Se acerca junio y en Ecuador viviremos una fiesta que Francia nos comparte a través de la Alianza Francesa, que por años ha acolitado al movimiento artístico y cultural de las ciudades. La Fête de la Musique empezó en 1982 y se celebra aquí y en otros 100 países. Es uno de esos conciertos gratuitos a los que se puede ir aun si no se conoce el cartel y siempre han sabido escoger bien las bandas que lo componen, incluso las que han llegado de Francia en ediciones anteriores.
El formato ha cambiado un poco desde la primera vez que se realizó en el país. Ahora, la de ciudades como Cuenca se recarga y promete. Aquí, 5 razones por las que deberíamos disfrutar de esta celebración, ahí, al sur del sur del Ecuador:
1. Una fiesta entregada a la música. Tal cual. El 19 de junio se inaugura el Festival en el Teatro Carlos Cueva Tamaríz, el 20 los espacios privados como bares, centros culturales y restaurantes presentan programas musicales, mientras que el 21 es la fiesta en los lugares públicos. Cuenca se llenará de escenarios callejeros, cerrados, públicos y privados para dar paso a que melodías de todas partes del Ecuador llenen nuestros oídos de disfrute y epifanía. Hablamos de un evento de cultura musical y de apertura a la manifestación y a la convivencia de géneros, grupos de personas, propuestas y encuentros. La ciudad espera para estas fechas a más de 20 000 personas y contará con profesionales y voluntarios que se apunten a juntar manos.
2. 59 bandas en escena. Si pensaron que la música local independiente se resume a un puñado de bandas de Quito y Guayaquil, este sería el lugar apropiado para comprobar completamente lo contrario. Portoviejo, Ambato, Cuenca y otras ciudades han sido germen de grandes proyectos que ahora se subirán juntos a los escenarios. Una de las cuestiones que se planteó la Fiesta de la Música de Cuenca para esta edición 2014, fue hallar representantes de múltiples géneros musicales: de la música clásica, la electrónica, el jazz, al metal, la salsa, el reggae o el rock alternativo. En fin, la diversidad estará proyectada bajo las luces y será la oportunidad también para que se estrechen vínculos entre bandas y más adelante toquen en otros lados, en base a la colaboración y la camaradería.
3. 11 escenarios públicos y decenas de privados. Otro ápice del plan de la Fiesta es abrirse a locaciones nuevas y permitir a la gente escoger qué es lo que quiere escuchar. El viernes 20 será el momento de que los sitios privados inviten a casa para presentar música a su gusto y varias intervenciones están preparadas. El 21 es el día público, para escoger los lugares abiertos, a lo largo de la ciudad. Así, si prefieres el metal o el rock más fuerte puedes acercarte a la placita del Otorongo; si le haces más al reggae, te corres a la sede del MIES; si quieres bailar con ritmos populares, fusionados con gypsy, ska, bomba, vas al Parque de la Madre; para los beats más electrónicos está el Puente Roto; para el folk, La Merced y así. En todo caso, no todo es tan rígido, menos los horarios, por lo que habrá chance de saltar de un lugar a otro, según la intención y las ganas.
4. Evento familiar y seguro. Como ha sido siempre, la Fiesta de la Música se abre a la población entera, de manera que las personas puedan llevar a sus hijos, ir entre amigos, grupos de jóvenes puedan congregarse según su afinidad. En muchas locaciones, los conciertos empezarán temprano en la mañana, en otras, los horarios se extienden hasta pasada la media noche. Incluso, a través de un acuerdo con otras organizaciones sociales y gubernamentales, la Alianza Francesa ofrecerá un evento donde se presentarán artistas con capacidades especiales. Para todo esto, hay programas conjuntos de seguridad con Cruz Roja, Policía, Defensa Civil, Bomberos y guardianía privada.
5. Una excusa para ir a Cuenca. Los que no viven en esa ciudad, siempre deberían buscar ir algún momento, más aún si no han tenido la oportunidad de visitarla.Es una ciudad preciosa. Su arquitectura, la gente, su mixtura de cultura popular con elementos urbanos la hacen un lugar exquisito. Los cuencanos dicen que a veces no hay nada, pero cuando hay, se aprovecha. Este gran estertor de música seguro agregará mayor calidez al ambiente. Me lo imagino algo así como cuando la gente llega para la Bienal o para el Festival La Orquídea. De paso, se le hace al turisteo: Subir al Turi, entrar al Prohibido, darse una vuelta por las catedrales, comer cascaritas en algún huequito del Centro Histórico, caminar por la calle Larga o echarse al césped a orillas del río Tomebamba.
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