Entre el 23 de marzo y el 13 de abril, en N24 Galería, se presentó la muestra “Doblar la Esquina” de la no-colectiva Nhormiga. La muestra incluyó obras de tres de sus cuatro integrantes y fue Anamaría Garzón la encargada de la curaduría.
Nhormiga es una no-colectiva de cuatro artistas de Guayaquil, conformada por Ruth Cruz, Liliana García, Lisbeth Carvajal y Daya Ortiz. En esta exposición no participó Lisbeth.
Esta fue la segunda vez que Nhormiga expuso su obra en Quito. La anterior ocasión se dio en 2019, cuando exhibieron la muestra “Rastro de Nhormiga” en la ahora cerrada galería Khôra, también de la mano de Anamaría.
Al conversar con la curadora sobre la muestra, se entiende totalmente que esta no representa un campo temático cerrado de creación o investigación. Por el contrario, es un abanico de posibilidades.
En eso Anamaría es tajante. “Tratar de definir de qué van las obras te cierra la opción a la experimentación mental, de escucha atenta”, explica. Para ella, las obras son en sí “un tema y un motivo, un acto de gran liberación creativa e intelectual”.
Anamaría conoció el trabajo de Nhormiga gracias a referencias que tuvo de su primera muestra La hormiga bajo la almohada, en la galería Violenta de Guayaquil, en 2018. Posteriormente las conoció en el marco de la Bienal de Cuenca de ese mismo año. Pudo ver su exposición La isla involuntaria que tuvo lugar en la galería Miguel Illescas, la cual fue patrocinada por la impulsora de artistas Madeleine Hollaender.
“Ellxs son bastante libres. No están respondiendo a temas de moda o tendencias, sino que son sueltxs en sus propias experimentaciones, corren muchos riesgos. Eso me gusta”, explica Anamaría. Y añade que con ‘las hormigas’ no se puede dar nada por sentado, “te tienen todo el tiempo en acción, con el pensamiento súper acelerado. Y pienso que eso es muy bonito”.
Lxs Hormigxs
Todxs somos igual de importantes. Nos convocamos para escucharnos y hablarnos.
En Nhormiga cada unx produce sus propias obras, pero eso sí, en profundo acompañamiento de lxs otrxs. De ahí su nombre. La palabra “hormiga”, explican, hace referencia a su método de trabajo cuando están juntxs.
“Hay varias cosas que nos traspasan”, dice Ruth. “Hay ciertos intereses, afectos, metodologías de trabajo que se reflejan en todxs. Es como tener una pequeña comunidad, un espacio seguro de trabajo”, reflexiona.
“Nos sugerimos medios, tecnología, lo que consumimos como películas, series o cosas que pueden alimentar a las obras”, amplía Liliana. A lo que Ruth responde “yo creo que tiene que ver con entender que todxs somos igual de importantes. Nos convocamos para escucharnos y hablarnos”.
Esta metodología de trabajo es solo una de las razones de ser del nombre Nhormiga. Según explica la no-colectiva, “la intención de tachar el nombre y la letra N al inicio de Hormiga, refiere a la negación de conformarse como colectiva en sí o de ser vistxs como un grupo que produce desde la unidad o unanimidad”.
Y así, como buenas hormigas, dividen el trabajo y crean campos de especialización a la interna del grupo. “Somos tan distintxs cada unx y por eso cada unx hace cosas distintas”, explica Liliana.
Tienes un grupo de artistas que se acompañan en la producción. No crean en conjunto, sino que abren un diálogo y cada unx es interlocutorx del otrx.
Ruth se encarga de tecnología, iluminación, electricidad, montaje, todo lo técnico. Daya, en cambio, se centra más en lo teórico y abarca diseño, documentación, curaduría, textos y también montaje. Y Liliana se abre campo por lo administrativo: programa, gestiona, se encarga del calendario y planifica.
Esta manera de trabajar es muy palpable en Doblar la Esquina. Si bien la obra de cada unx es muy personal e íntima, sus experiencias atraviesan la obra del otrx, así como la complicidad y cariño que se tienen. Es como una personalidad colectiva que sale a flote en las intenciones y en el lenguaje creativo de cada unx, a pesar de sus marcadas diferencias.
“Lo que encuentras en ellas, que a mí me sobrecoge e importa, es esta forma sostenida de crear”, dice Anamaría, “donde tienes un grupo de artistas que se acompañan en la producción. No crean en conjunto, sino que abren un diálogo y cada unx es interlocutorx del otrx”.
Doblar la Esquina
Es un conjunto de obras en el que vas a encontrar la posibilidad de que existan otros mundos u otras dimensiones.
En esta muestra, lo onírico, lo especulativo, lo científico y lo supernatural son campos en los que las obras de todxs dialogan entre sí. ¿Cómo se vería una habitación inundada? ¿Cómo se vería un mapa de mis sueños? ¿Cómo saber si hay un ser de otra dimensión en la sala? ¿Cómo caen las plumas? Son algunas de las preguntas a las que responden sus obras.
“Podría decir que es un conjunto de obras en el que vas a encontrar la posibilidad de que existan otros mundos u otras dimensiones”, dice Ruth.
“Apnea del sueño”, por ejemplo, es una serie de retratos espaciales de pesadillas que Daya Ortiz ha tenido en su vida. A través de estos dibujos realistas y que rayan en el dibujo técnico, Daya reconstruyó escenarios que lx marcaron en sueños terroríficos. Una especie de investigación retrospectiva de las pesadillas.
El término “apnea del sueño” se usa para describir un trastorno del sueño en el que las personas se asfixian cuando duermen. Más allá de eso, dice Daya, «es el ejercicio que vengo haciendo durante años sobre mis sueños y pesadillas, sobre todo de espacios arquitectónicos que vengo recogiendo desde hace 15 años. Lugares que solo existen en mis sueños”.
Algo muy similar a lo que Liliana García realiza en su pintura “El jardín de senderos que se bifurcan”, un recorrido cartográfico por sus sueños. “Esos sueños han sido obras en otro momento. Lo que hago es juntar esas obras en una sola”.
Entre las imágenes del mapa se encuentran, por ejemplo, una ballena que la comió y vomitó en París, un jardín de lechuguines en las nubes, o un árbol de nubes que llueve sobre sí mismo. “Siento que todos estos sueños forman parte de un mismo lugar y quizás los sueños son una vista a lo que estás viviendo en otras dimensiones, no son solo ideas en tu cabeza”.
Lo cual da paso a hablar de “Teoría de la comunicación interdimensional”, una instalación de Ruth Cruz que junta los conocimientos teológicos con la ciencia para intentar comunicarse con seres de otra dimensión.
Este prototipo consiste en un sistema de vúmetro que, al detectar sonido a través del micrófono, se activan unas luces en unas piezas de sulfato de aluminio y potasio iluminadas. Según Ruth, estas piedras hacen alusión a unas partículas denominadas como “cristales de tiempo”, las cuales giran sin tener descanso.
“Mi pregunta va hacia si fuera posible usar esta tecnología para alimentar un sistema de comunicación con seres de otra dimensión. La idea es que la gente pueda participar y vea cómo funciona, y si esto se manifiesta solo es porque hay alguien aquí”, explica riéndose.
Lee también en Radio COCOA: La fotógrafa ecuatoriana Isadora Romero es hoy una de las ganadoras globales del World Press Photo
***
Doblar la Esquina fue una exposición donde se dejó ver de manera material los matices y fibras invisibles del trabajo en comunidad de lxs Nhormigas. Lo que une a sus obras va más allá de los intereses temáticos que las enmarcan, sino que radica en ese núcleo de producción acompañada.
En palabras de Anamaría, el trabajo de Nhormiga “no es sólido, no está estructurado desde una teoría o metodología únicas. Sino que es un flujo de consciencia que va produciendo espontánea y, aunque suene paradójico, conscientemente”.
La exposición completa estuvo conformada por siete obras inéditas de lxs artistas y de otras nueve obras que habían sido presentadas antes pero que ponen en contexto el trabajo de ‘las hormigas’. En este link puedes revisar el dossier completo de la exhibición.