El Washington Post dijo que su voz es fina como el whisky, con un aroma ahumado. Tiene los ojos azules y la cabeza llena de churos que se mueven al mismo ritmo que ella sobre el escenario. Cyrille Aimée es una cantante franco/dominicana pero en el fondo tiene el alma gitana. Cuando era pequeña, a Samois Sur Seine -el pueblo donde vivía- llegaban gitanos de todo el mundo con sus caravanas, destino al Festival Django Reinhardt. Ella se escapaba por momentos de su casa para ir a cantar y bailar en las carpas de los visitantes. Así fue como se enamoró de la improvisación en la música y la vida nómada. «Estaba hipnotizada por esta música que me forzaba a marcar el ritmo con los pies… La música con ese swing me pone sumamente alegre», dice en su página web. «Sweet Sue» de Django Reinhardt fue la primera canción que aprendió a tocar en la guitarra de un gitano. A cambio de esa lección, ella le enseñó a leer.
Su primera presentación ante una gran audiencia fue a sus 15 años, donde cantó «Night and Day» de Ella Fitzgerald. De adolescente viajó a París. Allí empezó a presentarse en clubes nocturnos y teatros. Entró a participar en el Star Academy (un concurso francés con la misma dinámica de American Idol), pero lo dejó porque se dio cuenta de que lo que realmente le gustaba era el jazz. Con esa decisión, cambió su rumbo y retornó a República Dominicana. En ese país se empapó de su descendencia latina, mientras jugó con una suerte de fama, ya que era la única cantante de jazz de la isla.
Con el aire de ser de cualquier parte del mundo, se enrumbó en un nuevo camino: estudiar música en New York. En una entrevista para The Michigan Daily, Aimée admitió que sus referentes musicales más importantes son Ella Fitzgerald, Chet Baker, Billie Holiday y Bobby McFerrin.
Lo que más le gusta del jazz es el valor de la improvisación. Es una metáfora, porque demuestra que la vida es efímera y nunca se repite exactamente la misma sensación. «El hecho de que puedas cantar una misma canción diez millones de veces y a pesar de eso nunca es la misma», explica en una entrevista. Más que enseñar a apreciar este género musical, para ella es importante lograr mostrar qué es lo que le hace increíble. Aimée hace lo posible por demostrar lo divertido que es bailar al ritmo de tres guitarras que se mezclan con su voz, mientras ella baila sobre el escenario.
Canta en inglés, español, francés y portugués, porque cada idioma tiene su propia esencia. El Jazz Times la define como la voz de la nueva generación. «Yo nada más hago lo que siente mi corazón», dice esta cantante con sentimiento gitano, quien desde la escena jazzística de New York, llega a Quito para el Festival Ecuador Jazz 2014.