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Amour de Haneke

El cine retrata el movimiento de la vida, y la vida en movimiento; y en dicha moción, también retrata la quietud. Para los personajes de “Amour” de Michael Haneke, el tiempo sigue su marcha pero su vida se ha contenido. Resulta casi como una paradoja. Tanto para ellos como para nosotros como espectadores, es inevitable que el tiempo nos absorba en su lenta marcha hasta el momento que dejemos de ser un pasajero más de su eterno viaje.

“Amour” cuenta la historia de Anne y Georges, una pareja felizmente casada que se ve enfrentada ante la imposibilidad de ser, por la vejez, el olvido y la misma quietud. Es una historia tan cruel como tierna, que se expresa a través de dos ejes principales: la actuación y la fotografía.

Los dos protagonistas son interpretados por Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant, dos grandes actores franceses conocidos por trabajar por separado con artistas de la talla de Alain Resnais, Krzysztof Kieślowski y Éric Rohmer. Ahora lo hacen con Haneke, y es un testamento a su colaboración que, al retratar el presente de la vida de estos personajes, subyacen su pasado a la vez que establecen su futuro. No es necesario observar momentos de toda la vida que han compartido juntos para entender el gran amor que han tenido, vive y seguirá.

La fotografía de Darius Khondji, sumamente observadora, desafía dicha paradoja del movimiento y la quietud, expresando dicha vida a través de plano secuencias y tomas largas- dentro de los cuales hasta Anne y Georges se empiezan a encontrar suspendidos. Es un símbolo sencillo, preciso y poético del frenazo del tiempo.

Esta es posiblemente la obra que Haneke debía crear en éste punto de su vida, al igual que Anne y Georges son personajes que Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant debían interpretar ahora. “Amour” es una obra minimalista que cuenta con lo básico, al igual que sus personajes a esa altura de sus vidas. A través de dicho minimalismo fotográfico y actoral, la obra expresa un universo entero – presente, pasado y futuro. Su constante, su hilo conductor es el amor. Y es éste el que da movimiento al cine.

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