La Rompecuellos
Duración: 80 minutos.
Director: Daniel Benavidez
Elenco: Max Viper, Ricky Glamour, Súper Nobita y Hades
Para ser un luchador tienes que tener actitud, valentía , compromiso -pasión por el dolor- y desarrollar una serie de destrezas físicas para brindar un gran show. Para muchos esta es la oportunidad de sus vidas, una meta, un camino y un miedo. La lucha libre quiteña aparece como un universo pasional en La Rompecuellos, el documental dirigido por Daniel Benavidez.
El proyecto cinematográfico, que tardó más de un año y medio en realizarse, cuenta la historia de un grupo de deportistas que ante todo se apoyan mutuamente: los une la misma pasión. Son ellos los que por medio de sus voces, experiencias y aspiraciones introducen al espectador a un ambiente competitivo y atemorizante. La lucha libre se presenta como un performance casi teatral donde los límites de ficción y realidad son difusos.
La película rebela poco a poco la vida de estos luchadores extreme, Max Viper, Ricky Glamour, Súper Nobita y Hades se vuelven personajes complejos y cercanos ; un luchador que se convierte en un personaje escandalosamente afeminado en combate frente a una sociedad claramente conservadora; una mujer a quien su familia no apoya que busca con valentía probar su igualdad en el ring, son personajes en los que se debería hacer un hincapié. Los primeros dos tercios de este documental se viven con la dinámica de adentrarnos en estos micro mundos, de los que no se nos permite terminar de descubrir, hasta que todo da un giro y cambia el sentido de la narración. Se presenta un viaje que trastoca la vida de uno de estos personajes, Max Viper.
En este punto la audiencia siente una cercanía con Max poco aprovechada. No se le brinda el protagonismo adecuado a la transformación intensa que vive el personaje y no se transmite la trascendencia de este cambio no solo en su vida deportiva, sino también en su dinámica familiar, amigos y antiguos compañeros. La historia falla también al abusar de localismos que más que graficar, entorpecen la narración.
La Rompecuellos brinda una probadita de estas dos historias que sin duda llaman la atención pero nos deja con un ganas de más, en el sentido de que algo está incompleto. Sí, hay emociones y descubrimos un mundo nuevo pero la película no termina de cerrar. Un documental que nos muestra una cara diferente de Quito de la que poco se sabe donde las emociones se llevan al límite y nos permite pensar en lo efímero de la grandeza.