Gabriel Zamora contrasta a las masas y el color para denunciar problemáticas sociales.
Patrones coloridos, muebles sin razón de estar, siluetas sin rostros. Sí, estamos viendo un Gabriel Zamora.
Desde 2013, Gabriel no ha parado de exponer colección tras colección, dejando admirados a muchos con sus pinturas fauvistas. Con 112 cuadros pintados hasta la fecha, nunca ha soltado los colores y su régimen de 15 horas diarias de pintura, hace que tampoco suelte el pincel. «Siempre he pintado, no es algo que sucedió de un día al otro», dice él, un autodidacta.
Gabriel explica que la costumbre está en la pintura: un niño empieza por expresarse en el dibujo y la pintura, rasgo que se pierde cuando le asignan otras materias. Pero por suerte, este es el rasgo del que él nunca se pudo apartar. De niño, tenía problemas en el colegio porque no paraba de dibujar, y se pudo graduar por el mismo motivo: participar en concursos de pintura le ayudó a negociar su título de bachiller con el rector.
Un renegado de la academia, pasó seis meses en la Universidad de las Artes, pero eso no funcionó para él. Las reglas de las escuelas artísticas le sirvieron solamente para romperlas y eso lo expresa ahora en su uso abrumador de color: brillantes y ordenados en patrones repetitivos tanto para el fondo como en sus personajes.
En los cuadros de Zamora, el significado está oculto para el espectador por las texturas y la cantidad absurda de colores. Pero si miramos a fondo un cuadro, dos o diez de sus tres primeras colecciones, encontraremos búhos, conejos, corazones. Son símbolos recurrentes que se acumulan con el paso del tiempo.
Los búhos
Animales nocturnos, representan a los noctámbulos que se desvelan por acabar sus proyectos, su arte. Compañeros de la noche en los que Gabriel se inspira para pintar y dibujar.
Los conejos
Estuvieron presentes desde el primer cuadro y hacen referencia a Alicia en el País de las Maravillas. Pintado para que lo sigan, el conejo marca el camino dentro del cuadro o la exposición.
Los pájaros
«Cerca de mi casa hay un señor que da de comer a las palomas, siempre tiene una paloma en el sombrero», cuenta Gabriel sobre los pájaros de sus cuadros. Parados sobre las personas, los pájaros son las ideas y la inteligencia de estos.
Las cometas
La infancia está representada en cometas, siempre enredadas en cables de luz, pero con una escalera para bajarlas, si es que se desea.
Fin de Fiesta (2014)
Fin de Fiesta, la primera colección de Zamora, presentó sus primero cuadros a color, dado que antes pintaba todo a blanco y negro. En la serie, se siente un aire de locura y fiesta. Las escenas retratadas hacen alusión al desenfreno, pero no a la alegría. El contraste provoca una ambigüedad happy-sad, que ha caracterizado su obra desde entonces. «Viernes 7 am» es el cuadro master del que se desprenden todos los demás, como reversiones y adaptaciones.
Todos las escenas son retratos de espacios privilegiados, haciendo alusión a las clases altas. Con la intención de ampliar la idea de que la pintura ecuatoriana usualmente representa la marginalidad, Zamora pinta problemas que incluyan a todos, incluso a los pequeños burgueses.
Amor Violento (2016)
Lo que empezó como un testimonio de locura y fiesta, tomó otra forma con la transición de Fin de Fiesta a Amor Violento, su segunda exposición. Estas dos colecciones, consolidarían las señas del estilo de Gabriel, y formarían un concepto de denuncia social que terminaría por construir la temática principal del artista.
Con paisajes muy familiares y personajes que se pueden asimilar, en Amor Violento Gabriel posiciona todos sus elementos en escenas que representan partes disfuncionales de la sociedad o de las relaciones. «Las personas ponemos amor en cosas que en realidad generan violencia y nos hacen daño, como cuando una persona le pone amor a su trabajo y trabaja todo el tiempo para ganar dinero y se olvida de vivir», explica Gabriel.
Romper para ver por dentro (2017)
Ver dentro de la gente y de uno mismo. El concepto de esta tercera etapa de la obra de Gabriel, hace énfasis en soltarse de apariencias en las figuras, como forma de romper las máscaras sociales que nos ponemos dependiendo de las situaciones donde nos encontramos, dependiendo de la gente y las conveniencias.
«En este cuadro están los mismos personajes en diferentes etapas. Es un conflicto de comunicación que no llega a resolverse, una forma de destruirse para ver que es lo que tienen que decir, lo que tienen dentro», explica Gabriel para elaborar el trasfondo del cuadro. «Uno nunca termina de conocer a alguien», termina.
Una nueva colección
Y ahora, para su nueva exposición en desarrollo, Gabriel nos presenta a los soldados. Ellos son el símbolo explícito de la división que se presentó en el Ecuador durante las últimas elecciones presidenciales, cuenta el pintor.
El color, en esta nueva exposición, presentará por primera vez el bicromatismo: el uso de dos colores y sus intensidades, que con variantes de escenas y contextos sociales nos llevarán aún más cerca del universo sin apariencias de Gabriel Zamora.