Aya Récords cumple dos años explorando nuestras músicas ancestrales para convertirlas en sonidos de vanguardia. Conversamos con ellos para que nos dieran un recuento del pasado, presente y futuro de esta experimentación.
Logo de Aya Récords, por Paula Duró y Alejandro Sordi. Extraído del Facebook de la disquera.
Ivis Flies y Grant C. Dull son dos aventureros musicales con trasfondos muy distintos, pero inquietudes muy similares. En paralelo, cada uno de ellos abrió su propio sendero para adentrarse en los ritmos ancestrales de América Latina y convertirlos en un juguete sonoro de posibilidades infinitas. Y aunque lo hicieron pensando en frecuencias distintas, poco les costó empatar sus visiones y sus oídos cuando sus caminos se cruzaron hace dos años más o menos.
De su encuentro surgió un nuevo ser llamado Aya Récords, un sello discográfico que combina el trabajo que ambos habían hecho por separado y les permite unir fuerzas en conjunto. En poco tiempo potenciaron y consolidaron las carreras de Mateo Kingman, Río Mira y EVHA, siempre con una premisa: ampliar el horizonte musical de latinoamérica. Hace poco celebraron el segundo aniversario de su alianza y nos contaron qué ha traído el presente y qué le depara el futuro a su búsqueda sonora.
EVHA en vivo en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito, 2016. Foto del Archivo de Radio COCOA.
Aya Récords nació en un panorama en el que hacer música contemporánea, mezclándola con la sonoridad ancestral de Latinoamérica, no era precisamente «original». «Desde hace casi 30 años que hay gente mezclando raíces con cosas electrónicas, con el mundo DJ o con cosas más modernas. Creo que estamos llegando a un pico de esta escena», dice al respecto Grant.
Cobijado por su alias, «El G» ha trabajado desde hace una década mezclando música electrónica con cumbia y sonidos andinos. Desde que la vida lo sacó de su natal Texas y lo arrojó en medio de la escena de clubes de Buenos Aires, no ha parado de sumergirse en esos paisajes musicales. Su experimento más notable con ello ha sido ZZK Records, la disquera que puso a una constelación de DJs y productorxs sudamericanxs en los oídos de todo el mundo. Y aun así, sigue encontrando sonidos nuevos en cada rincón que visita.
Cuando se juntó con Ivis en Quito, después de que los conectara la esposa de éste, pasó algo que a Grant le había pasado muchísimas veces antes: un productor le mostró su música. Esa tarde, según relata, escucharon lo que luego se convertiría en el catálogo entero de AYA, hasta que hubo un punto de quiebre. «Con Río Mira me atrapó», confiesa.
Río Mira. Foto promocional extraída del Facebook de la banda.
Ivis, por su parte, había llegado hasta ese momento después de lo que él define como un «gran proceso de su vida». Para él, los sonidos tradicionales del Ecuador habían sido una constante en su quehacer desde que empezó a hacer música.
Primero con «La Grupa», una agrupación de rock-pop que se hizo popular por mezclar ritmos de marimba en algunas canciones que podrían considerarse hits de los 2000. Después con Segundo Nazareno, músico emblemático de Esmeraldas, a quien le produjo su segundo disco. Posterior a ese encuentro devino «De Taitas y de Mamas», un disco-objeto que recopilaba el trabajo de seis músicxs legendarios de nuestro país, y que eventualmente fue nominado a un Grammy Latino.
En medio de esa inmersión profunda que había hecho en la música tradicional, y especialmente en la esmeraldeña, se topó con Iván Benavides. Este productor colombiano le propuso armar una especie de «All-Stars de marimba» por encima de la frontera después de ver lo que había hecho antes. Así nació Río Mira.
«Vi una mezcla de culturas, ideas, etnias, ritmos y sabores que la verdad que no había topado antes», agrega Grant de vuelta en el presente, cuando le preguntan qué lo cautivó de la música ecuatoriana. Pese a su vasto conocimiento de la sonoridad de nuestra región, esa mezcla se presentaba ante él como algo inédito y desafiante.
Ivis, cargado de todo su bagaje, era de alguna manera un portavoz de la misma, presentándole a Río Mira, Mateo Kingman y EVHA. Todos estos proyectos despertaban su fascinación, y sin embargo no terminaban de encajar en la visión electrónica que manejaba Grant con su disquera. Pese a su afinidad, los tres proyectos, y en especial el de marimba, tenían un color que se alejaba un poco del mundo digital, y obligaba a repensar sus contornos. Por ello, en su encuentro surgió la necesidad de abrir un nuevo portal musical.
Después de un par de conversaciones con Ivis, y sin pensarlo demasiado, decidieron abrir AYA como un sello hermano de ZZK. Aun cuando parecía que se juntaban en el clímax de la ola, surgía en ellos la necesidad de aliarse para hacer algo con la fuerza que habían descubierto en el trabajo del otro. En la unión encontraron una manera de explotar las riquezas que les presentaba la diversidad rítmica con la que estaban tratando.
EVHA en vivo en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito, 2016. Foto del Archivo de Radio COCOA.
«Nunca he querido quedarme en un solo género», afirma Grant. «AYA me abrió una puerta más, para meterme en más cosas tradicionales y menos cosas electrónicas. Me abrió un espacio creativo, como curador de música, de hacer cosas que no hubieran sonado antes». Por su parte, Ivis agrega que «la intención de AYA Récords es firmar música que viene más del lado tradicional, muy roots, pero empezando por esta zona del planeta (…) y haciendo discos que son un poco más de canciones o con autoría».
En ese descubrimiento, y ante todas las posibilidades que abrió, bastó con muy poco tiempo para que AYA se convirtiera en una verdadera fuerza musical. «Creo que se ha despertado muchísima atención a nivel global por lo que estamos empezando a hacer. Recién tenemos dos añitos pero suena muchísimo afuera», agrega el productor ecuatoriano.
Podríamos decir incluso que esta disquera, y lo que representa, se ha abierto camino en una corriente que está redefiniendo las reglas de juego de la globalización. «Es muy común ahora que en cada lugar del mundo hayan músicos partiendo de sus tradiciones y tomando las herramientas de la era moderna para tornarlos globales», dice Ivis al respecto.
AYA Récords ha sabido alinearse a esa visión para explotar proyectos que están asentados con mucha firmeza dentro de sus propias tradiciones musicales. Desde la selva hasta el Pacífico, estas músicas traen en sí una fuerte convicción en sus raíces, que moldea a la música digital alrededor de ellas. Como dice Flies, «El diferenciador de esta híper-interconexión es justamente lo que uno tiene hacia sus adentros».
Mateo Kingman en vivo en el Festival El Descanso 2017. Foto del archivo de Radio COCOA.
«La música es bastante universal», sentencia Grant. «No hace falta entender el idioma o de dónde viene para sentirla». AYA Récords prospera en ese sentido, porque vivimos en un mundo en el que «hay una escena para cualquier cosa que sea original, de raíz, de cualquier país del mundo». Según El G, «AYA presta una plataforma fuerte para seguir expandiendo e impulsando esos ritmos latinoamericanos que el mundo debe conocer».
En ese camino, y después de un fructífero par de años formando un catálogo que incluye dos álbumes, dos EPs y un sinnúmero de remixes y giras, el futuro pinta prometedor para esta disquera. Lo que la mueve, más que nada, es la inagotable inquietud de sus mentores, siempre alerta a seguir descubriendo ritmos en el tapiz musical de nuestra región, que ha probado ser inagotable a lo largo de su historia.
Entre sus próximos planes está el segundo disco de Mateo Kingman, la gira por E.E.U.U. y el segundo disco de Río Mira y el nuevo disco de Luzmila Carpio. Por lo que parece, mientras sigamos teniendo la capacidad de mirar hacia adentro para encontrar la riqueza y los colores de nuestras músicas, tendremos AYA Récords para largo.
