La unión musical germina a los pies del Cotopaxi y se llama Mashca de Corazón

por Martín González
Cuando la ceniza del Cotopaxi le cayó encima a Latacunga, un puñado de emprendedores y músicos decidió levantarse para darle un ejemplo de unidad musical al resto del país y gritar «soy mashca de corazón».

Latacunga ha probado ser una tierra fértil para la música hecha con todo el shungo. El noviembre pasado brotó como vida nueva una propuesta musical explosiva, ambiciosa y llena de pasión de una ciudad que parecía haberse apagado.

En busca de homenajear a la capital de Cotopaxi, Mashca de Corazón trata de abrirse camino a los oídos de nuestro país con todas las cartas puestas sobre la mesa. Tiene una consigna firme latiendo en cada beat: cuando se trata de unir a la gente, no hay pretextos para no unir la música.

Dicen que hace mucho tiempo, en las orillas de todos los ríos que atraviesan Latacunga abundaban los molinos, dedicados a hacer harina de la cebada que cubría los campos del lugar, produciendo así la famosa máchica. Los hombres que trabajaban en estos molinos eran llamados «maschas», como una abreviación del nombre de la harina.

Esta actividad representó un eje económico de la ciudad durante siglos, y de repente comenzó a convertirse también en una forma de nombrar a sus habitantes. Así, poco a poco, los latacungueños se apropiaron del término para levantarse una identidad propia y ahora la llevan orgullosos como bandera, definiéndose con ella frente al resto del Ecuador. Se llaman Maschas a sí mismos, como símbolo de garra y coraje.

El ser mascha ha significado, en lo musical, levantar movimientos musicales poderosos, que contrarrestan el frío del nevado que cobija la ciudad. En medio de este panorama apareció Xhavieroun joven compositor que a pesar de transitar con sus melodías en el lado del pop comercial, decidió aliarse con el emprendedor Andrés Burbano, representante de Coworking Latacunga.

El plan en conjunto era reunir a todos los músicos de la ciudad y parir este CD como un canto de despertar para toda su gente, y como un ejemplo para la música en el resto del país.

Xhaviero (centro), junto a Andrés Burbano (der.) y Juan Carlos Melo, tecladista de Porcelana (izq.) en una rueda de prensa. Cortesía del equipo de Mashca de Corazón.

El detonante que dio paso a la unión de estos personajes para el desarrollo del proyecto fue una canción de Xhaviero, en la cual él salía un poco de sus patrones convencionales para componer, según cuenta Andrés. Esta melodía los inspiró a pensar que si él podía experimentar en su música con esa ruptura, podrían juntar a muchos otros músicos al mismo movimiento para sacar un disco colectivo, probando que «en Latacunga sí se hacen cosas de calidad y no así nomás o con acabados chimbos». La canción se llamó Mashca de Corazón, y así, a la vez que dio el nombre al proyecto, encendió la mecha de algo mucho más grande de lo que Xavier imaginaba que podría ser el álbum.

La premisa se hizo ambiciosa: concebir un producto de calidad que representara la esencia de la ciudad, abarcando la mayor cantidad de géneros y artistas, y en poco tiempo.

Todos consideraban que la ciudad estaba abatida y asustada después de verse cubierta con la ceniza que el Coto le tiró encima, en su despertar a mediados del 2015. Además, percibían que la población joven parecía estar cada vez más dispuesta a huir a otros lados. La canción de Xavier, en manos de Andrés y su equipo de trabajo, se convirtió en un himno para revertir esta situación, mucho más allá de ser un single promocional de su trabajo solista.

El disco colectivo «es una forma de ruptura musical», dice Andrés. Con su impulso, Xavier puso en la mesa un abanico de canciones que ya tenía pensadas y compuestas y con él buscó abrir un espacio en el que otros músicos «pudieran imprimir el sentimiento que ellos tenía por Latacunga.» Así amplió los horizontes de su trabajo y dejó que se empapara de un carácter «generacional», convirtiéndose en algo que «el más chico o el más grande de la casa pudiese escuchar con el mismo entusiasmo».

Para hacer realidad este proceso, el primer paso fue una convocatoria abierta hecha por el equipo del proyecto, en agosto de 2016. Cientos de músicos de todas partes de Latacunga, de todos los géneros y todas las formas, respondieron a ella y llegaron a una cafetería en el centro de la ciudad a exponer su sonido. Xavier y Andrés, junto con otros dos colaboradores, se encargaron de seleccionar a los 13 proyectos musicales que conformaron la planilla final de artistas, fusionando bandas y solistas en combinaciones poco ortodoxas que dieron como resultado una bomba sonora llena de alegría y personalidad.

Al disco entraron proyectos de todos los flancos de la escena musical latacungueña, para juntarse a Xhaviero como cara del lado más popero y ver qué resultado daba su mezcla. Entre ellos estuvieron Porcelana, una banda de trip-hop experimental, The Glass con su rock progresivo pesado y los Valverde, representando al reggae, haciendo lo propio por el frente alternativo. Junto a ellos aparecieron también El Trío Klero con su onda nostálgica y María Limosnas, banda de blues fusión, enérgico y embalante.

Rafael Santacruz, fundador de una antigua orquesta de la ciudad, apareció con su experiencia como representante de la vieja guardia. Finalmente, cerraron la constelación de artistas unos cuantos solistas desconocidos, entre los que Andrés recuerda con emoción a Lisbeth Pincha y Melany Pazmiño, ambas chicas de 15 años que habían llegado a audicionar desde lejos, y que los deslumbraron con sus voces.

El tema que brillaba en el disco tenía que ser «Mascha de Corazón», la canción de Xhaviero que desencadenó toda la ola de energía musical y que luego fue reversionada por partida doble. Hay una versión junto a la Papaya Dada, y su toque de Chicha Radioactiva, y otra junto a la Banda Clase A, una banda de pueblo que le inyectó todo el poder de su ensamble al tema, como para convertirlo en parte del pregón con el que la ciudad clama sus fiestas año a año.

La grabación de toda esta colada se hizo en una jornada maratónica de 48 horas seguidas, divididas entre Latacunga y Quito, que implicaron la movilización de todas las bandas al estudio donde todo terminó de procesarse, hacia la segunda semana de octubre del año pasado. El master final se hizo en Argentina y estuvo listo para ser escuchado y estrenado con bombos y platillos el 4 de Noviembre en una noche de gala en Latacunga. El disco finalmente quedó listo para darle con todo al shungo y a los oídos de la ciudad, y ahora anda rodando por ahí sin parar.

Xhaviero resalta que si bien todo está inundado en el espíritu de Latacunga, también podría hablarle a personas «de otras ciudades que también estén a lado de un volcán» . Actualmente buscan colgar más lyric videos en el VEVO de Xhaviero y seguir distribuyendo el disco por donde se pueda.

Para ponerlo en perchas de todo el país, Andrés se ha encargado del contacto con Musicalísimo (una de las tiendas de música más grandes y antiguas del país). Mientras, en Latacunga lo han puesto a circular en hoteles, restaurantes, hospitales, colegios y demás.

Andrés cuenta que la Clínica ProVida en Latacunga regala el disco a cada recién nacido que trae al mundo, declarándolo «Mashca de Corazón» desde su nacimiento. Que el «Centro Educativo Cotopaxi» repartió copias del disco a su consejo estudiantil como herramienta de financiamiento. Y que la cooperativa de ahorro «Cacpeco» lo entrega a los choferes del transporte público para «concienciar sobre el servicio y la pertenencia en nuestra ciudad».

Así han llegado a distribuir más de 1000 copias del CD desde su lanzamiento en noviembre, y seguirán hasta que todo el país se entere de lo bacán que es ser Mascha de Corazón.

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