Todo es posible en La Isla de Vapor

por Manu Guayasamín
En “La Isla de Vapor”, Abigail Cárdenas dejar volar su creatividad sin restricción. Recorremos esta muestra repleta de una imaginación sin límites que se puede ver y tocar.

A finales de febrero, en la pequeña y acogedora galería “Khôra” en el sector de la González Suárez en Quito, Abigail Cárdenas presentó al mundo “La Isla de Vapor”. Esta muestra contiene distintas esculturas e ilustraciones de la artista visual que se adhieren a un concepto: la inmaterialidad de la imaginación… hecha material.

Para ser honesta, no conozco mucho de artes visuales, y la idea de hacer una “reseña” de esta exhibición me resultaba terrorífica. Una vez que salí de la galería, el temor se había achicado. “La Isla de Vapor” es el ejercicio perfecto para perderle miedo al arte. Sobre todo a ese que nos puede resultar más abstracto.

La Isla de Vapor, de Abigail Cárdenas, abrió sus puertas en la galería Khôra. Fotos por Manuela Vásquez.

En la obra se plantea enfrentar y darle vuelta a lo intangible y lo inconcluso que sucede en la cabeza de su autora. Así, cuando el público tiene la oportunidad de ver estas piezas expuestas en una galería de repisas y paredes blancas, también puede enfrentarse —como pueda— a figuras y cuerpos intencionalmente inacabados.

Visitar la “Isla de Vapor” es poner a prueba tu imaginación, más que tus capacidades de interpretación, o tus conocimientos en artes plásticas, para reconocer y familiarizarte con las creaturas de la isla.

Puede ser por esto que las piezas más provocativas de la muestra son, definitivamente, las figuras de papel maché y cerámica a las que Abigail bautizó como “masas”. Hay torsos, extremidades, cabezas, cuadrúpedos decapitados, pero también están formas más desdibujadas y atravesadas por elementos orgánicos, como ramas, para adquirir una especie de completud y personalidad.

«Cuerpos incompletos» y «reminiscencias de lo real». La Isla de Vapor como «contenedor de otras vidas.»

Para Abigail, que no es ajena a mostrar su trabajo en dibujo al público con el pseudónimo de EECO, presentar “La Isla de Vapor” resultó más intimidante de lo que creía porque expone un mundo interior más privado, que en un punto pensó “podría verse muy infantil”. Además, para materializar los elementos de este mundo, eventualmente tuvo que migrar de su medio favorito (la ilustración) y aventurarse en otros materiales que la ayuden a dar vida a eso que sólo tenía vida en su cabeza.

Hay una tarea exhaustiva en reconocer esa isla interior que de no ser así, abandonaría negligentemente todos los procesos creativos que ocurren en la mente. Identificar este territorio puede, de cierta manera, semejarse a la lógica de cuando somos niñxs e inventamos mundos y personajes a diestra y siniestra, sin importar que estos tengan sentido con la realidad. Pero, permitir a tu creatividad simplemente ser, en la lógica y la falta de ella, es un acto casi transgresor en la adultez.

Para Abigail es evidente que tanto las cosas que vemos fuera, como las que vemos dentro, merecen ser exploradas, y esto hace a la obra todo menos infantil. El resultado son piezas que son entretenidas de ver. Unas son más fáciles de «interpretar» o “entender” (énfasis en las comillas), y otras requieren que las observes por más tiempo. No para fingir que sabes apreciar arte contemporáneo, pero para trasladar lo que ves a tu propio espacio “vaporoso”. Ese espacio que da más posibilidades a los cuerpos de existir de forma incompleta, mutable y sin restarles posibilidades.

Abigail utilizó distintos medios para representar su isla vaporosa.

Caminar por «La Isla de Vapor» fue recibir una partecita genuina y sincera de esta artista visual que acaba de graduarse de la universidad. Un intercambio justo, siempre y cuando quien esté observando esté dispuesto a convivir con las creaturas de papel y de barro. Que se comprometa a no dejarlas abandonadas en este mundo físico, y les dé un hogar —desde su sensibilidad— en los territorios de fantasía que no acostumbramos transitar en el día a día.

Para acabar, rescato unas cuantas líneas del discurso que Abigail dio en la inauguración de la muestra porque permitieron alejarme de ese miedo hacia las exposiciones de arte, pero sobretodo, a alejarme de las dudas de nuestras propias capacidades como público y el poder intrínseco que cada unx tiene para crear:

“La isla de vapor empieza en el mirar en las nubes, sobre descubrirme como hacedora de pequeñas realidades…”
“…isla que abrazo porque está resquebrajada, está doliente, imprecisa, pero viva…”
“…de aparentar ser [territorios] desérticos, hasta que dibujamos en ellos.”

«La Isla de Vapor» fue el proyecto titulación de Abigail Cárdenas para la carrera de Artes Contemporáneas.

***

La exposición de Abigail Cárdenas estaría abierta hasta finales de marzo, pero la situación actual de emergencia por la pandemia de Covid-19 requiere que nos quedemos en casa para no incrementar el número de contagios en la ciudad y el país. Esperamos que la crisis pase lo más pronto posible para que esta y otrxs artistas, así como los espacios que lxs reciben, puedan retomar sus actividades. Mientras, pueden seguir a Abigail Cárdenas y Khôra en sus redes y continuar apoyándoles desde la virtualidad.

El público en la inauguración de la muestra en la galería Khôra.

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