Ya no somos punks, pero nunca dejamos de ser caníbales

por Emiliano Samaniego
El nuevo poemario del quiteño Agustín Guambo es, más que un simple libro de versos, un testimonio crudo de una época difícil para el país. He aquí nuestra reseña.

Foto: cortesía de Agustín Guambo

Antes de la pandemia y la cuarentena. Antes, incluso, del Paro Nacional de octubre de 2019 —porque, aunque nos cueste creerlo, sí hubo un antes—, Agustín Guambo publicó su poemario Cuando Fuimos Punks.

El primer contacto que tuve con esta obra fue en un recital de poesía y música, organizado por el fanzine El Rostro, a inicios del 2019. La verdad, fui al evento escéptico y sin muchas esperanzas de que me guste algún poema, porque no soy muy fanático de la poesía.

Sin embargo, en un instante la atmósfera del evento cambió. Todo el público se apretujaba alrededor del escenario y yo no podía ver quién estaba sobre las tablas, solamente escuchaba. Una voz joven, masculina y suave, que arrastraba las erres, leía un poema que, al final, cautivó a toda la audiencia.

Se trataba de Agustín Guambo, que recitaba su texto Cuando fuimos punks. Allí narra sus memorias del crudo verano de 1999. Entonces era un adolescente, poco más —o poco menos— que un niño triste y marginal.

El poema era largo, pero cuando leía el tiempo parecía detenerse, mientras las palabras se sucedían con su propia cadencia, casi con vida propia. Por momentos eran enérgicas e iracundas. Por momentos, melancólicas y tiernas. Siempre musicales, genuinas y honestas.

Cuando fuimos punks

Foto de Agustín Guambo. Cortesía de Agustín Guambo

Como él, decenas de chicxs eran liberadxs prematuramente y sin armas en unas calles grises, sucias y hostiles. El poema retrata esa época en la que la incertidumbre y el desencanto eran la moneda corriente de un país que abortaba al Sucre y abrazaba al Dólar.

Habla también de su experiencia junto a sus amigxs punks, con los que compartía la escasez, las primeras aventuras, las penas y el refugio de las calles. Como ellxs, muchxs jóvenes de la época se refugiaron en estilos musicales y culturas urbanas extremas y marginales.

Junto con lxs demás cachorrxs de la camada, Agustín rezaba sus oraciones marginales a diario:

Padre punk que estás en el pogo santificada sea tu cresta venga a nosotros tu ira y melancolía hágase mierda la vida y la muerte así como nosotros nos hacemos mierda en tu dulce abandono no tengas miedo de darnos el pan nuestro de cada día; dios punk, eso sí, nunca perdones a los que nos olvidaron”

Este, junto a seis poemas más, darían forma al libro intitulado Cuando fuimos punks, Soundtrack Caníbal, publicado por la editorial cartonera Kikuyo a finales del 2019. Es un libro-objeto que emula a un cassette, ya que tiene un guardapolvo y se lee en posición horizontal. La publicación también remite a los fanzines, que son el medio de expresión literaria por excelencia de lxs punks.

cuando fuimos punks

Portada de Cuando Fuimos punks. Foto: cortesía de Agustín Guambo

Este es el texto central del libro, que abre con Fragmento de una plegaria para Gary Snyder, y está plagado, en el mejor sentido, de referencias literarias y musicales. Sus epígrafes son citas del escritor chileno Roberto Bolaño, y de la banda inglesa Oasis. Como epílogo tiene una ilustración de un grupo de punks bailando alrededor de una hoguera y una referencia a la banda de culto guayaquileña, Descontrolados.

Pero, ¿qué es el punk? ¿Quiénes son lxs punks de lxs que Agustín Guambo habla? Es un movimiento contracultural y contestatario originado entre las clases empobrecidas en la Inglaterra neoliberal de Thatcher. Esta cultura urbana, que se reunió en torno a un estilo musical pesado y simple y a una estética extravagante, reivindicaba la autonomía, el nihilismo y la libertad.

En el Ecuador, este movimiento tuvo su auge entre mediados de los noventa y mediados de los dos mil. Tuvo sus principales bastiones en los barrios más populares de las principales ciudades del país, como el Comité del Pueblo en Quito, barrio en el que el autor vivió la temporada que retoma en esta obra.

¿Por qué hoy son relevantes este poema, este libro y este autor? Porque retoman el momento más traumático de la historia política reciente del Ecuador. Y lo hacen con la voz en primera persona de un joven que vivió, como miles y miles, el naufragio del Ecuador. La generación de Agustín vivió, y sufrió en su propio cuerpo, el estrepitoso derrumbe del país, que daba patadas de ahogado desde su fundación.

Este libro es un ejercicio de memoria individual y colectiva, una regresión que abre la dolorosa llaga hecha en aquel nefasto tiempo. Es un grito que está entre la desesperación y la protesta, pero también un llamado de atención para que no perdamos de vista esa cicatriz de nuestra historia.

Los versos le cantan al país de la infancia de Agustín, el país del naufragio. Le cantan a la marginalidad que se vio exacerbada por la crisis, le cantan a lxs miles de jóvenes que veían quebrarse a sus padres ante el acoso de la pobreza. Le cantan a esxs jóvenes se reunían en manadas que parecían de chacales o lobos urbano-marginales.

Hoy es fácil trazar la analogía con el verano del 1999. Vivimos en una sociedad que está constantemente al borde del colapso: hace poco, los familiares de las víctimas mortales de Covid-19 incineraban sus cuerpos en las calzadas, hay un masivo endeudamiento con el FMI, denuncias diarias de corrupción y recortes en el presupuesto de educación.

La crisis económica y política inminente de seguro va a re-marginalizar a lxs jóvenes ya proscritos. Lxs va a empujar, como a la manada de Agustín, a refugiarse en terrenos baldíos, en casas abandonadas, en música extrema y, según yo, en el agridulce cobijo de las drogas. Los versos de Guambo pintan esta dolorosa realidad así:

 

Cuando comenzamos a consumir con otros amigos
juntábamos el poco dinero que le podíamos robar a nuestros padres,
¡pobres robando pobres!
y comprábamos la dosis,
¡pobres drogando pobres!

 

Son sus cuerpos los que pagarán los intereses de la pandemia, son sus almas las que vivirán con la pena. Son sus vidas las que transcurrirán turbias como por las canaletas de un barrio olvidado y populoso de la capital. Es el país de su infancia el que naufragará, es inevitable.

Lee también en Radio COCOA: Matthias & Maxime: Dolan, danos el cine de cada día

Es inevitable. A menos que retomemos las palabras de quienes ya vivieron, y ya sufrieron, esa crisis. En momentos como este, no son gobiernos ni políticos quienes brindan una mano amiga a una generación que está al borde de la catástrofe. Es la memoria, contenida en la palabra. Si no escuchamos esas palabras, si no pasamos la yema de los dedos por el relieve de aquella vieja cicatriz, estamos condenadxs a vernos de nuevo,

 

con el corazón desierto y estrujado, igual que un cáncer salino

que nadie quiere curar

en este país de la infancia

país del naufragio

Cuando fuimos punks

Ilustración de Antohny Bernal, Sad

Cuando Agustín Guambo terminó de leer los versos de Cuando fuimos punks en aquel recital, que hoy parece remoto, un silencio solemne cubrió como una manta invisible a toda la audiencia. En el público había quienes se enjugaban las lágrimas, pese a parecer gente dura y con recorrido. De seguro fueron parte de la manada de Agustín, o de alguna similar.

Los versos de Cuando fuimos punks me conmovieron, como al resto de la audiencia, aunque yo apenas era un niño en 1999. Quedaron flotando en mi mente durante meses, y cuando se publicó el libro los leí y releí. Sin embargo, cuando el autor me propuso escribir una reseña sobre él mismo fue al escribir estas palabras que me di cuenta del profundo sentido de la obra.

Esta toma el dolor como motivo poético, pero sin romantizarlo. Habla de él — podríamos decir que le canta— con una voz que sabe de lo que habla, porque lo ha vivido. El resultado, por momentos frenético, por momentos atenuado, es sobrecogedor y debe convertirse en parte de la biblioteca y banda sonora obligatoria de nuestras generaciones.

***

Si quieres adquirir tu ejemplar de Cuando fuimos punks, comunícate con Kikuyo Editorial. 

Únete a la conversación

Tal vez te interese