¿Por qué ver La Leyenda de Korra nos puede ayudar a entender la política actual?

por Juan Sebastián Jaramillo
Por si no la has visto todavía y sólo has tripeado La Leyenda de Aang. Acá te contamos por qué La Leyenda de Korra es una buena opción para entender el mundo actual.

Korra

Ya son dos meses desde que La Leyenda de Korra llegó a Netflix con todas sus temporadas. Aunque la serie derivada de Avatar: La Leyenda de Aang se estrenó en 2012 y concluyó en 2014, hoy es un buen momento para mirarla y ver las similitudes del mundo de Korra con el nuestro.

Los mundos de fantasía se caracterizan por ser bastante diferentes al nuestro y, a la vez, metáforas de la realidad que vivimos. Por definición, un mundo de fantasía se caracteriza por tener sus propias leyes y lógicas, ajenas a la realidad.

Normalmente, en el mundo de fantasía las leyes de la ciencia no aplican o son distintas a las de la vida real. Esto incluye a la biología —pensemos en los animales híbridos del mundo Avatar— o la física. Las cuales se ven desafiadas por la existencia de criaturas fantásticas o elementos como la magia y demás habilidades sobrenaturales.

No hablamos, eso sí, de la ciencia ficción, género basado en la ciencia y la tecnología para imaginar mundos futuros, muchos de ellos distópicos.

En ese sentido, La Leyenda de Korra, al igual que la historia de Aang, se sitúa en un mundo fantástico, lleno de torrentes espirituales, seres mágicos y personas con habilidades sobrenaturales —los maestros de los elementos, dragones, espíritus y demás—.

Korra

Aang (izquierda) y Korra (derecha). Los protagonistas de ambas historias

Sin embargo, a pesar de que el mundo de Aang y Korra es muy diferente de la realidad que habitamos, la cultura de los personajes que lo habitan y la tecnología que manejan no se aleja tanto de algunas culturas del planeta Tierra. Podría decirse que toma una base realista, juega con ella, le añade fantasía y combina sus partes hasta conferirle al mundo creado una vida y una autonomía propias.

Empezando por lo obvio. La historia de Aang y Korra se da en un contexto muy similar a las culturas asiáticas o sus religiones. Hay mucho en común, tanto en la vestimenta como en la espiritualidad, con la cultura hindú, la china o la mongol, por nombrar algunas. La espiritualidad, sobre todo, recuerda mucho al hinduismo y al budismo. Por ejemplo, hay muchos paralelismos entre el concepto del Avatar y el del Dalai Lama, el conocido líder espiritual tibetano.

Tanto el Avatar como el Dalai Lama son considerados encarnaciones de un maestro elevado o gurú. Korra es la reencarnación de Aang, su sucesora directa. De este modo, el mundo siempre tendrá un Avatar que vele por su seguridad. Según los códigos tibetanos, lo mismo sucede con el Dalai Lama, quien se encarna a este mundo en un lapso breve, de hasta 49 días después de su última muerte.

Dicho esto, adentrémonos en por qué La Leyenda de Korra es una serie que, a través de la fantasía, nos puede ayudar a entender la realidad sociopolítica del mundo contemporáneo.

Ciudad República. Fotograma de La Leyenda de Korra

Paralelismos con la realidad

Primero, lo evidente. La serie se desarrolla en un tiempo, tecnológicamente hablando, muy distante en apariencia del de Aang. Mientras que la historia del avatar niño tiene lugar en un contexto parecido al del Renacimiento y la Conquista de nuestro mundo, en el que el feudalismo y el imperialismo expansionista se habían establecido como el contexto sociopolítico de la serie, el tiempo de Korra es totalmente diferente.

En lo que respecta a edad, la joven avatar está apenas dos generaciones después de la de Aang. Es decir, podría ser su nieta. Sin embargo, en ese lapso de tiempo que ha transcurrido entre el fin de las venturas de Aang y el principio de las de su sucesora, ha habido avances políticos y tecnológicos que establecen una gran diferencia entre la realidad que perciben los dos avatares.

La realidad de Korra se sitúa en un contexto globalizado, donde la metrópolis Ciudad República representa el centro del mundo. En ella habitan y gobiernan personas de las cuatro naciones que lo conforman: Aire, Tierra, Agua y Fuego.

Ciudad República es una especie de Naciones Unidas, en la que los líderes de cada nación forman un Consejo que toma las decisiones políticas. De hecho, desde el mismo nombre de esta ciudad ya se puede apreciar cuál es la intención de los creadores de la serie con ella. Esta ciudad es una representación de las primeras democracias europeas post Revolución Francesa.

Por otro lado, como lo dijimos, el avance de la tecnología también da un salto impresionante entre la era de Aang y la de Korra. La segunda serie del mundo Avatar parecería estar ambientada en una era similar al capitalismo modernista, de principios del siglo XX, donde la producción en masa, el motor a combustión y a vapor, la energía eléctrica y, curiosamente, los robots —no autómatas— existen.

Los retos de Korra

Es así como el Avatar encarna de una era. Se puede entender el mundo de esta serie dividiéndolo en la era de Korra, la de Aang, la de Wan —el primer Avatar—, la de Rolu, etc.

Y es así como cada Avatar recibe el legado de la nueva estabilidad lograda por el anterior. Aunque esta última está en constante transformación y, por ende, se ve amenazada por nuevos desequilibrios y atravesada por otros retos. Empezando por los que debe enfrentar su personaje.

(alerta de spoilers)

A diferencia de la historia de Aang, la estructura de La Leyenda de Korra no está dividida con base en el camino que tuvo que tomar el Avatar para dominar cada elemento. De hecho, Korra domina tres de los cuatro elementos desde los primeros capítulos. La estructura de su viaje es distinta en ese sentido.

 

Los títulos de los cuatro “libros”, o temporadas, son, respectivamente: Aire, Espíritus, Cambio y Balance. Los retos que enfrenta Korra a lo largo de estas cuatro etapas tienen poco o nada que ver con su manejo de los elementos, y están más relacionados con los desafíos de la sociedad actual.

En el libro inicial, por ejemplo, se cuenta el enfrentamiento que tienen Korra y Ciudad República con Amon, un terrorista autodenominado “igualitario”. El movimiento que este encabeza consiste en un grupo de personas que busca acabar con los maestros en el mundo, para que estos dejen de “abusar” de las personas sin poderes.

Es decir, como villano, Amon nace de una innegable desigualdad entre las capacidades de lxs maestros y lxs no maestros, pero lo lleva al fanatismo extremo. De forma similar a Aang, pero con intenciones opuestas, Amon tiene la capacidad de quitar los poderes de lxs maestros. Y se vuelve su propósito de vida despojar de sus habilidades a quien las tenga. Esto provoca, por supuesto, que él sea un líder popular entre lxs no maestros.

Korra

Amon, el siniestro líder de «Los igualitarios». Fotograma de Avatar: la Leyenda de Korra

En el Libro Dos, la cosa cambia. Con la recientemente obtenida estabilidad republicana, la amenaza ya no es política, sino espiritual. Un malvado líder de una de las tribus busca convertirse en el “Avatar Negro”, alineándose a las fuerzas espirituales opuestas a Korra. Ella logra, finalmente, generar un equilibrio entre el mundo espiritual y el físico.

Los libros tres y cuatro, sin embargo, retornan los problemas de la nueva política global. En el primero de estos últimos, Korra se enfrentará a una banda de criminales que consideran que no debe haber líderes de ningún tipo, ya sean monarcas o autoridades electas.

Esta es, tal vez, la lucha más difícil que tendrá Korra en la serie. Zaheer, el líder de la secta anarquista, es un poderoso maestro aire, con una gran fuerza espiritual y que ha formado un equipo de mercenarios de élite.

El desenlace de ese libro no es nada fácil para Korra y termina dejándola muy herida y limitada. Posteriormente, en el libro cuatro, la amenaza viene del contexto histórico que heredó Aang a Korra, y también de sus batallas perdidas.

La creación de Ciudad República y la unificación de las naciones dejó la vía libre para que un discurso militarista se apodere de la Nación de la Tierra, una de las grandes perdedoras de ese proceso.

Kuvira, una maestra tierra, se erige, de manera similar a Mao, en China, o a Simón Bolívar, en la Gran Colombia, como unificadora de naciones. Territorios, una vez unidos y ahora separados y autónomos, se someten a los planes de Kuvira, que están atados a la creación de un gran ejército imperialista.

Los retos del mundo actual

Estas cuatro partes de la Leyenda de Korra tienen mucho que ver con la historia moderna. De cierta manera, la serie es una alegoría de los retos de la humanidad en el siglo XX.

La globalización, la consolidación de los Estados nación, la implementación de la democracia, las guerras mundiales y la lucha de clases no son temas ajenos a este mundo de fantasía.

En él se están poniendo a prueba, constantemente, la estabilidad y el orden, y ello casi siempre ocurre por culpa de personas con ansias de poder y espíritu antidemocrático. Algo que necesita de una fuerza colectiva igual de poderosa que lo contenga. Así, el viaje de Korra, a diferencia del viaje de Aang, está siempre acompañado por la cooperación y unión entre todas las naciones.

De cierta manera, esta historia evoca la crisis de la democracia liberal que vive el mundo actualmente. Líderes autoritarios y represores están constantemente al acecho del poder para manejar los problemas actuales con base en su visión personal, sin importar los grandes consensos de la humanidad del siglo XX, como los derechos humanos y la cooperación internacional.

Resulta interesante ver cómo los enemigos de Korra surgen de contextos muy similares a los del mundo actual: desigualdad, exclusión, fanatismo religioso y rastros del colonialismo. En cierta manera, los enemigos de Korra son antihéroes, porque buscan derrotar un status quo injusto y represivo, pero desde una posición autoritaria y violenta.

Esto me hace pensar en las ideologías de nuestra era. ¿Cuántos movimientos extremos han nacido debido a una realidad injusta e insostenible? ¿Cuántos de estos colapsaron por querer lograr sus objetivos de la manera equivocada? ¿Y cuántos líderes autoritarios y tiránicos han surgido desde la búsqueda de justicia y paz?

 

Los retos de nuestra era son varios. Por un lado, está en veremos la estabilidad y el éxito de las democracias liberales, bandera de occidente. La pandemia ha puesto en evidencia que la democracia no es necesariamente el único modelo capaz de resolver problemas urgentes. Ahí vemos a China, con su sistema de partido único y autoritario, solventando la crisis sanitaria y económica antes que cualquier país de Occidente. Salvo, por supuesto, Nueva Zelanda y Australia.

Feminismo y Korra

Finalmente, no hay cómo olvidar el hecho de que esta sea la historia de un Avatar femenino. No son solo cuestiones de forma, más que nada, son de fondo. El movimiento feminista, si bien ha desplegado su popularidad en los últimos años,  ya existía hace ocho, cuando estrenó la serie. Este es un proceso de décadas y siglos de lucha y avance.

Al fin y al cabo, es nuestra era la que está viviendo los grandes cambios de la sociedad del siglo XXI. Algunos momentos que marcaron historia por separar un antes y un después en la lucha por la igualdad sucedieron en esta última década. Por ejemplo, la despenalización del aborto en Argentina (cuestión de fondo), o el asenso de Kamala Harris, la primera mujer y persona no blanca en llegar a la Vicepresidencia, en Estados Unidos (cuestión de forma y fondo).

También podemos sumar hitos anteriores como la despenalización (parcial) del aborto en Chile, en 2017, o en Irlanda, en 2018. Es la era de los liderazgos femeninos en la política: Angela Merkel (primera ministra, Alemania), Kamala Harris (vicepresidenta, EE.UU), Cristina Fernández (vicepresidenta, Argentina), Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) (senadora de Estados Unidos), Jacinda Ardern (Nueva Zelanda).

No es casualidad que todas ellas están involucradas con movimientos alineados al feminismo, como los partidos de centro izquierda e izquierda. Y no es casualidad tampoco, que gozan de gran popularidad.

En foto: Asami, Lin Beifonj y Ming Hua, mujeres con distintos tipos de poder en la serie.

No es casualidad que gran parte de los personajes en posiciones de poder son femeninos. En la imagen: Asami, Lin Beifonj y Ming Hua, mujeres con distintos tipos de poder, en La Leyenda de Korra.

Todo eso lo encarna Korra. Su vida es, a simple vista, la historia de una líder y gurú espiritual de un mundo futuro, en comparación a nuestra realidad. Un mundo donde los cargos políticos lo tienen mujeres como  Lin Beifong (Jefa de Policía) o su hermana Suyin Beifong (matriarca de la ciudad de Zaofu), ambas hijas de un personaje femenino importante en la historia de Aang: su amiga y maestra, Toph. Quién también se convertirá en maestra de Korra.

No es coincidencia tampoco que ese mini reino, liderado por Suyin, sea el más avanzado en otros aspectos como ciencia, seguridad, economía. Toda obra creativa, que goce de la calidad de elaboración de La Leyenda de Korra, seguramente tiene todo minuciosamente planeado. Es decir, que el fuerte liderazgo femenino en esta serie no es casual. Y qué bueno que así sea.

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Nuestra realidad, sin embargo, es diferente. Los problemas más importantes y urgentes tienen mucho que ver con nuestros sistemas económicos y políticos, así como con nuestra cultura: cambio climático, violencia de género, noticias falsas, manipulación mediática y desigualdad socio-económica, por nombrar algunos. Los problemas de Korra no son exactamente los mismos que los nuestros.

No obstante, pese al tono más maduro y sombrío que emplea La Leyenda de Korra, la serie deja algunas semillas a posibles soluciones. El Avatar es el encargado de traer balance al mundo. A pesar de que es una historia mesiánica, en la cual el destino del planeta entero recae en los hombros de una sola persona, hay algo de realista en la la resolución de los problemas. Al final, Korra solventa los conflictos al generar un nuevo equilibrio social.

Tal vez, ahí está la clave para nuestro desarrollo sostenible: balance entre las intenciones y los métodos, fondo y forma, a través de los cuales queremos resolver nuestros problemas. Alejarnos de los polos generados en los discursos políticos, y entender que cada movimiento o ideología política tiene sus razones de ser y existir. Si podemos tener una mirada empática y un acercamiento honesto al otro, tal vez podamos resolver nuestros problemas sin el uso de la violencia. Claro que, en este caso, es sólo una fantasía.

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