La nueva cinta ecuatoriana trata el tema de la migración, pero desde el otro lado. Anímate a verla.
Dirección: Paúl Venegas
Guión: Martín Salinas, Carlos Andrés Terán y Paúl Venegas
Protagonistas: Yin Baode, Marcos Chuncho, Meizhen Den, Ricardo Velastegui y Fu Jing
País: Ecuador
Año: 2019
Duración: 90’
La migración no es un tema desconocido para la sociedad ecuatoriana. Desde finales del siglo pasado, las rejas del antiguo aeropuerto Mariscal Sucre han atestiguado a muchos viendo a sus seres queridos emprender un viaje en busca de un mejor futuro. Aunque, así como hay gente que se iba, también hay quienes han encontrado en el Ecuador bastante más que un país de pasada.
En nuestro cine podemos encontrar varias películas con historias al respecto: Prometeo Deportado, de Fernando Mieles, o Rabia, de Sebastián Cordero. El reciente estreno ecuatoriano, Vacío, del cineasta Paúl Venegas —Alberto Spencer: Ecuatoriano de Peñarol—, también propone una temática migratoria. Pero narrada desde la perspectiva de los “otros”.
Por lo general la realidad se ha encargado de que el pueblo ecuatoriano sea el protagonista del proceso migratorio. Algo a destacar de Vacío es la inclusión de una trama que narra el otro lado de la historia. Ahora nuestro país es quien acoge a los hijos de una nueva cultura. Y no a cualquiera, sino a la milenaria identidad china, que es bien representada a lo largo de la peli. Y para ello, la cinta cuenta con un cast integrado en su 90% por actores no profesionales de esa nacionalidad.
Quizá si los protagonistas fuesen nacionales, la expresión que se escucharía en la sala de cine sería: “Otra vez una película de migración, ya cánsense!”. Vacío es intrépida por esta circunstancia, porque uno queda atrapado por los diálogos en mandarín, con los que a veces es difícil identificarse. Además, hay otro punto de entrada. No fascinarse con el constante movimiento de fondo de la Perla guayaquileña, donde sucede la historia, es difícil.
En ese sentido, el lugar ambientación fue escogido inteligentemente. Después de todo, es en la región costera del territorio ecuatoriano donde se encuentra la mayor cantidad de migrantes asiáticos. Manta, Quevedo y hasta el mismo Guayas son reconocidas por albergar a muchos ciudadanos de “ojos rasgados”. Es el lugar perfecto para un film como Vacío.
Venegas resalta el hecho de que los actores no son profesionales. Son personas comunes que se asentaron en Guayaquil hace ya algunos años y encajaron perfectamente en el perfil que se buscaba en el casting realizado en 2016. Además de esto, el director también admite que la inspiración para esta historia proviene desde su misma situación como inmigrante en los seis países en donde ha pasado parte de su vida.
La narrativa audiovisual recuerda mucho a películas orientales, como las del maestro japonés Yasujiro Ozu, retratando la cotidianidad guayaquileña en planos casi estáticos y con movimientos mínimos en su mayoría. Este acogedor sentir asiático no se habría podido lograr sin la dirección de arte, escenografía y vestuario. Ya que cada elemento está sutilmente escogido: vasijas de porcelana fina, trajes de gala, y lo más atractivo: la característica caligrafía china. Esta misma funciona dentro de la línea narrativa como separador de capítulos, que mientras progresan, muestran la decadencia. La manera en que el objetivo trunco de llegar a la ciudad de New York sumerge a la protagonista, Lei, en un verídico vacío.
Pero, como se dijo antes, no todo es China dentro de Ecuador. Pues las costumbres e iconos costeños no podían faltar. Entre otros, la Perla del Malecón 2000, la tradicional cangrejada y el estadio George Capwell de “El Bombillo”, del que el personaje interpretado por Ricardo Velastegui, Víctor, es hincha fiel. Este entretenido personaje es quien pone la sazón nacional al largometraje, con sus piropos batracios y actitud sabida —léase como guayaco—. Este mix-up de culturas es algo que atrae mucho de este filme, puesto que nos saca un poco de lo cotidiano común de la representación del Ecuador. Algo muy bien logrado por parte del guion y de la producción.
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El día del pre-estreno, el Supercines de la Av. 6 de Diciembre se vio abarrotado por personajes de la creciente industria audiovisual nacional, que coparon dos salas. Un aire entusiasta sobre el nuevo estreno nacional se sentía. Quizá porque la trama ofrecía expandir el panorama de nuestro cine. Para siga en expansión hacia nuevos territorios y espacios, no sólo en calidad de producción sino también en alcance.
Luego de la función, el público salió complacido hacia el lobby del cine, en donde se encontraban los responsables del filme: el director acompañado de su equipo y, sobre todo, de los actores, a quienes no paraban llamar para las respectivas fotografías. En la alfombra roja, decorada con lámparas chinas, desfilaba el director con una sonrisa evidente mientras brindaba entrevistas al más puro estilo farandulero.
Tengo una pésima memoria, pero, a pesar de eso, quiero permitirme parafrasear la introducción con la que Paúl Venegas abrió la función: “El vacío se siente y cada uno verá cómo lo llena después de acabada la proyección”. Ese día yo también perdí algo que aún no logro reemplazar. Pero esa historia será para la próxima, porque se me acabaron las palabras.
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En este enlace podrás consultar los mejores horarios para sumergirte en la experiencia que entrega Vacío.