Demasiado humano es un podcast que se sostiene en una de las cosas más antiguas que realiza la humanidad: hacer preguntas. Te contamos qué es lo que lo hace tan interesante.
La combinación de Darío y María le da frescura a un programa profundo
Hace más de un año escuché por primera vez Demasiado Humano. No recuerdo cuál fue el primer episodio que escuché pero recuerdo lo primero que sentí. Un tipo mucho más inteligente que yo y con más formación me estaba hablando al oído a mí, un simple mortal. Desde ahí no me separé del programa, que hasta llegó a ser una cálida compañía en un momento frío, cuando estuve interno en un hospital por dos semanas. Esta es una disección del podcast, en agradecimiento y porque en verdad vale la pena escucharlo.
Demasiado Humano es un podcast argentino, dirigido por el filósofo y académico Darío Sztajnszrajber —se pronuncia Esh-tainsh-raiber—. Se transmite a manera de programa radial, en “la primera radio profesional por Internet” de Argentina, Futuröck, y es subido posteriormente a plataformas de streaming como Spotify y Apple Podcasts. Es sin duda, una gran propuesta para quien busca conversaciones profundas y críticas a manera de entretenimiento.
Ahora que los podcasts están (siguen) en apogeo, suele ser cada vez más complejo encontrar uno que combine contenido interesante, con buenxs locutorxs y un formato entretenido que enganche. Demasiado Humano es un pequeño brillo en el fondo del océano del Internet podcastero, que invita a pensar y cuestionar algunos conceptos y aspectos de la vida cotidiana.
El programa arrancó en 2016, con el nacimiento de Futuröck, y ahora va en su 5ta temporada. Podría decirse que es una extensión más, una ramita apenas, del árbol que ha cultivado Darío en su labor como divulgador de la filosofía. Entre sus trabajos destacados están la serie de tv pública y Youtube, “Mentira la verdad”, y sus libros “Filosofía en 11 frases” y “Filosofía a martillazos”. El programa debe el nombre al libro “Humano, Demasiado Humano” del famoso filósofo alemán Friedrich Nietzche.
Demasiado humano es un espacio en el que la filosofía deja de estar solamente al alcance de los especialistas
La conducción del podcast lo hace junto a su hija, María Sztajnszrajber. Esta relación padre-hija hace que el programa tenga una dinámica parecida a la de profesor-estudiante, pero sin los formalismos que esta relación requiere. Es decir, Darío se establece como la autoridad filosófica del programa y María es algo así como un Robin, alguien que está ahí para dialogar y dar un aire más joven al programa con sus aportes, ideas y bromas.
Además, existen momentos en cada episodio para recomendaciones literarias y preguntas y comentarios de la audiencia. Todo esto acompañado de cápsulas musicales que relajan la conversación. ¿Pero de qué se habla realmente en el podcast?
Por un lado, tiene una alta dosis de coyuntura y acontecer político. Si de algo peca Demasiado Humano es que tiene una línea política muy marcada, y que puede, incluso, llegar a rayar en lo militante. Por ejemplo, una constante entre los episodios es que Darío, cuando se entusiasma, suelta —a manera de burla— un bullicioso canto de la “Marcha Peronista”, movimiento al cual se sobreentiende que son adeptos él y María.
Esto puede llegar a ser cansón para quienes no simpatizan con este movimiento y la izquierda institucionalizada en Argentina. Lo bueno es que Darío —a veces— emplea un ejercicio de crítica hacia el movimiento.
Pero dejando de lado lo político, las temáticas que se hablan en el programa pueden llegar a ser fascinantes. Los ritos, el cumpleaños, la paja, la incertidumbre, la ciencia, son algunos de los títulos de la última temporada. Estas palabras cotidianas, que nos pueden llegar a través de conversaciones o lecturas en un periódico, son tomadas, deconstruidas parte por parte, analizadas y arrojadas al oyente con un sentido completamente renovado.
Por ejemplo, en el último episodio subido a Spotify se habla sobre “el uno”. El programa arranca reflexionando sobre los distintos valores que tiene este concepto numérico en la vida. No es lo mismo ser el número uno, que sacar un uno en un examen. “Me rompe un poco las bolas la cultura de número uno”, reflexiona en un instante Darío. “Porque al haber un número uno todo el resto es falente, imperfecto”. A partir de ahí las reflexiones van profundizando más y el concepto del uno es visto desde otras aristas como el individualismo y la visión monoteista del cristianismo.
El carisma y su calidad de “buen orador” han hecho de Darío un personaje muy conocido en Argentina y Latinoamérica. Gracias a estas habilidades, él logra transmitir de manera concreta y sencilla conceptos filosóficos complejos y profundos. “Creemos realmente que la filosofía tiene un poder transformador”, dice Darío en una charla Tedx de 2014, en México.
Para él, la filosofía no debería estar enaltecida como una disciplina al alcance de pocos y reservada para los eruditos. Darío piensa que “todos podemos desarrollar esa faceta de preguntarnos por todo”. Pero su misión no sólo es democratizar el acceso a la filosofía, sino también darle un sentido utilitario a esta: hacer que el cuestionamiento nos ayude a enfrentar los dramas cotidianos desde una perspectiva distinta: la diferencia entre ver las cosas como son y preguntarse por qué son como son.
En el tiempo que llevo escuchando Demasiado Humano no ha habido un episodio que me deje con mal sabor. A ratos me cae turro que sea politizado el programa, pero he aprendido a escuchar en esos momentos y esperar que pase el entusiasmo militante.
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Al fin y al cabo, la política es el espectro social donde nos encontramos para resolver nuestros problemas. Escuchar las motivaciones y la lógica del otro es un grato ejercicio para aprender a vivir en un mundo heterogéneo como el nuestro y en una sociedad que se autodenomina democrática.
Una vez que te enganchas con la belleza de conceptualizar lo normalizado en tu vida, no hay excusa —ni siquiera la política— para no escuchar a Darío y María Sztajnszrajber todos los lunes en vivo, o cualquier día de la semana en streaming. Demasiado Humano cumple su propósito, pone al alcance de todxs la filosofía y es una gran compañía para lavar los platos, hacer ejercicio o no hacer nada. Claro, hasta que te sumerges en el vacío existencial.
