Este año, los EDOC celebran su edición 16 con 88 películas de todos los rincones del planeta. La invitada de honor a la celebración es la cineasta francesa Claire Simon. Con su venida nos preguntamos: ¿Cómo le hacen para reunir en Ecuador a estos grandes del Otro Cine?
Cada mayo, cuando llegan los EDOC a las salas de Quito y Guayaquil, muchos nos comemos las uñas por enterarnos quiénes son sus invitados. A veces los conocemos de entrada. Otras, descubrimos la magnitud de su obra cuando entramos a ver sus películas o cuando tenemos la suerte de escucharlos hablar antes o después de alguna función.
Estos cineastas monstruosos del lado-B vienen surcados de historias que pondrían de cabeza nuestras ideas sobre la vida, y que para colmo son reales, nada inventado. Sean de aquí nomás o de allá lejos pasando el charco, los EDOC los ponen en nuestro radar para que nos contagiemos de su energía, la que irradia una vida devota al cine.
Este año, la invitada de honor es la impresionante cineasta francesa Claire Simon, que llega para mostrarnos un pedacito de su obra, labrada durante casi tres décadas. Su venida es un motivo para que todos, propios y ajenos, nos preguntemos ¿qué implica convocar a una constelación de documentalistas cada año?
Claire Simon despunta entre cuatro documentalistas internacionales de alto calibre, y 20 documentalistas compatriotas que, entre caras conocidas y emergentes, conforman un escuadrón poderosísimo.
Simon nació en Londres hace 62 años y se crió en Francia, donde se puso la cámara al hombro hace 25. Estrenó su primer documental en 1989 y desde entonces no ha parado de intentar «capturar la esencia de la realidad». Su última película «Le concours», la lanzó nada más el año pasado.
En los 16EDOC hay una sección dedicada a una retrospectiva de su trabajo. Nueve películas nos cuentan cómo se vive en un patio de recreo infestado de niños, en el restaurante de un inmigrante musulmán en crisis, en una estación de trenes de París donde la gente se enamora, y así sucesivamente.
Los invitados internacionales que la acompañan son: Eduardo Crespo, argentino reconocido en diversos festivales de su país, con la película Crespo (La memoria de la continuidad). Ésta es una conmovedora reconstrucción de la película que hubiera querido hacer con su padre difunto.
Florence Jaugey, francesa, radicada en Nicaragua, se ha levantado como una voz importante que llama nuestra atención sobre este país centroamericano, del cual tan poco sabemos.
Luego está José Luis Torres Leiva, chileno, con una amplia cinematografía que ha recorrido decenas de festivales internacionales.
Finalmente, cerrando la plantilla internacional encontramos a Laís Lifschitz de Brasil. Editora y directora, se le reconoce principalmente por haber dado vida en montaje a la película inaugural del festival: No Intenso Agora, del gran João Moreira Salles.
Por el lado de los invitados nacionales podemos encontrar a nombres reconocidos de nuestra cinematografía como Javier Andrade que suelta el documental 52 Segundos acerca de cómo el terremoto de Manabí cambió la geografía de su ciudad y la de su familia.
Jorge Anhalzer, el fotógrafo aventurero que nos ha regalado algunos de los paisajes más bonitos de nuestro país con sus imágenes, estrena junto a Isabel Dávalos un documental sobre el misterio de la cordillera de los Llanganates, donde supuestamente se perdió el tesoro de Atahualpa.
También está Amaia Merino, cineasta española de gran trayectoria, radicada hace tiempo en nuestro país, que ha aparecido frente a la cámara en largos de ficción como Alba o Un Secreto en la Caja. Ahora se pone tras el visor para entregarnos Tierra de Mujeres: historias de vida de la mujer rural, como co-directora con la ecuatoriana Fernanda Sosa.
Además de ellos hay otros 17, entre los cuales encontramos nombres nuevos para la escena como el de Antonella Carrasco o el de Andrés Ramírez. La gama de temas que tocan los cineastas de nuestro país nos abre a un abanico impresionante de historias que nos ayuda redirigir la mirada hacia dentro de nuestra tierra, a nosotros mismos, para entender nuestro lugar en el mundo.
Hay historias sobre la vida de JJ, el ruiseñor de América, sobre el utilero del Independiente del Valle, sobre el ecuatoriano que canta en Gogol Bordello, sobre la enigmática cueva de los Tayos, y así en un largo etcétera impresionante.
Si ya les pican las patas por ir corriendo a meterse de cabeza en las películas que traen todos estos duros del cine documental, quizás deberían saber qué tanto implica reunirlos, para que se emocionen aún más.
Conversamos con el duro de los duros en esta edición de los EDOC, Alfredo Mora Manzano, su actual director, para que nos cuente qué tanto tiene que hacer en su afán de convocar a los invitados que nos contagian con su magia en estos encuentros con el otro cine.
Radio COCOA: ¿En qué piensan a la hora de escoger a los invitados internacionales de cada edición?
Alfredo Mora: Primero buscamos invitados que sean representativos de la propuesta curatorial que tiene la programación. Nos interesan personas que no sólo tengan una nueva propuesta documental sino que también sean consecuentes con la visión artística y política que tienen con su trabajo. Después vienen las cuestiones de producción, ver la disponibilidad y poder planificar el viaje de cada invitado.
RC: ¿Por qué Claire Simon es la invitada de honor de esta edición?
AM: Claire Simon es una cineasta que ya habíamos tenido pendiente de traer al festival y siempre habíamos querido presentar más trabajos sobre ella. Su presencia se da gracias a la Alianza Francesa y al hecho de que la Alianza nos propuso no sólo traer a un invitado francés que presente su película en el festival sino más bien buscar a un invitado francés con una larga trayectoria.
Nosotros estábamos buscando la persona sobre la cual realizar una retrospectiva pero no sabíamos si Claire estaba disponible y finalmente lo logramos. Es una suerte que Claire pueda estar en Ecuador.
RC: ¿Cómo se da el contacto con los documentalistas? ¿Qué retos hay que sortear para traer a estos grandes nombres del otro cine a nuestro país?
El contacto inicial con los documentalistas se da a través de una convocatoria abierta. En esta edición nos llegaron 386 trabajos que son vistos por nuestros programadores y por el comité de programación. Sin embargo ellos también ven alrededor de 200 películas más. Adicionalmente tenemos representantes que van a festivales como IDFA, DokLeipzig, entre otros, en donde tenemos contacto directo con la vanguardia del documental en el mundo.
RC: ¿Cómo seleccionan a los invitados nacionales de cada edición? ¿Se diferencia en algo al proceso con los extranjeros?
AM: El proceso para seleccionar a los invitados nacionales es muy similar al caso de los internacionales. Sin embargo sí se añade el hecho de que nos interesa mucho el tema que están proponiendo. También tenemos contacto con los directores que están trabajando en temas de actualidad y hacemos un seguimiento de esas películas ya que nos gusta saber en qué estado de producción están.
En el proceso de selección de los invitados nacionales nos interesa mucho el tema que están proponiendo.
RC: ¿Qué esperan aportar al traer y exponer a estos realizadores del otro cine a nuestro medio?
Nosotros creemos que los EDOC han sido fundamentales para que los cineastas ecuatorianos puedan tener acceso a los grandes nombres y grandes películas del documentalismo mundial y también estamos conscientes de que muchos de los estrenos nacionales se darán dentro del festival o tendrán parte de su exposición aquí y en eso sentimos una gran responsabilidad de ser parte del crecimiento y del movimiento documental del Ecuador.
El Festival EDOC le aporta al medio lo que las salas de cine y televisión no traen, una programación pluralista que tiene el amor al cine y la pasión por el cine documental como eje fundamental. Entonces, me parece que desde el festival aportamos a crear ese imaginario audiovisual que es esencial para crear una cultura cinematográfica y sobre todo una soberanía audiovisual en el país.
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Ahora sí, ¿qué están esperando? Revisen la programación AQUÍ MISMO y vayan corriendo a encontrarse con el cine de estos personajes extraordinarios. Ese cine nos hace pensar en que nosotros mismos y la gente que nos rodea a diario podemos ser igual de extraordinarios y tener historias para contar también.