El artista del subconsciente

por Sebastián Espín Meneses

En 1899 Freud Publica Die Traumdeutung (La interpretación de lo sueños) como una aproximación al entendimiento de lo que está ocurriendo en nuestra mente de manera casi imperceptible. Las pulsiones, los deseos insatisfechos, la representabilidad, la condensación, el desplazamiento, entre otras, serían varias de sus tesis. Dentro de las mencionadas, tal vez las últimas tres se convertirían en las mayores obsesiones de uno de los más grandes cineastas de nuestro tiempo.

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Satoshi Kon

Satoshi kon nace un 12 de Octubre de 1963 en Hokkaidō, Japón. Durante sus años escolares, inspirado por grandes obras de la animación como Space Battleship Yamato (1974), Conan el Niño del Futuro (1978) y Mobile Suit Gundam (1979), decide que quiere dedicarse a la animación. Esto lo lleva a graduarse en 1982 de diseño gráfico en la Universidad de Arte de Musashino. Durante esos años, Kon se convertirá en asiduo espectador de películas extranjeras (Tarkovski, Bergman, Fellini, Kubrick) y en gran seguidor de la obra de Yasutaka Tsutsui.

En años posteriores, incursionaría en el manga y se convertiría en asistente de Katsuhiro Otomo, quien para ese entonces se encontraba en un efervescente crecimiento artístico. En 1991, luego de haber colaborado en varios de sus proyectos y ganarse su confianza, escribe el guión para la primera película en live-action de Otomo; World Apartment Horror, que se convierte en una de las grandes películas de culto sobre terror psicológico. Esto hace que numerosos directores como Mamoru Oshii lo contraten como colaborador en sus proyectos.

En 1995, luego de explorar varios elementos dramáticos, encuentra el medio preciso: la animación. Esa sería su materia prima para dar forma con admirable maestría a los caóticos, desconcertantes y tenebrosos laberintos que se encuentran ocultos en los deseos de sus personajes.

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Fotograma de Magnetic Rose

Es 1995 y Katsuhiro Otomo, que en esa época ya era un artista consagrado tanto en Oriente como en Occidente por su icónica Akira, produce una obra coral. Memories tiene como hilo conector a la memoria y está basada en tres historias cortas. Entre ellas, y tal vez la que más resaltaría de esta obra, está Magnetic Rose, dirigida por Koji Morimoto, que en su adaptación y re escritura tendría a Satoshi Kon como maestro de ceremonia. Este cortometraje narra cómo en un futuro lejano una tripulación de recolectores de basura espacial se encuentran con un asteroide artificial. Este está formado por los restos de varias naves espaciales y una llamada de auxilio proveniente del centro mismo de dicho asteroide. En un principio, parece una historia bastante común sobre el espacio, con claras influencias de películas como Alien (Scott, 1979), 2001 Odisea en el Espacio (Kubrick, 1968) Solaris (Tarkovski, 1972). Pero lo maravilloso de este cortometraje aparece cuando la historia se hace compleja y se evidencia la esencia del autor.

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Fotograma de Magnetic Rose

Tomemos como punto de partida que el motif sonoro del cortometrajes es la sobrecogedora Un bel dì vedremo interpretada por María Callas, original de la ópera de Puccini (a su vez basada en el relato de John Luther Long, Madame Butterfly de 1898), que retrata la tragedia amorosa entre Cio-Cio San y el teniente de marina B.F. Pinkerton. Esto precisamente ya nos coloca frente a un primer nivel metanarrativo puesto que el núcleo del que proviene la señal de auxilio se encuentra en una nave espacial que perteneció a una soprano. Ella fue famosa por interpretar la mencionada ópera y -aquí viene el elemento metanarrativo- al parecer tuvo un romance trágico dado por su incapacidad de diferenciar entre la obra y su realidad.

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Fotograma de Magnetic Rose

A partir de esta premisa, nos colocamos frente a la historia de los dos tripulantes que viajan al centro de la nave espacial de la soprano. Ahí, ellos van a enfrentarse a sus deseos, penas, horrores y memorias, todos proyectados a través de los fantasmagóricos deseos insatisfechos de la artista, los mismos que se  encuentran cautivos dentro de la memoria digital de la nave. No es preciso ahondar en detalles del cortometraje pues es una obra que vale la pena ser vista. Lo que sí es importante resaltar es cómo en este punto las proyecciones entre la nave (computador), el espectro de la soprano (intuido por el espectador, y tal vez inexistente), y los recolectores de basura, se empiezan a confundir por lenguaje del montaje que se utiliza y con el que experimenta Satoshi Kon.

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Fotograma de Magnetic Rose

Las aparentes divisiones entre la realidad, el subconsciente y la ficción empiezan a fragmentarse en este punto y el espectador comienza a dudar sobre lo que ve e inclusive a dudar de sí mismo; la realidad del relato, la ficción y la metaficción se vuelven uno solo. La narración como realidad, la tecnología como realidad, lo fantasmal como realidad, la memoria como realidad, los deseos del subconsciente como realidad. Todos estos niveles sobreponiéndose, mezclándose, amalgamándose con una métrica casi poética dirigida con malabares y experimentos, todos conjugados en el montaje que empezaría a estructurar la firma característica de Satoshi Kon.

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1 comentario

Francisco Galárraga 26 agosto, 2014 - 1:59 AM

Excelente artículo sobre el maestro!

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