Fresa y chocolate

por Jorge Bayas Lituma

Fotograma de Fresa y chocolate

 

País: Cuba

Año: 1993

Director: Tomás Gutierrez Alea

Guión: Senel Paz

Protagonistas: Jorge Perugorría, Vladimir Cruz y Martha Ibarra

¿Puede florecer una amistad entre prejuicios y dogmas de partido? ¿Pueden dos hombres separados por la edad, la orientación sexual y el pensamiento político hallar un mínimo resquicio de entendimiento? ¿Y puede aquel entendimiento tornarse lo suficientemente potente para que los dos se fundan en un abrazo climático que los lleve hasta las lágrimas?     

La respuesta es sí. Sucede a diario, en todo el mundo, y desde hace ya muchas décadas. Por más que nuestra sociedad continúe agobiada por la discriminación y la violencia. Pero no ocurrió en el cine cubano hasta bien entrados los años noventa, cuando el director Tomás Gutiérrez Alea llevó el famoso cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo, del escritor y periodista Senel Paz, a la pantalla grande.

En Fresa y Chocolate —cuyo nombre proviene de la contraposición entre dos sabores de helado: el de fresa, comúnmente asociado con los homosexuales, y el de chocolate, a los heterosexuales— tenemos a dos personajes casi antitéticos. Tanto en identidad y en la intención que los lleva a empezar su amistad.

David llega a la casa de Diego en busca de unas fotos de cuando actuó en Casa de Muñecas. No se volvería a ir. 

Por un lado, está Diego, el artista plástico culterano, homosexual y antidogmático —¿un guiño a su adorado Lezama Lima? — para quien guardarse una opinión es casi imposible. Por otro, David, el efebo —¿una alusión al famoso David de Miguel Ángel? — comunista, cándido y dogmático, quien debe lealtad absoluta a sus compañeros de militancia. Diego busca el amor en David. David, encontrar las pruebas que condenen al artista homosexual.

Pero, a pesar de este inicio complicado, las vidas de ambos se cruzan de forma indeleble. Al grado de que David, luego de conocer a profundidad a Diego, ya no sea capaz de denunciarlo y sólo pueda desear que este no abandone jamás la isla. Y Diego, luego de que la relación crezca entre ambos, sólo tenga deseos de que su amado se inicie en los deleites de la pasión a toda costa, incluso si no es con él sino con su amiga y vecina Nancy. 

Una película ligera, dulce y conmovedora que fascinará a quienes estén dispuestos a cuestionarse. Y si quieren comprenderla cabalmente, tanto en lo que respecta al tema como a las referencias culturales y símbolos, recomiendo la lectura del cuento de Paz. 

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