La primero que se despierta en el alma de un fan de los RHCP al saber que sale nuevo material suyo es embale. De repente la adrenalina comienza a fluir por la sangre y las ganas de convulsionar como loco (igual que Flea) se apoderan del cuerpo. El sentimiento crece hasta el paroxismo y estalla cuando sale el disco. Entonces salen de gira nuevamente y comienzan a aparecer los videos de sus shows en Youtube; uno, en medio de las ganas de estar ahí, se sorprende de que aun teniendo más de 50 años sigan desmadrándose en el escenario como si todavía no pasaran los 20.
Para un fan que los ha seguido casi inconscientemente desde la infancia, esta vez, con el lanzamiento de su álbum número 11, el pasado 17 de junio, algo en ese proceso de éxtasis rockero descuadró. Parece que esta vez los Chili Peppers se escapan de las convenciones que ya habían planteado sobre su música, y que hasta ahora habían mantenido férreas en su carrera de más de treinta años. The Getaway plantea una nueva faceta de la banda, tal vez la primera faceta que muestran en la que hay que saborear el picante de sus canciones lentamente.
Antes del escape
Quizás el elemento más crítico en la transformación de la banda y sus nuevos trabajos ha sido el cambio de su guitarrista. Ya han pasado varios años desde que John Frusciante dejó de tocar con los Red Hot Chili Peppers, y aún más años desde que compuso algo nuevo con la banda. Y sin embargo, muchos parecemos no poder superarlo. Es indudable que el guitarrista marcó a fuego el ser del grupo para siempre, por haber sido parte de la concepción de muchos sus mejores discos, y haber tocado en él durante su mejor época. Pero los Red Hot ya no son Blood, Sugar, Sex, Magic, ni Californication. The Getaway es el segundo álbum que sacan con los acordes de Josh Klinghoffer, un guitarrista que hasta ahora causa opiniones divididas entre el público (bastaría con ver las discusiones que se tienen sobre él en cualquier video de los RHCP en Youtube), por ser un tipo menos carismático que Frusciante. No canta covers de canciones setenteras en los conciertos, no se saca la camiseta ni se aloca como el resto de la banda, sonríe poco, parecería desencajar por momentos.
No obstante, con The Getaway, Klinghoffer parece haber terminado de calzar, dejando que su guitarra hable por sí sola. Si bien no deja de lado el sonido «funky» agudo que ha caracterizado a los RHCP a lo largo de su carrera, los riffs y solos que compuso para este disco son una muestra de innovación musical. Klinghoffer ha logrado crear atmósferas evocativas dentro de las canciones con mucha sutileza, sabiendo explotar cuando es preciso y utilizando los efectos y la distorsión con efectividad.
Puede que siga sin ser simpático a la vista, pero en términos musicales, ha logrado encontrar el balance entre las raíces y el futuro, finalmente. Muchos de los puntos altos en el álbum se deben a su técnica, aunque algunas de las canciones no sean excitantes por sí solas. El solo en «Dark Necessities», los arpegios de «Sick Love» y «Encore» y las distorsiones atmosféricas en el fondo de «Go Robot», son algunos de los highlights del disco y del «nuevo» guitarrista. Klinghoffer finalmente se apoderó de su propio lugar en la banda y ha comenzado a construir en ella desde ahí. No deja de hacer sentir la influencia de Frusciante, pero a pesar de ello, el guitarrista se apoderó de su puesto, llevando los Chili Peppers en direcciones que no habían tomado antes.
«Getting Away» from everything
Los Red Hot Chili Peppers están medio cuchos, indudablemente (a pesar de verse musculosos todavía). Y aunque eso parece no detenerlos, definitivamente influye en su música. Este álbum puede sentirse como la consolidación de una nueva época para la banda, en un proceso de cambio que empezó hace 5 años con I’m With You. Ahora viven un momento en el que ya no explotan tanto, a pesar de mantener la energía que los ha caracterizado siempre. No por seguirse moviendo como si tuvieran 20 años siguen sonando como ello. Los temas de este disco han bajado de tono en cuanto a su agresividad, proponiendo un viaje relativamente más tranquilo y contemplativo, incluso en las canciones más pesadas. Si bien mantiene mucho de su esencia, con movimientos en las canciones que recuerdan a los aclamados Californication o By The Way, al escuchar The Getaway, queda la impresión de que el rock de los RHCP se ha alejado de la brutalidad para volverse más experimental.
Todavía se conservan elementos claves de la banda como el bajo agresivo de Flea o la batería de cadencias rápidas y cortas de Chad Smith, en los cuales incide una guitarra aguda y punteada. No obstante, todos ellos parecen haber sido reconstruidos para encajar en un esquema mucho más elaborado y menos tosco. Si bien ya comenzaron a experimentar con una instrumentación más extensa desde hace algún tiempo, en The Getaway esto se enfatiza mucho, dando a las canciones un feeling más atmosférico y melancólico hasta cierto punto.
Este disco ya no es para cantar a todo volumen ni para saltar como loco. Es más para salir a caminar o para buscar abstraerse en medio del tráfico. Está lleno de acordes de piano, de distorsiones en las cuerdas y de sintetizadores en el fondo creando atmósferas, más que momentos de explosión. Incluso la voz de Kiedis toma matices más tranquilos en la mayoría de las canciones, acompañando a las melodías con el mismo tono. Después de su lanzamiento y del subidón emocional respectivo, escucharlo de corrido la primera vez fue similar a embragar y bajar dos marchas. Diría que este es el primer disco de los Red Hot Chili Peppers que no cautiva enseguida, el primero de los que he escuchado que no se mete en las venas y las pone en ebullición al instante. Es más bien para escuchar en solitario, tener una experiencia algo más introspectiva, escaparse hacia adentro con la música. Es un caso raro entre los discos de los Chili Peppers, por necesitar un poco más de tiempo para ser asimilado en toda su magnitud, porque los acordes se van revelando suavemente como capas.
Entre la experimentación, el disco tiene momentos baladezcos, notas que suenan a blues triste y a pop setentero, melodías más estiradas. Parecería una declaración de parte de la banda, como si estuviesen diciendo que ahora quieren huir un poco de su pasado para asentarse en un estilo ligeramente diferente. El disco deja atisbar sus esfuerzos por re-inventarse lejos de la brutalidad de sus cuatro instrumentos, para enriquecerlos con más capas y matices. The Getaway refleja a unos Chili Peppers que ya no se preocupan tanto de picar, y más bien buscan amalgamarse con nuevos sabores, sabores que disfrutan lentamente en el paladar auditivo.
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