Lo que Betty dice de Latinoamérica

por Paulette Sanchez Aguilar
Betty salvó una empresa y, de cierta forma, a las telenovelas, todo en el mismo año. Eso y más, en nuestro review de Betty la fea.

Betty la fea

“Habla, Betty la fea”. Fue lo que me dijo mi hermano mayor cuando yo tenía siete años y comencé a usar lentes. En su momento me sentí muy ofendida, ya que este personaje era un sinónimo de burla en el 2007. Era el año en el que la canción “Se dice de ” comenzaba a sonar a horas de la tarde en varios televisores del país. 

En ese entonces estaban pasando por enésima vez la exitosa novela colombiana en uno de los canales nacionales. Habían transcurrido casi diez años desde el estreno y ocho desde la emisión del último capítulo. Sin embargo, las peripecias de Betty seguían captando a antiguos y nuevos espectadores que la hicieron parte de su cotidianidad. 

 

Veinte años después, un público más analítico ha dejado de usar el nombre Betty como sinónimo de apodo para burlarse de alguien. Esto lo comprobamos, para ser exactos, el 11 de octubre de 2019. Ese día, Netflix puso en su catálogo Betty la fea. Ahí se ha posicionado en el top de varios países durante más de dos meses y, a su vez, se ha vuelto viral en las redes sociales trayendo consigo varios memes y referencias. Pero ¿qué hace tan relevante a Betty?

“Las feas también tenemos historias”

El estigma que gira en torno a la belleza femenina es uno que ha calado en los estándares sociales desde hace varios siglos. En su momento ”Betty” fue el reflejo de eso: lo denominado como una mujer “no agraciada”, y usado como apodo para quienes llevaban lentes o brackets, algo mucho más común de lo que la gente piensa. Sin embargo, el término de fealdad no se quedaba sólo en el aspecto físico. También abarcaba el sentir de una mujer que se identificaba como fea. 

Betty la fea

Los memes sobre Betty abundan y son divertidos. Pero requieren nuevas lecturas.

“Ese es el mundo de los bellos y yo no puedo estar ahí”, dice Betty. Esta una de las frases de sus más usadas como meme. Si bien puede causar gracia, resume a la perfección cómo se sentía el personaje. Ella no sólo se identificaba como “fea”. De alguna forma, los que la rodeaban impusieron esa percepción. Esa mirada externa condicionó su vida personal y laboral, dando como resultado a una mujer torpe y con baja autoestima. 

La perspectiva que Betty tenía sobre ella misma es una que muchas mujeres podían comprender. Algo que Fernando Gaitán, el creador de la telenovela, entendió cuando le contó la idea a varias mujeres, incluso a aquellas que se ajustaban a los estándares de belleza de la época. Todas se sintieron identificadas con Betty en algún grado. Porque todas habían sentido, en ciertos momentos de sus vidas, algo similar. 

Betty la fea

Betty fue la representación de muchas mujeres que no encajaban en su entorno. Fotograma de Betty Fea

Esa es la mejor conversación que Betty trajo a la televisión latinoamericana, una que no había sido tratada anteriormente: la historia de una mujer que no “encajaba” en su entorno. Y es que las telenovelas se han caracterizado generalmente por mostrarnos las desventuras de una mujer bella y mayormente adinerada —o que eventualmente llega a serlo—. Lo que entretenía a la audiencia, mas no representaba a la mujer promedio que las veían. 

Fue entonces cuando llegaron Betty y el “Cuartel de las feas” a la pantalla chica. Estas mujeres se transformaron en íconos para otras que alguna vez se sintieron menospreciadas por su apariencia o ajenas a su ambiente. Betty y sus amigas encarnaban sentimientos con los que muchas mujeres podemos sentirnos identificadas. Esa fue la primera vez que empezamos a ver a mujeres cercanas a nuestra realidad en la pantalla. 

Una cruda realidad en Betty la fea

Al mismo tiempo, llegaron hombres afines al contexto que vivimos: Armando Mendoza, Hermes Pinzón y Mario Calderón. Estos tres son una síntesis del machismo y la homofobia condensadas en la cultura latinoamericana. Varias escenas relacionadas con ellos serían polémicas hoy, como bien lo menciona Jorge Enrique Abello, quien interpretó a Don Armando. 

Betty la fea

Pese a su redención, Armando fue un personaje tóxico durante buena parte de la trama. Fotograma de Betty Le fea

Dichas escenas iban desde Mario y Armando teniendo conversaciones lascivas sobre las modelos de la empresa, hasta los dos refiriéndose despectivamente a Betty y a Hugo Lombardi. Por otro lado, veíamos a Don Hermes colgar la fotografía de una modelo en traje de baño en su auto, mientras obligaba a Betty a vestirse “recatada”. Todas estas son actitudes normalizadas en el contexto de la novela, pero que no están muy alejadas de lo que vivimos.

Y es que, a título personal, una representación también es una muestra de la cruda realidad, puesto que hasta el día de hoy
actitudes como la de estos personajes se siguen observando en nuestra sociedad. El asunto con estas representaciones es no romantizarlas. Ese es, quizá, el mayor fallo de la novela.

No obstante su condición de antagonistas, Patricia y Marcela tenían sus propios problemas. Fotograma de Betty la fea

Antiheroínas icónicas

Más allá del machismo, el hecho de que Betty la fea sea tan fiel a su propio contexto también le permite darnos personajes entrañables. Desligándose de la clásica dualidad héroe-villano, Gaitán nos ofrece personajes con matices, las cuales nos permiten decidir si odiarlos o no. Como sucedió con Marcela Valencia y Patricia Fernández, quienes llevaban el rol de antagonistas en la trama, pero eran de las preferidas del público. Porque ninguna de las dos era malvada por completo: ambas tenían problemas y preocupaciones como cualquier persona. 

Marcela atravesaba problemas de pareja, con Armando—quien le era infiel todo el tiempo—, y era constantemente degradada dentro de su propia empresa. Por su parte, Patricia contaba con problemas económicos y de autoestima, los cuales la impulsaron a actuar de cierta forma. No era sólo envidia o maldad lo que movía a estos personajes, sino sus propias circunstancias. Eso vez nos permite identificarnos con ellas, a pesar de su rol en la historia.

Ya no se trataba, en suma, de malos o buenos, sino de personas con problemas cotidianos con quienes, pese a sus defectos, es posible identificarnos. 

Sobre el personaje de Betty pesaba mucho la mirada de la sociedad. Fotograma de Betty la fea

Y es que el mayor acierto de esta novela son los personajes y su excelente guión. Nada ocurre sin más y casi ningún individuo es de relleno. Lo malo es que esta línea no continuó. 

A pesar de haber tenido este ejemplo, en años posteriores se siguieron realizando novelas mediocres con tramas centradas en la búsqueda exagerada de un esposo por parte de una mujer o en en una venganza familiar. En otras palabras, historias que no buscaban ahondar genuinamente en la cultura de la sociedad latinoamericana. Algo de lo que, en su momento, Betty se apartó un tanto. 

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La telenovelas suelen ser consideradas como “contenido basura” por tener tramas huecas y personajes estereotipados. Pero Betty la fea, a pesar de no ser perfecta y pese a su tono humorístico, es una historia redonda y con personajes más humanos que el común de las telenovelas.

El hecho de que siga siendo relevante después de 21 años sólo demuestra que un producto audiovisual bien hecho no limita a sus espectadores. Algo que confirmo cuando invito a todos los miembros de mi familia a ver Betty la fea en Netflix, repetidas veces. Incluyendo a mi hermano mayor. 

 

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