País: Argentina
Año: 2007
Director: Lucía Puenzo
Guión: Lucía Puenzo y Sergio Bizzio
Protagonistas: Ricardo Darín, Inés Efrón y Martín Piroyanski
Esta es la típica película que te deja pensando por horas sobre lo que acabas de ver. La historia gira en torno a Alex (Inés Efrón) —fíjese en lo unisex del nombre—, una/un (?) adolescente de quince años que —precozmente se revela— es intersexual. Es decir, su cuerpo tiene características sexuales masculinas y femeninas.
De ahí el nombre de la película, en honor al Síndrome de Klinefelter, una afección genética que causa que ciertos hombres tengan un cromosoma X adicional. Aunque el término está técnicamente mal empleado con relación al personaje de Alex, el título transmite fácilmente la parte científica detrás de la intersexualidad.
Trama
Alex se encuentra en un periodo de exploración y definición de su identidad sexual. Toda su vida ha tomado pastillas para mantener a raya las hormonas masculinas y los cambios físicos que estas producen.
O sea, ha pasado su vida aparentando tener las características físicas y culturales que la sociedad tradicional ha etiquetado como ‘normales’ en una mujer. El viaje exploratorio llega a su auge cuando su madre invita a una familia de amigos a su casa, y es entonces cuando conoce a Álvaro (Martín Piroyanski), el hijo de un cirujano plástico homofóbico.
Ambos adolescentes están en proceso de descubrir su sexualidad y forjarán una relación. Pero las cosas son difíciles. La sociedad es dura con Alex por su condición y ella descubre que también la familia puede llegar a serlo.
Sin embargo, en el camino veremos que cuenta con un gran aliado, su padre, Kraken (Ricardo Darín), un biólogo que parecería que constantemente intenta desaprender los roles culturales de género y sexo.
Reflexiones
Lo genial de esta película es que, más que afirmaciones, genera preguntas en quién la ve. ¿Cómo referirse a una persona intersexual usando un lenguaje binario de él/ella? ¿Qué orientación sexual tienen estas personas? ¿Qué orientación sexual tiene una persona que tiene sexo con ellas? Es increíble ver tangiblemente que nuestro sistema de etiquetas se queda corto frente a la diversidad humana.
La existencia de personas intersexuales es en sí una gran oportunidad para que repensemos sobre el género y la orientación sexual. Tal vez, así nos demos cuenta de lo ilógico que es que el aparato reproductor y el uso que se le da a este sean determinantes en nuestra conducta y, peor aún, en nuestro trato hacia otras personas.
Puede que pienses que son poquísimas las personas intersexuales. Según la ONU, se estima que el 1,7% de la población mundial es intersexual. Pero eso quiere decir que existen nada menos que 119 millones de personas intersexuales en el mundo. Y ¿en Ecuador? Alrededor de unas 289 mil.