4 propuesta musicales que están despegando este 2022 en la escena local

por Katicnina Tituaña
Porque nada sucede de la noche a la mañana, Radio COCOA presenta cuatro propuestas musicales de la escena local que, luego de etapas de exploración y experimentación, este 2022 finalmente están despegando. 

Algunas de estas propuestas han estado cogiendo viada desde hace varios años, otras más bien desde hace poco, pero todas son resultado de una mezcla de esfuerzo, talento y suerte.

En la primera parte de este segmento hablamos con Chloé Silva (@chilvanakin), David Alzate (@david.alzate96), Carlos Asimbaya (@kaifo__) y Rafaela Valarezo y Jabiera Guerra (@_pinxame) sobre su recorrido artístico, en qué momento de su carrera se encuentran y sus proyectos a futuro. 

Chloé Silva

Géneros: Lo-Fi R&B, Neo Soul y Pop Alternativo

Chloé Silva en el Festival ContraCorriente 2022, en Quito. Foto: Juan S. Jaramillo

En este punto Chloé Silva no es un nombre desconocido. Solo en los dos últimos meses, Chloé ha sido parte del cartel de los eventos culturales más representativos de las principales ciudades del Ecuador: la Fiesta de la Música en Cuenca, el Festival ContraCorriente en Quito y el Fuka Fest en Guayaquil, además de otros conciertos.

Esto da la sensación de que la artista guayaquileña (de ascendencia francesa y uruguaya) hubiese estado en la escena musical local desde hace mucho tiempo, pero en realidad, Chloé es de la generación pandémica de artistas que surgieron en pleno confinamiento.

Más que una artista emergente, su carrera musical parecería estar ya consolidada, pero, como ella misma dice, a pesar de estar orgullosa del lugar en el que está, “siento que todavía tengo un montón para dar”.

Su trayectoria musical empezó mucho antes del 2020, claro. A los 15 años, viviendo en Uruguay, formó parte de una banda de sexagenarios y treintañeros que la nutrieron musicalmente y con la que tocaban covers en vivo.

“Yo era un piojito de 15 años, esa fue mi primera vez que me trepé a un escenario y que tuve reconocimiento en un país. Un montón de estaciones de radio estaban súper interesadas en el proyecto, pero no pudimos sacar adelante la banda”, cuenta.

Muchos años más tarde, desde casa y con la imposibilidad de realizar shows en vivo, en marzo de 2020 lanzó su primer sencillo en plataformas digitales, “Bad Coop”, que, para su sorpresa, tuvo una acogida desbordante. Un mes después, el 12 de abril, Chloé publicó su primer proyecto discográfico, un EP de cinco canciones que se titula Too Bad, producido junto a José Rosero, y con el que suavizó la cuarentena de muchos.

Foto: cortesía

“Un montón de gente me dijo que era un poco arriesgado, porque cuando sacas un EP o un disco esperas hacer conciertos para darte a conocer, pero yo no pude hacer eso. Creo que hice 10 u 11 conciertos solo por Instagram live”, recuerda divertida.

Fue arriesgado, pero su voz vibrante y profunda que viaja cómodamente entre matices y texturas no pasó desapercibida. Al EP le siguieron varios sencillos y colaboraciones (Biera, el mismo Rosero, Yulia Song, Paola Navarrete) que fueron confirmando que Chloé era una promesa R&B por la que apostar. 

De grabar en un Iphone 6 mini y hacer maquetas en la app Garageband, Silva es ahora una de las artistas de Poli Music, el sello discográfico de bandas ecuatorianas fundamentales como La Máquina Camaleón, Lolabúm y Tripulación de Osos. Según la artista, eso le ha servido de impulso, “fue como una aceptación súper grande y validación propia”, dice.

A finales de año verá la luz su primer álbum de larga duración que en estilos y temas toma distancia de Too Bad. «En mi EP todo es como muy rosado o colores pasteles y es todo como muy cute. Ahora es un poquito más pesado emocionalmente, estoy escribiendo sobre temas también que pueden ser difíciles de hablar».

Aunque ya está casi listo, Chloé aún no sabe explicarlo del todo. También es cierto que prefiere guardarse las sorpresas para más adelante. El caso es que con este álbum conoceremos más de esta artista a la que no le interesa “matarme buscando ser diferente a todos los demás”, sino que crea desde el genuino disfrute, el autodescubrimiento y la curiosidad.

David Alzate

Géneros: folk, indie-rock

Foto: cortesía

David Alzate es un músico quiteño residente en Estados Unidos desde el 2014. Durante mucho tiempo, David no se atrevió a llamarse a sí mismo ‘músico’. A los 15 años, tomó clases de guitarra y tocaba con algunas bandas de la escena independiente ecuatoriana como pasatiempo.

Pero luego de terminar el colegio, decidió que su camino sería otro. “Decidí no estudiar música y fue una decisión difícil, pero fue la más acertada”, cuenta, y luego explica por qué. Sin embargo, admite que se quedó con el bichito. “Nunca sacie las ganas de hacer algo más en esa escena”, dice.

Esa oportunidad llegaría más tarde, aunque para eso tendrían que pasar muchos años y muchas cosas, entre ellas, claro, la pandemia.

En el 2014, ingresó a estudiar economía política en la Universidad de Georgetown, en Washington. Allí tocaba covers con amigos en conciertos, la mayoría pequeños, y por ahí, un par de escenarios grandes. Digamos que tocar música estaba en segundo plano; no obstante, escucharla, escuchar la música indie ecuatoriana lo acompañaba en esas tierras lejanas de allá arriba.

“Estando lejos del Ecuador, yo me pasaba escuchando el SoundCloud del Mauro Samaniego. Siempre admiré muchísimo nuestra escena independiente y mis referentes principales fueron muchos artistas ecuatorianos”, dice.

De vuelta a Quito, durante un verano en 2018, grabó un disco “de prueba” con un par de amigos. “Imprimí 50 copias y ahí quedó. No está ni siquiera en plataformas”, comenta. Lo presentó en un par de shows en la capital, pero nuevamente tuvo que regresar a Estados Unidos, esta vez, a Boston.

David estaba enfocado en su vida fuera de la escena musical y así pasó el tiempo hasta que llegó nada más y nada menos que la pandemia. Entonces, en el 2020, durante los meses de encierro y con un montón de canciones escritas y arrinconadas en su celular, compuso en una guitarra acústica de bajo costo Boston Weather, su primer proyecto solista.

Lo grabó con una interfaz de audio y un micrófono también baratitos, y el EP de seis canciones en inglés al estilo indie-folk lo publicó en plataformas, aunque no lo promocionó. Tuvo un éxito chiquito, pero para David, Boston Weather fue, más que una obra con la que buscaba reconocimiento, el resultado de un ejercicio, una práctica, un reencuentro con su lado musical.

Poco después, al ver que la pandemia no se iba a ningún lado y con más canciones escritas en su haber, a David se le ocurrió crear un nuevo EP, pero esta vez quiso hacerlo mejor, y en español. Entonces, tocó las puertas de sus principales referentes ecuatorianos: Mauro Samaniego (Da Pawn, Tripulación de Osos) y Felipe Maldonado (Mojo Myst).

La idea no era crear algo producto de una relación transaccional “estéril”. Es decir, a David no le interesaba simplemente pagar a alguien para que le produzca su música en buena calidad. Buscaba también la mentoría, el aporte, el involucramiento de quienes admiraba desde hace mucho tiempo. Afortunadamente, así fue.

Foto: cortesía

Durante un par de meses en 2021 regresó a Quito y se pusieron a trabajar con Mauro en la producción, Felipe en la grabación y mezcla de sonido y Chelo Suárez a cargo de la masterización. De ese trabajo, este próximo septiembre podremos escuchar Inia, un EP del que ya se han liberado dos canciones: Naufragio y Biopsia.

Inia será el primer trabajo discográfico en español de David Alzate, en cuyos sonidos, propios del indie-rock, se evidencia la fuerte influencia de proyectos musicales de la escena independiente ecuatoriana. Bien podría tratarse de un homenaje…si queremos pensarlo así.

David ha llevado una “doble vida” entre la música y la carrera que optó ocho años atrás. Eso ocasionó que, en todo ese tiempo, le cueste reconocerse así mismo como músico, artista o cantautor. De hecho, fue algo que se lo confesó a Mauro.

“Le dije, a veces me siento como un impostor, como alguien que solo viene de afuera con plata y canciones […] no siento que pertenezco o que en verdad tengo esa autenticidad que ustedes tienen como músicos. Y lo que me dijo el Mauro fue de las mejores cosas que alguien me haya dicho: Todo el mundo tiene derecho a crear su música, a crear su arte y tú la jugaste súper bien”.

Con esa validación, que todos la necesitamos en algún punto de nuestras vidas, David hoy está feliz de no haber estudiado música. “Yo tengo otras pasiones y no puedo decirle que no a esas pasiones”, dice, entonces, ¿cuál es la meta de David como músico?

“Si yo puedo de alguna forma influenciar como el Mauro y el Feli me influenciaron e inspiraron a crear cuando era chamo, si yo puedo inspirar a alguien a crear de esa forma, ese es mi objetivo más grande”. 

Dentro de poco, David empezará una maestría en políticas públicas en Yale. En el futuro espera regresar a Ecuador con nuevos conocimientos y herramientas, y por supuesto, con su guitarra y su música.

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Kaifo

Género: Electrónica, música nacional ecuatoriana

Foto: vía Bandcamp

De Machachi para el mundo, Kaifo lanzó a inicios de agosto un EP con toda la sabrosura de la música nacional y los tintes modernos de la electrónica: Enjundia. Tres temas para chichear con estilo. El EP es apenas un abrebocas a lo que se viene, pero ¿quién es Kaifo?

Tras culminar su educación formal en jazz en 2016, Carlos Asimbaya tomó distancia de la academia y se fue a explorar en el Valle del Chota otras sonoridades del ADN musical ecuatoriano. “Quería salirme un poco del jazz, quería descansar un poco de eso que fue mi escuela”, dice.

Llegó a Chalguayacu y allí conoció a músicos de la talla del legendario trío Las Tres Marías. “Llegué a la casa de los Mendez, hijos de Magdalena Pavón [Las Tres Marías]. Era un sábado en la tarde cuando caí a la casa de ellos accidentalmente. Había muchos familiares, estaban tocando un poco de bomba y conversando. Uno de ellos tenía ese apodo: Kaifo”, relata.

En ese momento, a Carlos ni siquiera se le había cruzado por la cabeza iniciar un proyecto,  mucho menos uno de música electrónica que experimentara con la música tradicional ecuatoriana. Simplemente estaba explorando. Entonces, los viajes al Valle del Chota se hicieron frecuentes. “Al principio fue la necesidad de grabar para aprender. Después ya fue el gusto de ir a visitar unos amigos”, explica. 

A Kaifo, la persona, Carlos se lo cruzaba en cada visita y por curiosidad le preguntó de dónde venía el apodo. Resulta que había llegado hasta él generación tras generación. Años más tarde, en el 2019, y esta vez sí con una idea de proyecto en mente, Carlos adoptó el apodo como nombre artístico, como una forma de homenaje al Valle y a toda la tradición musical afrochoteña.

Su música es resultado de esos años de investigación y aproximación a la música tradicional ecuatoriana. A la vez, había estado experimentado con beats junto a amigos que en ese momento estaban surgiendo en la escena de la música electrónica (Entrañas, Mala Fama y Crvzloma).

En 2019 publicó su primer release, “Desvío”, un sampleo de la hoja de naranja, autoría de Tomás Caravalí, uno de los músicos vivos más antiguos y representativos de Chalguayacu. Tuvo una excelente acogida entre aquellos amigos y músicos que ya estaban completamente sumergidos en las aguas musicales electrónicas.

Fue una sorpresa para Carlos, quien apenas estaba probando el agua con los pies. “Para mí la música electrónica fue meterme en un viaje en el que nunca me había metido”, dice, no obstante, ese primer sencillo le permitió identificar que Kaifo en ese momento no quería ser un proyecto de música tocada, sino un proyecto de investigación y experimentación con distintos estilos musicales.

¿Qué pasó con Kaifo durante la pandemia? Lo cogió en subida, como a todos, y le tocó cambiar de planes. Un EP que estaba preparando en el que incluiría a “Desvío” se truncó. “Yo vivo en Machachi. Era súper imposible ir a Quito, el transporte era limitado y en ese tiempo yo mezclaba allá”, cuenta.

Foto: vía Bandcamp

Con la grabación del EP truncado, pero con tiempo de sobra en las manos, Carlos decidió que quería hacer un disco, esta vez sí, de música tocada. Llevaba tres años metido de lleno en la electrónica, pero volvió a tocar el piano, inspirado además por toda la música de su crianza.

“Mis abuelos me han enseñado a escuchar Polibio Mayorga, Luis Alberto San Pedro, Segundo Bautista que son, para mí, tecladistas que le dieron la vuelta a la música nacional”, dice. Así fue como, a finales de 2020, se dedicó a componer el disco con Oscar Bahamonde en la grabación y la mezcla, que incluye colaboraciones con musicazos ecuatorianos.

La obra de 10 temas está cocinada desde finales del año pasado y, si todo sale bien, verá la luz a finales de este año. Pero el músico machachense, sosegado como su hablar lo delata, no quiso apresurarse a lanzarlo, arriesgándose a que sólo lo escuchen sus amigos y se quede en el olvido.

“Entonces, dije: Voy a lanzar un EP”. La idea era conseguir más público. Así, una vez más, Carlos se puso a camellar. En febrero de este año nacieron dos temas de Enjundia: “Olvidando” (chicha) y “Timbushca” (albazo).

Poco después, el tema que acabaría por conjugar la identidad del proyecto surgió de la mano de Luis Sigüenza en el saxofón, una bomba electrónica bien zapateable, homónima del EP. Con los tres temas creados, Felipe Andino, amigo cercano de Carlos, se encargó de la grabación y masterización.

Sin ninguna estrategia para el lanzamiento de Enjundia, porque como argumenta Carlos riéndose, “no puedes crear expectativa si tú no eres nadie”, el EP llegó a las plataformas el 4 de agosto.

“Ese día decidí que salga el EP, un video, que salga todo. El video lo hizo David Castre, un increíble director”. Sin nada de publicidad y presentándose al mundo a lo Polibio Mayorga, con terno y corbata, el primer proyecto discográfico de Kaifo tuvo un éxito afortunada e inesperadamente grandioso.

Y aunque a Carlos Asimbaya no le hace mucha gracia el “se vienen cositas”, lo cierto es que se vienen cositas. Así que, más nos vale tenerlo en el radar para no perdernos de shows y sabrosa musiquita.

Pinxame 

Género: Canción escénica 

Foto: Andrea Aguirre @andreaaguirren

La magia surgió tocando covers por diversión. Jabiera Guerra y Rafaela Valarezo se juntaron meses atrás con el único fin de tocar sus canciones favoritas de artistas como Juana Molina y La Chica. Sin sospecharlo, en el escenario habían invocado una energía casi hipnótica a la que bautizarían como Pinxame.

“Nosotras cuando hicimos los covers le pusimos Pinxame al concierto”, cuenta Rafa. “Y en el concierto lo que fue bien bacán fue que…bueno, nosotras ya habíamos construido como una cosa rica, pero yo siento que no éramos muy conscientes de lo que se había generado entre nosotros hasta que tocamos en público”.

Lo que ambas recuerdan es a un público boquiabierto, lo cual las tomó completamente por sorpresa. “Y nosotras así como !¿qué está pasando?!”, recuerda Jabi entre carcajadas.

De padre actor y madre bailarina, Jabiera Guerra creció “en las patas de los escenarios”. También eligió el movimiento como camino de vida y es bailarina contemporánea. “Siempre fue de una manera muy natural esta cosa de bailar, siempre vino de mí. Ese mundo que ellos [sus padres] tenían, que ellos tienen, yo lo fui descubriendo”. Más adelante Jabi también se descubrió en el canto.

Foto: Andrea Aguirre @andreaaguirren

Rafa, por su parte, también viene de una familia de artistas, de padres músicos concretamente. “Siempre he estado embebida. Mi ma, además, es una creativa densasa, le encanta escribir, es full ñoña, le gusta full estar dibujando todo el rato. Entonces, siento que siempre he tenido curiosidad por full lenguajes creativos”, dice.

En la Universidad, el camino de Rafa se bifurcó entre la filosofía y la música (estudió piano clásico y piano jazz), pero esa ambivalencia no le proporcionaba mucha seguridad o confianza en sí misma. “Hasta que le conocí a la Jabi”, recuerda medio seria, medio entre broma.

Foto: Andrea Aguirre @andreaaguirren

Se conocieron hace como un año, pero su amistad surgió por allá por diciembre del 2021, cuando decidieron juntar sus energías en aquel show de covers que hicieron tanto por diversión como por chauchar.

Según Rafa, “yo percibía en ella (en Jabi) una naturalidad muy rica para crear, para justo estar en escena. Además nos divertimos un montón desde el principio”.

“Al encontrarme con la Rafa y ver las herramientas y todo lo que ella tenía para compartirme y viceversa fue como: Bacán, tú lo llevas desde este lugar, yo lo llevo de este, cómo lo fusionamos y hacemos algo que nos sintamos cómodas las dos y que sea un reto para las dos también”, cuenta Jabi.

En abril hicieron oficial esta singular, refrescante y frutal propuesta musical en un show en el Teatro Malayerba. Desde entonces, el dúo ha capturado la atención con su presencia escénica y estética, tanto así que incluso han abierto los shows de bandas y artistas como MIEL y Lolabúm, quienes evidentemente han creído en la propuesta.

El sonido de Pinxame es una combinación de texturas vocales, piano, sintetizadores e instrumentos acústicos y electrónicos. Sus canciones metafóricas le cantan a lo etéreo y crudo del amor, la vida y el universo, sin descuidar la corporalidad, elemento transversal de la magia que conjuran en los escenarios.

“Siento que hay mucha sensualidad y sensorialidad […] ambas hablamos mucho desde el cuerpo”, explica Rafa. Su presencia escénica incluye elementos inesperados como el fuego y la danza hula.

En julio organizaron la primera “Fiesta Pinxame”, un evento autogestionado para empezar a recaudar fondos y así producir su música. En los últimos meses, Jabi y Rafa no han dejado de trajinar, por lo que hay que estar atentos a lo que el dúo vaya anunciando y cruzar los dedos para que un proyecto discográfico se haga realidad.

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