Matthias & Maxime: Dolan, danos el cine de cada día

por Manu Guayasamín
No es otra historia acerca de salir del closet. La nueva película de Xavier Dolan nos presenta un análisis profundo de los afectos y la amistad.
Matthias & Maxime

Fotograma de Matthias & Maxime

Dirección: Xavier Dolan

Guión: Xavier Dolan

Reparto: Gabriel D’Almeida Freitas, Xavier Dolan y Pier-Luc Funk

País: Canadá

Año: 2019

Duración: 103’

 

El primer momento en el que Matthias & Maxime me atrapa completamente —considéralo un adelanto, más que un spoiler— es cuando Max observa con desdén la valla publicitaria de “Le pain Sainte-Famille”, o el pan marca “Santa Familia”, y su slogan muy on-the-nose: “Danos el pan nuestro de cada día”. Atrás en una foto está, obviamente, una familia perfecta…mente heteronormada, guapa y feliz.

Utilizo estos términos porque el último filme del director canadiense, Xavier Dolan, es uno en el que las palabras que se utilizan importan mucho. Las que decimos. Las que callamos. Las que escogemos.

Matthias & Maxime sucede en medio de tiempos nuevos. El “ahora” en donde hay palabras para definir todo, pero hay que tener cuidado con querer encasillar todo.

Matthias & Maxime

Un inocente beso durante la filmación de un cortometraje cambia las cosas entre los dos amigos. Fotograma de Matthias & Maxime

En medio de esto, Matt (Gabriel D’Almeida Freitas) y Max (Xavier Dolan) son dos chicos con una una larga y entrañable amistad, la cual se ve afectada por un inocente beso, que ocurre actuando para un cortometraje universitario. También, la historia comienza unas pocas semanas antes de que Max deje Montreal en busca de un nuevo comienzo en Australia.

Pero esta no es una historia sobre salir del closet. No realmente. Ni la historia de un primer beso, porque Max recuerda que ya hubo un beso entre él y Matt, años atrás en la secundaria. Es más una historia sobre encontrar la semántica de los afectos y la amistad.

Dar significado a las cosas a través de las palabras puede ser aterrador. Para Matt, que está en camino a convertirse en un hombre de negocios exitoso, con el trabajo perfecto, el carro que todos quisieran tener, y una novia encantadora, encarar sus sentimientos por Max significa salir de este molde que él mismo ha tallado cuidadosamente durante años.

Matthias & Maxime

Matthias & Maxime nos entrega un análisis profundo de los afectos y la amistad. Fotograma de Matthias & Maxime

Max, a diferencia de su amigo, nunca ha encajado. Con una familia disfuncional enraizada en una madre alcohólica y violenta —¡encarnada por una terrorífica Anne Dorval!— y una marca de nacimiento que constantemente le recuerda que es diferente, buscar respuestas al otro lado del mundo suena como salida legítima. Aun cuando el costo sea alejarse de su mejor amigo.

Sin embargo, esta no sería una película de Dolan si los personajes se conformaran con salidas fáciles o despedidas incómodas: hay que escarbar y quedarse a ver qué hay dentro. La felicidad no viene garantizada en emular la familia perfecta de una publicidad para pan. Hay una mejor oportunidad de encontrar paz al reconocer y abrazar esas partes que más nos asustan de nosotros mismos.

A veces estas partes asustan porque son indefinibles y sutiles. Se presentan, por ejemplo, en el difuso espacio que puede haber entre un amor platónico y un innegable deseo.

Matthias & Maxime

Uno de los grandes aspectos de la peli de Dolan es su uso juguetón del lenguaje. Fotograma de Matthias & Maxime

Matthias & Maxime es una película que se divierte con el lenguaje. Está la recurrente disputa en la historia entre el uso de francés canadiense y el del inglés como una ruptura generacional. Los extensos, pisoteados y naturales diálogos que se han convertido ya en un sello personal de Dolan. Y por supuesto, el uso de la música como otra lengua para comunicar estados y emociones sin convertirse en ese efecto barato de poner música sólo porque sí.

¿Sería esta la película que recomendaría a un primerizo del cine de Xavier Dolan? Tal vez no, porque se me vienen a la mente un par de filmes que sobresalen más en su filmografía, pero esto no le quita méritos y una sensibilidad muy particular a Matthias & Maxime. Es una pieza que, innegablemente, alborotará emociones y te hará alentar a sus personajes.

Precisamente, el elenco es otro aspecto interesante de la película. La camaradería entre el grupo de amigos de Max y Matt exuda espontaneidad, y es una gran compañía a lo largo del filme. Como indica el director, todos los actores de esta “pandilla” ya eran amigos desde antes, y se nota.

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¿Por qué será que ese grupo de amigos se ve tan natural en la pantalla? Fotograma de Matthias & Maxime

También es destacable ver al mismo Xavier Dolan frente a la cámara. No es la primera vez que dirige y protagoniza una de sus películas —véase “Los amores imaginarios” de 2010 o “Yo maté a mi madre” de 2009—, pero, una vez más, acertó al quedarse con Max. El papel de chico lindo, tímido, con sueños truncados por su condición socio-económica y una mancha rara en la piel, extrañamente le queda. 

La película ha inspirado reacciones, descripciones y palabras divididas. Por un lado estuvo en competencia en Cannes en el 2019, y aunque sí, este festival francés es como una segunda casa para Xavier Dolan y una vez que estás dentro, estás dentro, varias críticas felicitaban al director por mantener parte de su estilo, pero permitirse explorar cosas nuevas tanto de fondo como de forma.

Por otro lado, a algunos les parece que la “fórmula” de éxito de festival se le está agotando. Que en una extensa filmografía para tan corta edad —Dolan tiene 31 años— son contadas las películas que son “verdaderas” obras de arte y que Matthias & Maxime no está dentro de esta lista.

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Nuevamente Dolan se puso a sí mismo frente a la pantalla, y nuevamente acertó. Fotograma de Matthias & Maxime

Tienen razón, pero que esto no te afecte, Xavier Dolan. Así como en tu historia no todas las personas tienen que adaptarse al concepto de una “buena familia” o un “buen profesional”, no todo el cine debe aspirar a ser llamado una absoluta y perfecta obra de arte.

El motivo por el que el cine de Dolan me atrapó desde la primera película que vi —y sigo apostando por ver más películas suyas, Matthias & Maxime incluída— es que al sentarme a ver no recibí una masterclass de cine. Al contrario, pude disfrutar y conmoverme de un ejercicio honesto, algo ingenuo pero sobretodo, entusiasta por contar historias. 

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Es verdad, ese primer tipo de películas deben existir para sacudir el mundo de vez en cuando. Pero, mientras esperamos por esas grandes obras de arte, las segundas deben existir para seguir sacudiendo la vida.

Si cada vez que me entero de una película de Xavier Dolan sé que estaré presenciando una visceralidad muy especial que estuvo ahí cuando el director apenas tenía 19 años, y sigue estando ahí, transformándose conforme va navegando su 30s, sólo puedo concluir que las únicas palabras que realmente quiero leer, tan pronto como sea posible, son: “Xavier Dolan estrena nueva película”.

 

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