Un vistazo desde Radio COCOA al A Moon Shaped Pool de Radiohead

El noveno disco de estudio de Radiohead llegó de sorpresa, al igual que sus otros dos discos anteriores. Borraron la información de redes sociales y página web, soltaron pequeños cortos de nuevos videos y singles y en menos de una semana, el 8 de mayo de 2016 estrenaron nuevo álbum: A Moon Shaped Pool.

Un salto por el pasado de Radiohead

Pero antes de hablar de ese disco, hagamos un throwback a la historia de sucesos discográficos relevantes de Radiohead: Empezaron su carrera visible al lanzar Pablo Honey en el 93 y sorprendieron. Luego, llegó a nuestras vidas el Ok Computer, con un sonido predominante de guitarras y un amplio concepto musical. A ese, aunque difícil de superar, le siguió Kid A, donde Radiohead planteó un nuevo estilo, más minimalista y menos rockero, con sonidos digitales y mucho más experimentales que en los anteriores discos. Todo eso sucedió en ocho años en los que Radiohead dejó su presencia alt-rock en el mundo y nos acostumbró a hacernos esperar música suya para revolucionar nuestras cabezas.

Pasando al In Rainbows, siete años después, Radiohead se atrevió una vez más a mostrar una nueva faceta de la banda, en una especie de experimentación con sonidos electrónicos, sin dejar de lado su estética rockera: overdrive en las guitarras y una percusión fuerte. Por último, esperaron cuatro años, cuatro, para publicar The King of Limbs en 2011, donde se planteó una búsqueda de nuevos sonidos y texturas más calmadas; utilizando recursos como el loop. Son casi 30 años de sentir a Radiohead y cinco años desde que tuvimos nuevas canciones suyas grabadas en estudio.

A Moon Shaped Pool, llega después de una imparable transformación de sonidos. Durante la primera semana de lanzamiento, muchos argumentaron su disgusto con que se trataba de una simple recopilación de temas que ya habían sido tocados y simplemente fueron unidos para tener nuevo material.

Otros en cambio lo idolatraron: pase lo que pase, hay fans que siempre estarán dispuestos a escuchar lo que saque Radiohead o, precisamente, Thom Yorke. Pero acá, a dos semanas del día cero del estreno, dejaremos de lado las apreciaciones marcadas por un extremo y otro. Más bien el punto es entender un poco más allá lo que nos trae el A Moon, sin lanzarnos a blancos o a negros. Bienvenidos a la gama de grises.

Thom Yorke, vocalista de Radiohead / Ilustración: Mateo Privitera

Elementos imprescindibles para entender el A Moon

La primera vez que escuché el disco de corrido fue en mi casa, y a pesar del buen sistema de sonido, no me llegó a cautivar del todo. Era evidente que había buen material. Por ejemplo, los arreglos de violines estridentes con una línea electrónica por debajo en el primer tema «Burn the Witch», estaba lleno de sonidos que causaban mucha intriga por el resto del disco. Después de escucharlo repetidas veces pude entender que no es simplemente una “recopilación” de canciones. Me pasó lo mismo con los últimos dos álbumes: In Rainbows (2007) y The King Of Limbs (2011). 

Por esto, el primer enunciado imprescindible es que la música de Radiohead necesita tiempo. No es fácil de digerir y por lo tanto, hacer una declaración escuchando el álbum solo una vez, sería acelerarse y equivocarse por completo: la primera impresión nunca es definitiva.

Después de cinco años sin nuevos lanzamientos, este álbum llega de forma muy natural. Como si los temas hubieran estado en cola esperando el momento justo para ser atendidos. Eso es lo remarcable del disco. A pesar de que temas como «Ful Stop» ya habían sido tocados anteriormente en shows en vivo, aún no estaban listos para ser grabados e incluidos en algún otro disco anterior.

A simple vista, el álbum parece ser un capricho de Thom Yorke, donde hay una estética muy marcada por su estilo. Incluso podría llegar a ser un álbum solista. De hecho, esa fue mi primera impresión del disco, cuando lo escuché una o dos veces. Pero después de una semana de escucharlo todos los días, me pude dar cuenta de que es un disco tan diverso como la banda misma. En «Tinker Tailor Soldier Sailor Rich Man Poor Man Beggar Man Thief», todo está ralentizado y es muy electrónico, pero es Jonny Greenwood quien toma el protagonismo a través los arreglos de cuerdas que magnifican la melodía junto con la voz y los sintetizadores. Pasa algo similar en «Glass Eyes», donde las cuerdas y el piano crean un ambiente muy cinematográfico, pero también está la ansiedad y alienación que Thom siempre busca en su estética. En este tema es crucial la participación de The London Contemporary Orchestra con las transiciones suaves y tranquilas en las cuerdas.

Por otro lado, «Identikit», es una canción muy rítmica donde Phil Selway y Colin Greenwood cumplen un papel protagónico en la batería y el bajo respectivamente. También hay un coro de voces arreglado por Jonny Greenwood, que me trae recuerdos a dos temas del Kid A: «Idioteque» y «Everything in its right place». En «Decks Dark», hay un coro impetuoso de voces, pero la línea de bajo de Colin marca todo el tema.

Como ya subrayé antes, Thom Yorke tiene su marca fuerte en el disco y hay por lo menos tres canciones para probarlo. Una de ellas, «Daydreaming». Las melodías minimalistas y un simple motivo de piano triste pero esperanzador evidencia algunos de los clásicos recursos de Yorke, además de su outro de voces al reverso y ralentizadas. Esta canción se robustece además con el gran trabajo de Paul Thomas Anderson en la dirección del material visual que se presentó días antes del lanzamiento del álbum.

En «Desert Island Disk» también aparece su mancha. Escuchamos un bricolaje, casi característico en todas las canciones del nuevo álbum, entre lo antiguo y lo nuevo: guitarra acústica, sonidos electrónicos. Con la impetuosa voz de Thom, que no es una voz de balada, resalta la combinación de estéticas. Por último, «Present Tense» es uno de esos temas en que la voz de Yorke juega en un contrapunto con el coro de voces e inmediatamente me trae recuerdos de «Knives Out» del álbum Amnesiac (2001). Además, el tono de la voz es muy parecido al que utiliza en el tema «How to disappear completely», incluido en Kid A.

Sin embargo, una de las firmas más claras de Thom aparece en «True Love Waits», una devastadora canción de amor, pero que entra en esa lista de melodías con inevitable sonido a Radiohead. Directa, perfecta y casi legendaria. Ha sido tocada durante casi 20 años en shows en vivo pero nunca fue grabada.

Aquí, otro elemento imprescindible para entender el disco: el tiempo, la paciencia y el momento preciso.

Radiohead funciona por sus integrantes, pero también por los genios que los rodean. En «The Numbers», se puede ver el trabajo de Nigel Godrich, productor de la banda, quien ejecuta una producción en estudio cuidadosa, en la que inserta los sonidos ancestrales y eléctricos combinados, además de la sección de cuerdas en la segunda parte.

A Moon Shaped Pool, llega precisamente para deconstruir toda la historia musical que ha tenido Radiohead. Busca mezclar distintos matices entre lo tradicional y lo moderno, entre el rock y la música experimental. Esa transición que ha tenido la banda finalmente se asienta con estas 11 canciones, donde almacenan una música muy pura, casi cinematográfica, con muchos recursos tomados de las distintas épocas de la banda, desde hace 30 años. Para poder entender esta destrucción/construcción es indispensable el tiempo. La paciencia logró que estos temas sincronicen y así Radiohead abrió la posibilidad de que todos escuchemos esta nueva faceta suya, mucho más humana.

Únete a la conversación