El arte para un mejor futuro, Sumay Cachimuel

por Adrian Idrovo
Sumay Cachimuel empezó a soltar rimas a los 13 años, más tarde formó el grupo de rap en kichwa Los Nin. Ahora, con 31 años, acaba de publicar su primer libro de poemas Kill Kay Pacha / Época de Escribir. Entre el rap y la poesía, el arte de Sumay se mantiene relevante. 

“Mushuk yawar kanchik, punta pantashkata ñama chinkarirka” (Somos sangre nueva, los antiguos errores se van corrigiendo). Esta es una frase del libro recientemente publicado de Sumay Yaric Cachimuel Nin, que bien podría resumir toda su propuesta artística. 

Sumay Nin es un letrista, músico y ahora escritor, nacido en la comunidad kichwa Monserrat, en Otavalo. Ahora vive entre Estados Unidos y Ecuador. Su obra se concentra principalmente en proyectos musicales de rap, pero combinándolos con una variada gama de elementos culturales y artísticos, lo que la mantiene fresca y original. 

Al provenir de una extensa familia de artistas —tiene 11 hermanos, todos ellos creadores —, se vio involucrado en el mundo del arte desde una temprana edad. Su hermano, Curi, es integrante del grupo musical Runa Jazz y varios familiares forman parte de la banda protectora de la cultura indígena Yarina, creada por Manuel Cachimuel y Rosa Elena Amaguaña, padres de Sumay.   

Aunque Sumay es conocido principalmente por ser el MC de la banda de rap en kichwa Los Nin, que mezcla las bases del hip-hop con sonidos andinos y letras en kichwa, recientemente pasó a la poesía (pero si le preguntas, para él no hay diferencia entre las dos). Esto fue posible tras ganar el premio del Incentivo de Lenguas Indígenas que le permitió publicar su primer libro, Kill Kay Pacha/Época de Escribir, en donde junta elementos musicales y literarios.  

Portada del libro.

Al presentar proyectos para un nicho muy específico, Sumay ha logrado adquirir relevancia tras una constante lucha en una escena musical pequeña. La amalgama de diferentes estilos artísticos y culturales que presenta su banda Los Nin y su libro Kill Kay Pacha ha logrado expandir las nociones tradicionales y uniformes del arte. Lo que demuestra que el arte es un elemento flexible que se pueden moldear y mezclar sin limitaciones. 

Bordeando lo autobiográfico, sus proyectos están fuertemente ligados a sus experiencias y problemas personales, pero no dejan de lado los problemas socioculturales coyunturales a los pueblos kichwas y a todo el país. Cultura, etnicidad, identidad y machismo, son algunas de las temáticas que se pueden encontrar en la obra de Sumay.  

Su variada propuesta cultural vanguardista lo ha posicionado como uno de los principales divulgadores de la cultura kichwa. Su lucha es por despejar el camino para que las nuevas generaciones de kichwas puedan expresarse libremente. 

En una conversación con Sumay, comenzamos a entender qué impulsa la dirección artística que ha tomado y qué se puede esperar de ella en el futuro. 

*** 

Adrian Idrovo: Tu familia tiene una relación cercana con el arte, la música y la danza, ¿de qué manera esto moldeó tu vida temprana? 

Sumay: Yo creo que eso siempre influye: tu hogar, dónde naces, dónde vives. Mi papá siempre estaba involucrado en organizaciones sociales indígenas, entonces a raíz de eso la idea de él fue que nosotros también debíamos aportar. Mi papá era músico y les fue enseñando a mis hermanos. Todo parte desde esa idea de aportar, y la mejor forma fue a través del arte. Pero, sinceramente, mi papá nos obligó. Aparecían proyectos musicales y cada hermano se tenía que involucrar obligatoriamente. En ese momento todos nos negamos, pensamos que debíamos tener la libertad de elegir algo más, pero al final nos dio unos resultados gigantes. Todo lo que hemos llegado a conocer, a tener y experimentar ha sido gracias a él. A ese empuje.  

¿Cómo entraste en contacto con el rap y cuál fue la razón de tu permanencia en este género musical? 

Me involucré en el rap por la historia de mi familia. Mis hermanos y yo todos somos mindalaes, aquellos comerciantes que salen de Ecuador a trabajar como artesanos. Mis hermanos salieron a Estados Unidos y allá la cultura hip-hop es lo primero con lo que te encuentras. Ves a los wampras, pones una pista y todos se ponen a rapear. Es normal. Es como el Inti Raymi en Otavalo. Por eso mis hermanos lo escucharon y empezaron a mandarnos discos. Entonces a los 13 años empecé a improvisar. Pero creo que ahorita, después de más de 15 años, recién sé qué es lo que me gusta del rap.  

¿Qué es lo que ha cambiado sobre tus gustos del rap? 

Al principio lo que más me llamaba la atención era la cuestión de letras, pero estos últimos 6, 7 años me he concentrado más en la cuestión de ritmos. Me gusta mucho analizar los ritmos, cómo compaginan, cómo encajan con los versos. Entonces es como que otra percepción ya después de los años. No solamente la música, no solamente las rimas, ahora toda la producción en general. 

Comentaste que toda tu familia han sido mindalaes, y tú ahora estás viviendo en Estados Unidos, ¿esta situación tuya de migrante te ha hecho profundizar o entender de diferentes maneras tu identidad y arte? 

Totalmente, salir de tu zona de confort te abre totalmente la cabeza. Yo salí del país a los 17 años, teniendo una forma de pensar igual a la del resto. Creía en un Dios y era parte de una religión. Pero al salir, te enfrentas a otras cosas. Ese choque es como que te abandonó el Dios que tanto te protegía. Justo ahí me conseguí un libro que me cambió totalmente el chip. Es de Eduardo Galeano, “Las venas abiertas de América Latina”. A pesar de que estuve con mi familia los primeros años sí fueron solitarios, entonces me concentré en leer.

Ese libro me dio otra percepción de lo que es históricamente América Latina. Salir de Ecuador me ayudó en eso, en ver cuál es la realidad, conocer otra música, otras culturas, asimilar muchas cosas. Los Nin parten de eso, porque una vez que salí de Ecuador me planteé cuál es nuestra identidad y que no somos esa idea tan purista de “yo soy kichwa, yo soy puro 100%,” porque eso es imposible. Creo que no pertenecemos solamente a un lugar, no solo tenemos un origen étnico. Somos una mezcla de todo y con el paso del tiempo te das cuenta de que tú mismo te vas construyendo tu identidad.   

¿Entonces el rap te ayudó a explorar de manera distinta tus raíces kichwa? 

Exactamente, y ese fue un punto en el que se armó bastante debate. Por esta razón nos llegaron a estudiar muchísimo a Los Nin, como en tres o cuatro tesis nos han estudiado. Esto también es super raro porque solo somos gente haciendo música. El resto también lo hace solo que no los estudian, y es porque somos kichwa. Nos ven y se preguntan por qué hacen eso. Esto es un comentario super racista. La gente llegó a creer que no deberíamos hacer esto, incluso nuestra propia gente, nuestros propios hermanos se oponían. En ese momento surgió un auge de muchos chicos kichwa cortándose el pelo, de hecho yo también fui uno de ellos, entonces me decían que está pasando esto y con esta música la vas a cagar peor. Pero al final, después de como 12, 13 años que tiene la banda, demostramos que la cultura hip-hop y la kichwa no ponen en riesgo a la otra, de hecho se fortalecen mutuamente.  

«Rikurini tukuy puncha rirpupi / chaypi tapurini, imatak shinakuni / ñukanchikpa ayllukunatachu yanapakuni / kayta shinaymantachu paykunata wañuchikuni»
(Todos los días me miro en el espejo / ahí es donde me pregunto ¿qué estoy haciendo? / ¿en realidad estoy ayudando a los míos? / ¿o será que por hacer esto a nuestra cultura pongo en peligro?)
Sumay, p.166, Kill Kay Pacha. Foto: vía Facebook

¿De qué manera afrontaste este racismo que aparecía tanto en otras etnias como de la tuya propia? 

Hay dos formas. En la primera, por suerte nosotros éramos una banda y ahí lo recibimos entre todos. Pero cuando estás solo esas son cuestiones que sí te hacen replantear lo que haces. Aun más cuando estás iniciando. Entonces tuvimos que moldear nuestra propuesta, mejorar nuestra música, hacer buenas canciones. Pero además, leer los comentarios negativos es como un golpe, y peor aun si tu familia no te apoya. Pero al final, yo creo que eso fue un entrenamiento, porque después de tantas cosas que enfrentas ya sabes cómo llevarlo, porque solo son comentarios, ¿no? Siempre hemos dicho que las canciones son debates abiertos, y para las personas que tengan dudas estamos aquí para hablar de eso. Esa es nuestra razón. 

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¿Es tu libro Kill Kay Pacha una extensión de eso, de generar un espacio para hablar? 

Si, yo creo que esa es la mejor forma. El libro es el primer paso para incentivar al resto de MCs a crear sus propios recursos de esa forma. Yo estuve de profesor dos años en una escuela comunitaria bilingüe. Ahí me di cuenta de que muchos wampras conocían la música y tenían ganas de rapear. A tal punto que venían estudiantes de otros colegios a la escuela donde yo enseñaba queriendo aprender. Yo también tenía la idea de enseñarles pero necesitaba un recurso para estos wampras para que lean y practiquen. Algo para darles y que esté todo ahí, simple y que puedan agarrarlo. Entonces por eso salió la idea de escribir el libro, y qué mejor forma de hacerlo que contando un poco de la historia de lo que pasé y de lo que he conocido de otras personas.  

En la actualidad el kichwa está perdiendo su relevancia en la parte escrita, o sea ya muchos indígenas no saben leerlo ni escribirlo, ¿es tu libro una manera de contrarrestar eso? 

Esto fue hecho pensando en estos wampras que hacen rap. Lo hice para que los usen, les puede servir. Como te decía, cuando estaba de profesor me di cuenta de que siempre es bueno hacer que las metodologías con las que se enseña sean interesantes para quien aprende. Siempre tenía esta idea de introducir en la enseñanza algo que les interese a los wampras para atraparlos. El rap es algo que tiene muchos elementes tanto musicales, filosóficos y literarios. Yo pienso que es una de las mejores vías de introducir la lectura a estos wampras. Y qué mejor forma de hacerlo que con barras y versos. El rap es poesía, y la música y el arte dentro de las escuelas son la última llanta para el cambio.  

¿Crees que el sistema educativo debería tener una enseñanza más basada en el arte? 

Sí, es importantísimo, si supieran todo lo que se puede hacer en cuanto a una materia bien manejada en cuanto a arte y educación. Se logra muchísimo con los wampras.  

Escribiste Kill Kay Pacha primero en kichwa, ¿hubo alguna dificultad al momento de traducirlo a español?, ¿se perdió algo en las rimas o en la estructura en general? 

Yo tenía un poco esa preocupación de que se pierda la idea principal. Por eso yo no podía dejar que alguien más haga la traducción o que la trabajen sin mí. Yo sabía cómo tenía que terminar el libro, yo lo escribí, yo sabía cómo interpretarlo. Por eso trabajamos en conjunto con las editoriales Kikuyo y Kichwana. Algunos versos son traducidos literalmente y otros son interpretativos. Otra complejidad era que, además de rimar en kichwa, tiene que rimar en español. Porque tenía que buscar la rima, a veces redundaba, pero luego empezaba a escucharlo con música y todo empezaba a tener un poco más de sentido. Sí es algo complicado y más con el kichwa unificado porque muchas de esas son palabras que recién están saliendo, son construcciones de palabras que no se conocen. Al momento en que te vas a una comunidad y dices una de esas palabras nadie entiende. Entonces sí fue un camello bien largo. 

¿Crees que el producto final logró mezclar correctamente estos elementos musicales en un libro escrito? 

Sí, en realidad sí. Más bien estoy tranquilo con el producto final. No es precisamente con imágenes a lo que yo quiero atraer. Si no con la música. Por eso yo tengo otro proyecto en el que hago beats y por eso coloqué códigos Qr en donde puedes escucharlos mientras lees el libro. Preferimos usar otros recursos y no los visuales, porque era como que si estás planteando que los versos sean cantados, lo visual iba a molestar. Por eso tenía la intención de que mientras leas, los beats te acompañen. 

Has realizado talleres en el FILAC sobre la sanación y construcción de la memoria colectiva de los pueblos indígenas, ¿esto te ha ayudado a entender cómo se tiene que comunicar este problema? 

Eso de la FILAC fue por los compas que vieron la propuesta de Los Nin y me pidieron que haga una ponencia sobre qué es lo que sucede en la cultura kichwa originaria y cuál ha sido el impacto a través de la música. Hemos estado tocando todos los temas que son de relevancia, entonces, más que ayudarme, nos hemos ayudado entre todos. Porque ahí fue donde conocí otras realidades, conocí muchos wampras que hacían rap en su idioma originario. Yo contándoles mi historia y ver que tenemos una realidad en común. Me ha ayudado a conocer más personas que han pasado por lo mismo.  

¿Es desde tu perspectiva el arte, y el arte intercultural como la de tu propuesta, una buena manera para concientizar sobre problemas sociales étnicos? 

Exacto, como decimos no es solamente música, por eso no estamos en la escena de géneros comercial como el gangsta rap. No solamente es tirar música por tirar, sino que lo decimos con una razón. Y la idea siempre es tener un espacio donde podemos hablarla, compartir culturas. Pero creo que hace falta que tengamos un ambiente en el que se comparta más allá de la música. Y que no todo sea hablar desde lo cultural, desde lo étnico, porque no solo es eso. Los problemas no solo son en cuestión de identidad. Por ejemplo, en los kichwas también existe la burguesía, hay desigualdad, hay entre nosotros este tipo de racismo. El machismo hay en todo lado, que seamos kichwas no significa que no exista. Entonces eso te digo, no vale caer en un cliché, porque siempre vamos a estar hablando de cultura y de etnia, pero la realidad es mucho más grande que eso. 

Tu banda y la publicación de tu libro son logros importantes, ¿tienes alguna meta artística o personal para el futuro? 

Ahorita es continuar con la música a pesar de cómo está la situación cultural y artística. Ese es un reto de toda la vida. Todos los que se meten a trabajar en la música son en realidad la gente más guerrera. Entonces yo creo que vamos a seguir en eso siempre. La música es nuestra vida. Pero otra meta es seguir haciendo más textos. Esto es un hincapié para que el resto de los wampras también puedan hacer sus textos, pero esta vez podamos hacerlo en conjunto. Porque este libro es mi visión, quizás mi visión compartida en ciertos puntos, pero quisiera también que cada rapero pueda llegar a hacerlo también.

Porque si lees lo que escriben son cosas súper interesantes, a veces tienen una vida super dura, otra que se sienten solos. Otras hablan de guerrear, sacárselas en la calle. Después de escribir es como que también a mí se me quedó en la cabeza qué tendrán ellos que decir, en qué coincidiremos. Mi realidad no es su misma realidad, quizás tenemos algo en común pero los contextos son diferentes. Su realidad puede ser más fuerte. Entonces la meta de esto es después hacer un texto pero de todos. De toda la comunidad de rap, de la comunidad kichwa. 

Abriendo el camino hacia el futuro 

Sumay tienen una propuesta artística amplia y variada, pero siempre con un objetivo en mente: ayudar a los que no se los escucha y despejar el camino para generar un ambiente en el que se les escuche. Por esta razón su libro es de libre acceso en Ecuador, para que estas acciones lleguen a la mayor cantidad de gente posible. Puedes encontrarlo haciendo clic aquí.  

Para que inspire, para que cause debate, para que dé algo de qué hablar, para eso es su arte, y para que salgan más artistas de los lugares donde nadie busca. Porque, si no, como dijo en su poemario, «Mashna wamprakuna paypa muskuywan wañunka” (¿cuántos wambras mueren con sus sueños del momento?) 

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