdo ganó dos premios durante el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires –BAFICI- y se convirtió en una de las más premiadas en esta edición.
Javier estaba durmiendo el momento en que anunciaron los ganadores de la edición 19 del BAFICI. Su host de casa en Buenos Aires, un pana ecuatoriano, lo despertó con la buena noticia: Un secreto en la caja era la ganadora de la Competencia Oficial Latinoamericana en la categoría “Mejor director”.
Con esas despertadas, cualquiera recordará esta edición del BAFICI en la que la peli de Javier Izquierdo se convirtió, junto con La vendedora de fósforos de Alejo Moguillansky, en la más premiada. Porque no queda ahí la cosa, sino que además de ese premio oficial, Un secreto en la caja ganó otro no oficial pero igual de importante: el de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica –FIPRESCI-
Días antes, los augurios le venían bien. Varias críticas en revistas y blogs que habían puesto sus ojos en el BAFICI, la señalaban como un proyecto inteligente, con un ojo político agudo y con una temática que despierta identidad regional. La sorpresa del festival. “La acogida de Un secreto en la caja demuestra que aparte de ser muy ecuatoriana, es muy latinoamericana también. Explora temas históricos con el que la mayoría de países de la región se pueden identificar”, comenta Izquierdo, al respecto.
Construida en formato de falso documental, Un secreto en la caja explora la vida del escritor ecuatoriano que casi nadie en el país conoció y que formó parte del Boom Latinoamericano en los años 60: Marcelo Chiriboga. Con un recorrido por lugares clave y entrevistas de archivo, se construye el pasado desconocido en el que habitó «nuestro escritor del Boom», quien además nos dejó su gran obra «La línea imaginaria».
Bajo la frustración de que en Ecuador no existan referentes literarios reconocidos de aquella época, surge el mito de Chiriboga, refugiándose en un lado B de la historia, en la que el contexto político determina su salida del país. En ella, hay elementos compartidos de todos los países del sur de América, un rasgo que llamó la atención de los jurados y de los críticos, quienes encontraron en el juego y la parodia, la conexión con la cultura de sus propios países.
El director, quien ya había identificado sus posibilidades en la gala argentina, llegó a Baires con el entusiasmo de poder llevarse un premio. La peli había obtenido hace poco el galardón a Mejor Película en la Competencia Latinoamericana del Festival de la Cinemateca Uruguaya y ahora carga con esto.
“Espero que estos premios abran puertas a otros festivales, sobre todo en Hispanoamérica… me gustaría que entre a festivales en Chile y México, y a mediados de año se exhibirá comercialmente en una sala de Madrid”, dice Javier. La película ya ha tenido espacio en festivales de países como Colombia, Perú, Bolivia, Uruguay y Argentina.