Ignacio Izquierdo, a.k.a. Elia, vuelve al país después de dos años. Nos habló sobre su historia musical, su proyecto más reciente y los matices de un nuevo inicio en su carrera.
Por si no están familiarizados con él, o con su música, ELIA antes era Elia Liut, y antes de eso, cantante de la icónica banda de la vieja escuela Motozen. Y aún antes que todo eso, es Ignacio Izquierdo, un músico quiteño de larga trayectoria que reside hace seis años en EEUU. Ahora regresa a casa por un momento para mostrarnos lo que ha hecho en todo ese tiempo, y para recargarse antes de seguir abriendo camino para la música latina en otras fronteras.
Su sonido es una síntesis psicodélica de un montón de géneros. En ella se juntan el pop más romántico con el post-punk, el chillwave, el ítalo-disco y otros tantos paisajes acústicos. Su trabajo revela mucho rigor y una inquietud constante que lo mueve siempre a querer ampliar sus límites. De todo eso nos podremos empapar ahora que tocará en Quito, Guayaquil y Cuenca.
Ignacio se fue de Ecuador en el 2011 para trabajar en Seattle, llevándose su música bajo el nombre de «Elia Liut». Dice que decidió bautizarse así para honrar la memoria del piloto italiano que sobrevoló el territorio ecuatoriano por primera vez en los años 20. Hasta el 2014, intentó encontrar músicos para formar una banda, o espacios para presentar su música, y no tuvo mucho éxito.
En consecuencia, tuvo que cambiar de piel para evolucionar y seguir tocando, y así se despojó del apellido. Pasó de ser «Elia Liut» a ELIA. Cuenta que también lo hizo por «cargo de conciencia» en parte. «Me di cuenta de que en las redes sociales o en los motores de búsqueda empezaba a salir yo, y ya no él», confiesa. Así, convertido un poco más en su propio personaje y ávido por tocar su propia música, logró sacar su EP Sentir en 2014.
Su primer trabajo de estudio se sintió como un sueño cumplido en muchos sentidos. Fue producido por Steven Aguilar, personaje curtido de la escena norteamericana que trabajó con The Dave Mathews Band y Moby, por nombrar solo un par. Además, quien tocó las baterías del EP fue Michael Lerner, de Telekinesis, una banda de Seattle de la que Ignacio había sido fan desde hace tiempo.
Sentir marcó una primera gran posta para el proyecto. Fue la carta de presentación que le abrió camino a Elia en una escena que, si bien se le presentó complicada al inicio, ahora parecía acogerlo con mucho interés. «En Seattle no hay una escena de músicos latinos que hagan música alternativa. Pero hay una audiencia que aprecia mucho ese tipo de música y hay venues donde traen mucha música latina alternativa». Habla especialmente de un lugar llamado Nectar Lounge, donde frecuentemente se presentaban proyectos como Jepe, Las Cafeteras o Javiera Mena, abanderados del latin-alternative.
Él pudo aprovechar la avidez con que recibían a estos artistas ahí. En gran parte esto se debió a que canta en español, y eso era muy llamativo en su medio. «Yo me convertí en el acto que abría a un montón de las bandas porque se dieron cuenta de que mi música era interesante y además era local. Les resultaba práctico tener a alguien que era local pero fuera representativo de esa escena».
Eventualmente, con todo este ímpetu, ELIA se presentó en KEXP, una emisora web que también es templo sagrado para los aficionados a la música alternativa. En la sesión lo acompañó el mismo Michael Lerner junto con Keith Gledhill y Joel Asoze, dos amigos músicos de Seattle. Podríamos decir que así concluyó la primera gran etapa de su carrera.
En el 2015, Ignacio y su esposa atraviesan un golpe emocional muy duro con la pérdida de su primera hija, Amelia. Este evento lo lleva a refugiarse en la música como elemento catártico, y así nace Futuro Humano, el primer LP de Elia. El disco es un trabajo mucho más intimista desde su origen, y un homenaje para Amelia por sobre todo lo demás.
Elia decidió componer pensando en hacer que su música fuera un poco más elástica, que le ahorrara el trabajo de buscar una banda cada vez que quisiera tocar en vivo. Por ello, su primer álbum se siente mucho más electrónico y atmosférico, cargado de sintes y secuencias. Intensificada por las sentidas letras que Ignacio dedica a su hija, la sonoridad de este LP es mucho más nostálgica y poética, aunque sin perder la energía de sus primeras canciones.
Futuro fue producido entre Quito y Seattle con la ayuda de un grupo de amigos cercanos de Ignacio. Enrique Vela, UNO, fue su co-productor junto con Diego Recalde, de We and The Machines. Alejandro Naranjo (alias «Ouija»), actual guitarrista de Da Pawn y ex-guitarrista de Motozen tocó también en algunos temas junto a Joel Asoze, quien participó de la sesión en KEXP. Finalmente, su esposa, Allison, grabó algunos coros, cerrando así el ensamble que ayudó a dar vida a un disco muy personal.
Con el álbum grabado, Ignacio y su esposa deciden re-ubicarse en Los Ángeles, y ahí empieza un nuevo momento importante para la música de Elia. «En LA, que ya estoy ahí casi ya 10 meses, soy uno más de los que hacen lo mismo», dice refiriéndose al latin-alternative nuevamente. «Para poder crecer con el proyecto uno también tiene que ser estratégico. El siguiente paso era ir a una escena que tenía mucho más respaldo de audiencia y mercado».
Su decisión surtió efecto. Desde que se re-ubicó, Elia ha podido cumplir otro de sus grandes objetivos con su música: formar parte del soundtrack de una película. El primero y el último de de los temas de «Futuro Humano» aparecen al inicio y al final, respectivamente, de la película boliviana-ecuatoriana: El Río. Steven Dagenais, alias Stich, fungió como supervisor musical de esa cinta.
Además de aparecer en esta película, Elia pudo formar parte de un interesante proyecto trans-media al componer una canción para la banda sonora de un libro de fotografía. Ignacio fue invitado por el fotógrafo Eirik Johnson para crear una canción que formaría parte del vinilo que acompaña a su última publicación: «Pine».
El libro retrata las marcas que la gente deja sobre los árboles en los parques como un testimonio de sus ilusiones y su paso por el mundo. Elia se inspiró en este concepto, y con la libertad creativa que le dio Eirik compuso un tema llamado «Recuerdos». Dice que esta canción formará parte de su segundo LP: FLORA, en el que está trabajando actualmente y que será producido por Steven Aguilar.
Ahora, está de vuelta en casa por un momento, y esto le sirve como pretexto para entregarle a su gente todo el trabajo que realizó fuera. «Yo creo que nunca me hubiera sentido cómodo haciendo una ‘mini-gira’ sin haber cumplido con la misión de haber tocado un poco más de tiempo en EEUU. Es casi como cerrar la gira de dos años que he estado haciendo con ese disco. Qué mejor que terminarlo en Quito y sonando con fuerza».
Dice que esta será una de las únicas veces en que Futuro Humano será tocado con banda. En Estados Unidos lo presentó casi siempre por su cuenta. Ahora, estará acompañado por Juan Fernando Cifuentes (ex-baterista de Estéreo Humanzee) y Verónica Largiu, música italiana que lo apoyará en las voces. «Va a ser un trío interesante y vamos a hacer que suene lo más adecuado posible». Elia tiene cinco fechas programadas en Ecuador: tres en Quito, una en Cuenca y otra en Guayaquil.
Su visita incluye una gran sorpresa. Se rumoreaba que serviría como pretexto para un breve y esperado retorno de Motozen, la banda de indie-rock alternativo que partió algunos escenarios entre el 2007 y el 2010.
La historia de Motozen terminó un poco abruptamente por malentendidos entre sus integrantes, hace siete años ya. «Esto es un poco para dejar un fin feliz a la banda. Esta es una reunión que tanto el Lucho, como el Alejandro Naranjo como el Alejandro Tobar hemos querido hacer hace tiempo». Todavía no quieren revelar fechas, pero Ignacio afirma que tendrán algunos toques en Quito y quizás también en Guayaquil.
En su paso por Ecuador, Elia combina su pasado y su presente para mostrarnos su evolución como artista. Todo esto, antes de lanzarse con mucha fuerza hacia el futuro con un nuevo disco. No podría estar más emocionado al respecto según dice, por todo lo que esta gira representa. Nosotros lo recibimos con los brazos abiertos.