Vivo, Nasty: La tragicomedia de Amantina

por Constanza Puente
Después de harta paciencia, exactamente hace un mes, Amantina (Daniel Sorzano) y su público vivieron finalmente la llegada de su primer álbum de estudio: Vivo, Nasty. La obra musical oscila entre la risa y el llanto, para encontrarse en un lugar refrescante y auténtico.

Vivo, Nasty: El uso de la coma entremedio no es gratuito. En ese pequeño detalle, en la ligera pausa que provoca, en esa separación dicotómica, se esconde el concepto que envuelve al álbum. Una contradicción que se toma el instante para reconocerse y aceptarse, con un poco de conformismo y sabiduría. Estar vivo, pero con la constante molestia de preguntarse si en realidad eso es algo tan positivo.

En esa coma también está presente el desarrollo y la evolución artística de Amantina para ser y sonar como hoy lo hace; una mixtura melódicamente disonante, sin vacíos, con dimensión, enriquecida por los detalles sintéticos, la voz y el juego.

Las 14 canciones que conforman el disco develan el largo proceso de creación del mismo. La paciencia es un elemento fundamental detrás del álbum y del proyecto. Daniel Sorzano es músico desde muy pequeño y en la adolescencia, ya tenía un proyecto muy exitoso dentro de la escena de música indie del país: Les Petit Bâtards.

Sin embargo, su corazón le llamaba a explorar y ser fiel a sí mismo. En consecuencia, lo que transcurrió después fue una mudanza al país de sus raíces, Colombia, nuevos estudios, nuevos amigos y colegas, y tres años de hacer y deshacer Vivo, Nasty.

La experiencia de oír el álbum se enriquece con el hecho de que también se puede ver. Sin ser un adorno, son cuatro los videoclips que lo acompañan, sensibles como cada tema y bien cuidados.

Las letras, por su parte, llegan genuinas. Si prestas atención, te encuentras con una misma presencia, reflejada en palabras constantes que no abandonan al artista, lo viven. Esto no hubiera sido posible sin la honestidad y el valor para sentir, hacer y decir, incluso cuando existir hace que te mires a ti mismo a veces como un payaso entristecido o como un dios esclavizado.

El camino para encontrarse

Foto: Cortesía

Si algo ha sido esencial en el proceso de Amantina para crear Vivo, Nasty es la búsqueda, la exploración y el desaprender. Todas esas hazañas requieren de una resistencia incansable para llegar a esos lugares donde sientes que ya habías estado o donde te reconoces a ti mismo. Ahí habita la magia, el eterno retorno del arte.

Soltar estructuras y estar dispuesto a recorrer este camino, tanto en lo personal como en lo profesional, le permitió a Amantina hacer canciones con estructuras distintas a las tradicionales, jugar con su voz y con la escritura durante la producción de formas que no había probado antes.

No fue un proceso fácil, lo que más le costó fue precisamente desaprender la forma en la que escribía sus letras. Abandonar la zona de confort y explorar fue clave para descifrar los mecanismos de otros músicos y poetas que evocan en él emociones y sensaciones fuertes.

Poetas colombianos como Tania Ganitzki y Santiago Rodas son algunos de sus referentes principales entre los que buscan desolemnizar el lenguaje poético. Así encontró Amantina una forma más empática y tangible de expresión.

El juego con la voz y los filtros se ha convertido en otro elemento importante de su música que toma cada vez más presencia como instrumento musical. El objetivo ha sido articular distintas emociones usando la voz como base y diversificándola con matices: autotune, efectos, cambios de registro e ir de las melodías al rap-sing. El resultado fue alejarse de lo plano para que los temas se sintieran vivos.

Al final del camino está la búsqueda que llega al encuentro. La paciencia detrás del proyecto y del álbum se hace evidente cuando, al escucharlo, se siente que Amantina ha encontrado una identidad. Hoy busca sencillamente crear música que lo haga sentir lleno, pleno.

“Antes creo que hacía lo que podía, no tenía las herramientas para lograr algo que me guste a mí al cien, y eso es lo que estoy intentando hacer ahora, música que yo disfrute y que disfrute cantar en vivo y escuchar una y otra vez sin aburrirme”, dice Daniel.

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Habitar el espacio teatral

Foto: Cortesía

Escuchar Vivo, Nasty es adentrarse en un universo tragicómico. Lo íntimo está tan presente que se siente como una invitación, nuevamente, al encuentro con uno mismo. Amantina, sin embargo, no había caído en cuenta de la intimidad tan desnudada hasta que escuchó el álbum ya lanzado.

El disco se acuerpa de la tragicomedia tanto en el concepto como en el sonido. El telón se abre con Nimbo, una melodía clásica, nostálgica y dramática que termina en sonidos opuestos, sintéticos, distorsionados y saturados que anticipan (sin spoilear) lo que vamos a escuchar. Así, se da inicio a la obra de teatro de la vida de Amantina.

Las etapas personales que ha atravesado Vivo, Nasty son dispersas, difusas. Como dice Daniel: “Es un cóctel de situaciones y emociones fuertes, algunas lindas y la mayoría no tan lindas, por eso el nombre del disco y esa narrativa del hastío y el mal trip”.

Para él, la epifanía gestada del álbum fue hacer consciente que reírse de la miseria propia puede ser una muleta o un mecanismo de defensa que usado en exceso se vuelve nocivo. Muchas veces es solo una forma de ignorar lo que sentimos y no procesarlo.

Habitar el espacio teatral da paso a que los sentimientos más oscuros y la realidad más intragable de uno habite el cuerpo. El cuerpo, entonces, habita el lápiz, la guitarra, los sintes.

Y para construir una obra tragicómica, siempre tiene que haber un personaje, esa máscara que nos permite mostrarnos. El payaso entra en este universo como una extensión de lo que a Amantina le ha tocado enfrentar como artista y como cantante.

“El imaginario del payaso es tan importante para mí, porque reúne la idea de que, sin importar lo que pase, el payaso tiene que estar de pie haciendo lo que hace en su teatro. La vida es un poco así, o mi vida ha sido un poco así, puedes estar teniendo un momento de mierda y en treinta minutos tienes que cantar en el escenario. Y si bien es un espacio de catarsis, al mismo tiempo muchas veces termina siendo un peso”.

El proceso de escribir la canción homónima del álbum sucedió muy rápido, a diferencia de otras canciones como “Tarde Que Temprano”. Eso le permitió a la canción ser cruda, honesta. El tema cierra el disco y Amantina confirma que desde el principio fue pensado como un final dramático, pero irónicamente esperanzador.

 

En el video musical, Amantina es el payaso en su teatro. Así se genera el paralelismo con el videoclip de “Lumbre”, donde es más bien un payaso sin espacio y sin rumbo. La narrativa invita a pensar si el teatro como vida es realmente el lugar donde queremos existir.

“Fue lindo reunir a estas personalidades que han aparecido en los diferentes videos que se mueren y reviven y se vuelven a matar, que es un poco lo que pasa en la cabeza de cada uno. Eso pasa con los payasos, para mí. El payaso de “Lumbre” es este payaso mucho más triste, con menos esperanza, huye de algo. Yo suelo huir de la tristeza hasta que me atrapa, algo que busco hacer ahora cada vez menos. “Vivo, Nasty” es más una confrontación, confrontar que no estoy bien y que está bueno poder reconocerlo y sentirlo, pretender que todo está bien no funciona”, dice.

Esto se acompaña del tono satírico de: “Una que otra herida bien abierta. Qué le vamos a hacer”, dice Amantina, y de una portada que calza perfecta. De repente un día se despertó y miró la pared de su cuarto que lleva pegadas fotos de un álbum familiar.

Ahí, como señal del universo, estaba una foto de su primo disfrazado de payaso, pero uno muy bravo. La ironía confirmaba el universo tragicómico de Amantina como proyecto y también lo ineludiblemente humano de las experiencias y emociones de Daniel.

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García Lorca dijo: “El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”. Escuchar y ver Vivo, Nasty es sentarse en la butaca de una primera fila. Lo poético, la dramaturgia y lo humano confluyen en esta obra musical sin guión. Porque todo se fue construyendo para ser lo que es, de a poco y sin darse cuenta, como esas cosas que, al ser reales y honestas, suceden.

Hay un sentido metafórico en las letras, motivos como la luz, el humo del cigarrillo, el agua y la muerte que evocan nuestra extraña y necesaria relación con el mundo.

Se presentan palabras que reaparecen a lo largo de todo el disco, que genuina y sencillamente, significan ese acercamiento con la vida. Lo poético confesional aporta una forma refrescante y auténtica de hacer música.

El viaje de Amantina hacia el álbum representa finalmente un encuentro consigo mismo y un reencuentro con la música de una manera placentera para poder resignificarla en su vida.

Se desfogan esas angustias pasadas en donde hacer música se convertía en estrés, para cambiarlo por la sabiduría de hacer algo con lo que verdaderamente se puede conectar. Vivo, Nasty es, en definitiva, eso que no es, lo que quiere decir que el telón se cierra solo para encontrarnos ignorando que reímos tristemente o lloramos de la risa.

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