¿Qué podemos esperar de la última temporada de Better Call Saul?

por Jorge Bayas Lituma
La filmación de la última temporada de Better Call Saul ha comenzado. Repasamos los aspectos que no puedes pasar por alto antes de verla.

Hace unos días tuvimos noticia de que las grabaciones de la sexta temporada de Better Call Saul habían comenzado. Esta espera tan larga, que desde el principio de la pandemia había angustiado a muchos de sus fans, había llegado a su fin. Aunque una nueva y más larga espera ha comenzado.

Según estiman sus creadores, la siguiente entrega del programa protagonizado por el abogado más carismático y vil de Netflix verá la luz recién en los primeros días de 2022. ¿Qué podemos hacer hasta entonces?

Tal vez lo mejor sea revisar, una vez más, todo lo bueno que la serie ha entregado hasta el momento y repasar las preguntas que deberán ser respondidas para que el universo de Breaking Bad quede por fin completo.

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Breaking Bad es, indudablemente, una de las series más celebradas de la década anterior. Su combinación de géneros —entre los que podemos citar el western, la comedia negra, la tragedia, las series de crímenes, e incluso, durante el célebre episodio “Fly”, el teatro del absurdo—, su alto nivel de simbolismo, la complejidad y desarrollo de sus personajes, y el gran manejo de los diálogos y la cinematografía, la convirtieron en motivo de adicción para millones de espectadores.

Memes, camisetas, canciones y referencias a diálogos conocidos de la serie no tardaron en salpicar la cultura popular. Y el propio actor protagonista del aclamado programa, Bryan Cranston, pasó de ser, en el imaginario popular, el bondadoso e impulsivo padre de Malcom a ser Walter White, el inclemente capo de la droga que no teme arruinar vidas para aumentar el monstruoso poder que, cerca del final de su vida, ha descubierto.

Cuando Breaking Bad acabó en 2013, con aquella escena agridulce en que Walter moría en el laboratorio, acompañado de la música de Badfinger, un vacío surgió de inmediato. La televisión se había quedado sin su mito más reciente. ¿Quién lo llenaría? Y, en caso de que eso sucediera, ¿cuál sería el momento?

Aquí está la clave: nunca pasó. No por lo menos hasta ahora.

La tentación de continuar dentro de la misma línea que uno ha venido seguido los últimos años, especialmente después de un éxito superlativo, siempre es grande. Después de todo, el público ganado ya está, por decirlo de algún modo, habituado. Basta con entregarle una nueva probada de su comida favorita para tenerlo en la mano.

Sin tardanza, Vince Gilligan y Peter Gould se arrancaron esta tentación de cuajo. Según han confesado varias veces, en un inicio su plan no era hacer una segunda Breaking Bad, sino una especie de comedia, con el abogado criminal Saul Goodman, uno de los aliados más carismáticos y viles de Walter White, como protagonista.

Ninguno de ellos sabía cómo hacer una comedia completa, por lo que la opción quedó descartada. ¿Qué quedaba, entonces? ¿Volver a la primera opción? Ni soñarlo.

Al final, la solución fue, al mismo tiempo, más y menos sorpresiva de lo esperado.

Más que ego, individualismo

Lanzada en 2015, la precuela Better Call Saul es, en muchos sentidos, una serie parecida a Breaking Bad. Ambos programas tratan sobre el crimen, incluyen dosis de comedia, recurren al simbolismo, están llenos de personajes complejos y bien desarrollados, y, por último, están sostenidos por buenos diálogos y una impresionante cinematografía —mucho más Better Call Saul—. Pero las diferencias son, así mismo, muy grandes.

Y la más notoria es la personalidad del personaje principal y sus motivaciones.

El protagonista de Breaking Bad, Walter White, es una especie de Fausto moderno. Un hombre de mediana edad con un cáncer de pulmón incurable —un hombre de ciencia, para que quede claro el paralelismo— que siente que ha fracasado y por eso ansía vivir con intensidad el resto de su vida y ganarse el respeto de quienes lo rodean. Un ser gris y reprimido que desea convertirse, por el fin, en el ideal masculino que demanda la sociedad. Prototipo claro de masculinidad frágil.

 

El protagonista de Better Call Saul, Saul Goodman, o Jimmy McGill (Bob Odenkirk) antes de sucumbir al “lado oscuro”, es, en tanto, un antihéroe quizá más cercano a nuestro tiempo. En un principio, no busca el éxito principalmente a causa de su ego. No quiere encajar dentro de los cánones masculinos que la sociedad le impone. Simplemente quiere redimirse, dejar atrás ese cruel individualismo que adquirió cuando, de niño, un hombre que estafó a su padre le aseguró que la sociedad se dividía entre lobos y ovejas. ¿Qué quería ser él?

Jimmy, por supuesto, escogió la primera opción y se convirtió en un estafador prolífico conocido como “Slippin Jimmy”. Vivió una vida sin reglas, animada en parte por la amistad que lo unía con su compañero de aventuras, Marco, hasta que fue a parar a la cárcel. Su hermano, Chuck, abogado exitoso y de moral aparentemente intachable, lo rescató de ese embrollo y le hizo prometer que iba a cambiar.

Nuestro protagonista prometió que así lo haría. Comenzó a trabajar en el bufete de su hermano entregando el correo y, al ver a su hermano Chuck como modelo, decidió convertirse también en abogado. Hizo la licenciatura en línea, en una universidad de escaso prestigio llamada Universidad de Samoa Americana, pasó el examen y consiguió su habilitación.

Better Call Saul

El pasado tiene gran influencia en el destino de los personajes de BCS. Fotograma de la serie

Hasta ese momento todo parecía ir en ascenso. Pero uno no se deshace del pasado con tanta facilidad. Muchas veces queda ahí como una mancha tenue, casi invisible, que, no obstante, afea el conjunto perpetuamente.

Chuck es quien representa esta perspectiva. No cree en el cambio de su hermano. Ve a este como una especie de fuerza contenida que debe estar colocada en un recinto resguardado que no permita que se desencadene.

Así, ser abogado, una profesión que entraña responsabilidad y madurez, es lo último en que Jimmy debería pensar. Por ello decide ponerle varias trampas buscando que, al caer en desgracia, este renuncie a su deseo de hacer una carrera en el derecho y se dedique a otra cosa.

No se percata de que, con esas acciones, sólo está empujando a Jimmy al individualismo y adelantando su propia muerte.

A partir de ahí empieza a desenvolverse esta historia atravesada por dilemas fuertes y complejos que derriban cualquier interpretación maniquea o excesivamente moralista de la vida.

Una galería de personajes ricos e historias apasionantes

Un segundo aspecto de Better Call Saul, que no agradará de entrada a quienes disfrutaron de las trepidantes temporadas de Breaking Bad, es la lentitud. En lugar de apelar a las fuertes emociones y los giros repentinos de la trama propios de la primera serie de Vince Gilligan y Peter Gould, Better Call Saul se consume con sobriedad.

Lo cotidiano reemplaza lo extraordinario. El suspense de las reuniones con peligrosos narcotraficantes es sustituido por dilemas de oficina y conflictos personales menos grandilocuentes. La psicología, que en BB estaba diluida en una trama repleta de emociones, aquí tiene un rol preponderante.

Eso no quiere decir que no haya crímenes y peligrosas intrigas policiacas. De hecho, varios personajes del mundo del hampa como Héctor y Tuco Salamanca, Eladio Vuente y Gustavo Fring hacen su aparición otra vez, pero de forma más sutil.

Y nuevos personajes fascinantes, y otros que ya vimos en BB, adquieren dimensiones más profundas. A continuación, describo a algunos de los principales.

Kim Wexler (Rhea Seehorn)

Quizá el mejor y el más complejo y misterioso personaje de la serie. Mucho más que el propio Jimmy McGill.

Kim es una abogada que Jimmy conoció cuando repartía el correo en la firma de Chuck. Es inteligente, responsable y, al parecer, amante de las normas.

Con ese carácter, ¿cómo acabó teniendo una relación sentimental tan fuerte con el protagonista? ¿Qué une a ambos? La explicación recae en el pasado de la esforzada abogada, que transcurrió en un pequeño y aburrido pueblo del que buscaba escapar a toda costa, así como en las verdaderas motivaciones que la gobiernan al desempeñar su profesión.

Kim busca hacer el bien a toda costa. No cree en las normas sociales por ellas mismas, sino como medios para sus fines. Además, adora el riesgo. Ello la llevará a tomar decisiones cuestionables que, con el tiempo, sorprenderán al propio Jimmy.

En esta sexta temporada seremos testigos del alcance que tendrán los planes macabros que elaboró al final de quinta temporada en contra de su anterior jefe, Howard Hamlin.

 

Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks)

El antiguo policía que se desempeñaba como empleado de Gustavo Fring en Breaking Bad.

Mike es un hombre destruido y corrompido. Su hijo murió en medio de una situación escabrosa, y se sabe totalmente perdido en lo que respecta al plano moral. Las únicas cosas que lo sostienen son el código de comportamiento que lo guía en sus actividades ilícitas y el amor por su nieta.

En BCS, donde adquiere el trasfondo que le faltó en la serie anterior, somos testigos de su descenso final a los infiernos después de que empieza a trabajar con Fring.

Para la sexta temporada, su personaje ya está plenamente desarrollado, por lo que no cabe esperar sorpresas de su parte. Aunque quién sabe, tal vez Mike vuelva a fascinarnos como lo ha hecho desde el principio de la serie.

Chuck McGill (Michael McKean)

Vale decir que Chuck está muerto desde el final de la tercera temporada. Pero las consecuencias de sus actos siguen presentes en la serie.

A fin de cuentas, fue él quien, en busca de lo contrario, volvió a sacar a la luz, y con más fuerza, el lado más individualista de Jimmy. Chuck, como una suerte de Pigmalión negativo, jamás confió en su hermano y terminó por crear al sujeto sin escrúpulos que vemos en BB.

Además, la aparente moral intachable y el supuesto juicio maduro que el exitoso abogado tiene sobre el resto de las personas están viciados. A diferencia de Jimmy, cuyo carisma natural le permite agradar con facilidad a todos los que lo rodean, Chuck es poseedor de una personalidad más discreta.

Ello lleva a su madre a preferir a Jimmy como hijo, y a su ex esposa, Rebeca Bois, a simpatizar con éste a pocos minutos de haberlo conocido, en un flashback inolvidable. Conocedor de las limitaciones de su carácter, que tuvo que compensar con base en el esfuerzo, el poder de su inteligencia y el respeto por las normas, sin pensarlo, el mayor de los McGill actúa movido por sus traumas.

Esto desencadena su trágico —esta palabra no es gratuita; si no han visto la serie, véanla para saber por qué— suicidio al término de la tercera temporada, luego de que, en una complicada pelea de hermanos, sea Jimmy quien venza.

Ignacio “Nacho” Varga (Michael Mando)

Para muchos, el Jesse Pinkman de BCS.

Nacho es un joven ambicioso que, sin pensar en las consecuencias, se ha involucrado en los negocios del Cartel de Eladio Vuente y la familia Salamanca. En un comienzo se nos presenta como un hombre cruel y disciplinado que no teme administrar los métodos de justicia con que cuenta la organización para la que trabaja.

Conforme transcurre la serie, sin embargo, nos damos cuenta de que Nacho está consciente de que ha cometido un error muy grave al involucrarse con el hampa. Los negocios con el Cartel han terminado por perjudicar a su familia y él sólo desea abandonar este mundo peligroso que con temeridad prematura ha elegido.

Para llevarlo a cabo, hace varios intentos pero fracasa, pues cada vez que se deshace de un obstáculo —Tuco y Héctor Salamanca—, uno más grande aparece sobre su camino.

En esta sexta temporada posiblemente sabremos qué tan contraproducentes serán las acciones que Nacho desplegó contra su antiguo aliado Lalo Salamanca.

Lalo Salamanca (Tony Dalton)

La aparición de Lalo Salamanca, cerca de la conclusión de la cuarta temporada, cambió el tono de BCS.

Con su irrupción, la lentitud de la acción y el desarrollo psicológico gradual de los demás personajes fueron sustituidos por el suspenso y la intriga. Así mismo, Gustavo Fring encontró a un oponente capaz de plantarle cara y amenazar sus planes.

A diferencia de los demás integrantes de su familia, Lalo no es impulsivo ni demasiado transparente en lo que respecta a sus intenciones. Tampoco se entretiene en exceso al momento de ejecutar un movimiento. Pese a su personalidad alegre y carismática, el menos famoso de los Salamanca se muestra como un hombre frío, agudo y eficiente. Eso lo convierte en el villano más peligroso de la serie.

Queda por ver cuál será su venganza en contra de Gus y Nacho en los próximos capítulos.

¿Cómo encajarán las piezas?

Por la sorpresa que provoca y las preguntas que plantea, una de las escenas más icónicas de BB es la primera del capítulo inicial de la quinta temporada. Vemos a un Walter White demacrado, con una cabellera poblada sobre las sienes, una barba de meses que decora sus arrugadas mejillas y unos anteojos de montura gruesa, comprando una ametralladora a Lawson en el baño del restaurante Denny´s.

¿Qué pudo haber sucedido para que el sutilmente siniestro químico decida comprar un arma de este calibre? ¿Por qué se moviliza en un viejo Volvo? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la muerte de Gustavo Fring? Esas son las preguntas más comunes que los espectadores se hicieron la primera vez que vieron el episodio, allá por el 2012.

No pudo haber una mejor forma de empezar la temporada. En lo que respecta a cada espectador, a la sorpresa le sucedieron una curiosidad irrefrenable y los indicios inmediatos de una mente trabajando a toda prisa en busca de una solución que una todos los puntos. En otras palabras, con este flash forward se produjeron las fan theories, que nunca faltan en una serie de calidad.

Como digna precuela, Better Call Saul no se podía quedar atrás en este rubro, e incluso lo ha hecho mejor que su antecesora. Al funcionar con el futuro como marco de referencia, la trama de la serie protagonizada por Jimmy McGill está habilitada en dos frentes.

El primer frente tiene que ver con los tornillos que deben ser puestos entre las tramas de los dos programas. Todos nos preguntamos cómo y en qué momento los sucesos que se desarrollan en BCS se conectarán con los de BB. ¿Será que Kim Wexler sucumbe al mal, termina en la cárcel, y por eso no aparece en BB? ¿Morirá acaso? ¿Se separará de Jimmy? ¿Permanecerá en Albuquerque, aunque sin ser vista en la pantalla y sin conocer personalmente a Walter White?

¿Qué pasará con el infortunado Nacho Varga? ¿Será asesinado por Lalo, o será él quien mate a su enemigo? Tenemos esperanzas de que al menos uno de los dos siga vivo gracias a esta escena en que Walt y Jesse secuestran a Saul.

 

Pero, al fin y al cabo, no podemos estar seguros. Si por algo se distinguen Vince Gilligan y Peter Gould, es por demoler constantemente las teorías de sus seguidores.

El segundo frente tiene que ver con el futuro más lejano de Jimmy, el futuro posterior a BB. Ya hemos tenido material al respecto. Esos flash forwards en blanco y negro, ubicados al principio de cada temporada, funcionan de una forma similar al que describimos al principio de esta sección. Sin embargo, en el caso de Better Call Saul, el nivel de complejidad argumental es mayor.

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Ya sabemos que en ellos Jimmy ha dejado de ser —por lo menos socialmente, aunque no en el interior— Saul Goodman. Ya estamos enterados de que, al igual que la familia Salamanca y Gustavo Fring, su momento de gloria ha sido arrasado por la influencia destructiva de su antiguo aliado y cliente Walter White. Lo único que le queda, según parece, es ocultarse.

“Gene Takovic”, la identidad que Ed “el desaparecedor” (Robert Forster) le ha proporcionado, lo mantiene a salvo de la cárcel. Pero le ha quitado la oportunidad de hacer lo que le daba felicidad. La personalidad fría y reservada que debe proyectar a diario para pasar desapercibido es la negación misma de la personalidad extravertida de Saul.

¿Qué le queda en la vida? No vemos a Kim por ahí, y tampoco puede permitirse placeres hedonistas que llamen la atención. Lo único que puede hacer es ir a su casa y, de forma evidentemente nostálgica, reproducir los viejos comerciales de “Better Call Saul” en su televisor.

Aquella rutina aburrida que lo está matando lentamente —una prueba de esto es la escena en que se desmaya a causa del estrés y es llevado al hospital— es interrumpida por un taxista que lo reconoce y le pide que pronuncie su frase característica. De una manera similar a la aparición de Lalo Salamanca en la trama principal, este hecho ha cambiado las cosas en la subtrama de “Gene”.

Ya se descartó la posibilidad de que acuda a Ed nuevamente, así que seguimos preguntándonos qué hará. ¿Se entregará a la policía y expiará sus culpas? ¿Se involucrará en otro negocio peligroso? ¿Asumirá una nueva identidad construida por él y volverá a su vida anterior? ¿Se mudará a otro país? ¿Morirá? ¿Estará Kim Wexler por ahí para ayudarlo?

Lo más probable es que lo sepamos en esta última temporada. Y no podemos esperar a que ocurra.

Better Call Saul

¿En qué terminará la historia de Gene? Fotograma de BCS

Un universo que crece en complejidad

Una de las características más atractivas que ha adquirido con los años el universo narrativo creado por Vince Gilligan y Peter Gould es la complejidad. En él nada queda olvidado. Los personajes reaparecen y realizan cameos, o son mencionados de paso para que veamos el nivel de su influencia en las vidas de los demás.

Nada se desperdicia. Un mínimo diálogo inventado al andar puede servir para la creación de un nuevo personaje más tarde —Lalo Salamanca e Ignacio Varga son los ejemplos más evidentes—. El desarrollo de la personalidad de cada actor relevante dentro de la trama, como ocurre con Lydia Rodarte en BCS, no se deja al azar. Incluso en el plano más superficial vemos una cuidada atención por los detalles: algunos negocios y marcas reaparecen, evolucionan, o son reemplazados ingeniosamente por otros.

Es por eso por lo que Better Call Saul es tan interesante. Porque, además de funcionar como una gran serie por derecho propio y entregarnos tipos más humanos de lo que la propia Breaking Bad fue capaz de darnos, con esta sexta entrega volverá redondo y coherente un mundo ficticio complejo y sobrecogedor que no deja a indemnes a los personajes o espectadores.

Un gran amigo, que fue quien me recomendó ambas series, me aseguró que no sería la misma persona luego de verlas. Tenía razón. Al ver BB y BCS entramos en un universo desafiante y lleno de matices dentro del que nuestras ideas preconcebidas y simples sobre la moral no nos ayudarán en nada a captar qué es lo que se esconde detrás de lo que creemos despreciable y monstruoso. Y lo cerca que todos estamos de sucumbir ante lo último.

La naturaleza de la serie impide las interpretaciones simples. Fotograma de BCS

 

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