Veneno: La bomba de España vivida en 8 capítulos

por Gustavo Iturralde V.
El activismo mediático es posible, Veneno es la evidencia. Pero ¿se pierde una trama cautivante para priorizar la difusión de mensajes ideológicos? ¿Cuál es la verdadera historia que reposa detrás de la imagen de Cristina Ortiz? Acompáñanos en este viaje junto a la Veneno.
Veneno

Segundo capítulo de Veneno. Fotograma de la serie

Cuando la última escena de esta serie terminó, me sentí extraño. Normalmente mi curiosidad innata me lleva a buscar mucho sobre el detrás de cámaras de las series que veo. Deseo saber exactamente sobre los detalles de producción e historias que existen más allá del contenido nuevo que consumí. 

Sin embargo, en esta ocasión, este proceso no fue necesario. No por falta de interés, sino porque sentí como si hubiese, en realidad, conocido a Cristina (la Veneno). Fue como si la pantalla que separa la ficción de mi realidad se hubiese diluido. Tuvimos un encuentro muy corto, tan sólo de ocho horas. Pero ese escaso tiempo me fue suficiente para poder sufrir, sentir y vivir quién fue Cristina Ortiz.

Los medios de comunicación poseen la capacidad de transformar el prejuicio en empatía”. 

Este comentario cierra el capítulo uno, que, curiosamente, muestra cómo un material mediático como Veneno es capaz de cambiar la sociedad a profundidad. Igualmente esta frase puede ser un excelente resumen —que corta mucho de los detalles de su historia, eso sí— de los hechos en la cultura pop española que transformaron la vida de Cristina. 

Veneno

La gran hechura de la serie diluye las fronteras con el mundo real y reconstruye con acierto la historia de La Veneno. Fotograma de la serie

La Veneno fue un personaje extremadamente popular en España a mediados de los años 90. Su primer encuentro con la notoriedad mediática se dio al ser entrevistada por un programa de variedades en horario estelar, producido por la cadena Telecinco. En ese momento ella era prostituta en el infame Parque del Oeste, en Madrid. Esta aparición televisiva le cambiaría la vida para siempre, llevándola a una vida de fama desenfrenada acompañada de grandes desdichas.  

Volviendo a la serie, desde el comienzo el espectador comprende que la historia se cuenta en retrospectiva: usando saltos temporales para crear paralelos en momentos de años diferentes. Tenemos a una Cristina derrotada después de su gloria, otra Cristina recién Cruzando el Mississippi —el nombre del programa que la llevó a la fama— y a Joselito, el joven que algún día se convertirá en la Bomba de España.

Estas identidades múltiples enfrascadas en un solo cuerpo —uno exuberante y exaltado, cómo la personalidad que habita en su interior— interactúan con varios personajes a los cuales no me atrevería a denominar cómo secundarios. Sino como quienes viven los hechos junto a Cristina en el devenir de los años. Es aquí donde me di cuenta de que Veneno no es cualquier programa.

Paca la Piraña

Varias de las personas que convivieron en la vida real junto a la Veneno interpretan sus propios papeles en el recuento de esta historia. Valeria Vegas, Paca la Piraña, Juani de Ruiz y Faela Sainz son sólo algunas de las participantes en esta producción delante y detrás de cámaras, brindando memorias de carne y hueso para retratar a Cristina. 

La fuerza e intensidad se enfatiza durante todos los capítulos, con escenas crudas de sexo, drogas y violencia. Sus directores no se acobardan en mostrar los bemoles sufridos en por los personajes. En especial, vividos por Joselito —La Veneno antes de su transición— al comienzo de su viaje.

Son muchos los momentos de sufrimiento, pero ellos se contrastan con los instantes más dulces de la trama. La yuxtaposición es impresionante. Permite que del guión afloren emociones profundas de empatía y compasión en todo momento y exalta la importancia que tiene la sororidad entre las mujeres —no sólo trans— en una situación descrita por el personaje Valeria con gran elocuencia:

Somos mujeres para la que el mundo es peligroso”

Los mensajes de activismo feminista son incluidos con maestría en el subtexto. Veneno no cuenta una historia sobre propaganda LBGT+ que santifique o glamourice la prostitución y otras situaciones de vulnerabilidad social. Muestra una breve pero detallada fotografía de la evolución social de los últimos 30 años para el colectivo, y específicamente, la aceptación de la transexualidad en España post-franquista.

Veneno

Veneno no es una apología a algo. Es un retrato de los cambios sociales. Fotograma de la serie

Estas referencias a los fantasmas del conservadurismo histórico son pasajeros en la trama: desde actitudes en los padres de la propia Cristina; el coloquialismo de la palabra maricón, y la inminente relación con la fé católica a la que se adhieren múltiples personajes. Todos estos detalles aportan al realismo y autenticidad de la obra.

Otro de los aspectos más impactantes de la serie es el trabajo de casting. Daniela Santiago es quien toma el volante cómo la Veneno en su mayor esplendor. Ella no retrata a Cristina, sino que ella es Cristina. Hay una transmutación evidente, comprobada por el clamor de la audiencia global que ha alcanzado la serie. 

Al observar las entrevistas y material audiovisual existente de la Veneno, y compararlo con la serie, hay muy pocas diferencias entre la realidad y ficción. Lo mismo ocurre con Jedet, quien es Veneno en su periodo de transición. Finalmente, Isabel Torres es la cereza del pastel, su trabajo de corporalidad en la actuación es fascinante, incluyendo subir 25 kilos y perderlos durante el rodaje para que la representación del personaje fuese lo más fiel posible. 

Es un trabajo de producción titánico, que sólo pudo ser efectuado en su totalidad gracias a las dos cabezas del proyecto. Los Javis, cómo normalmente son referidos, dirigieron y escribieron el guión. Con su pulcra labor investigativa, Javier Ambrossi y Javier Calvo han creado un contenido icónico

Veneno

La enigmática vida de La Veneno está complejamente plasmada en la serie. Fotograma de Veneno

Tomando como base el libro de Valeria Vargas: “¡Digo! Ni Puta, Ni Santa. Las Memorias De La Veneno”, se embarcaron en un proyecto interesante que desde un lugar de amor y homenaje hace justicia a un personaje tan enigmático cómo Cristina Ortiz. De la misma manera, este material fue complementado en gran parte por testimonios y referencias mediáticas.

Veneno no es una serie, es una experiencia mediática que, mediante el retrato innovador de una figura controversialmente pública, ahonda en los eventos que hicieron y destruyeron a Cristina Ortiz. El gran cuidado de detalles es la clave para que este proyecto volase tan alto, al punto de causar una reacción en personas que estamos estábamos lejos en tiempo y espacio de la historia original

En el primer episodio, cómo dije al comienzo, se afirma que los medios de comunicación poseen la capacidad de transformar el prejuicio en empatía. Y esto es completamente cierto. Aun así, creo que es pertinente expandir el concepto que nos presenta Veneno.

Veneno

Cartel de la serie

Los medios no sólo pueden transformar el prejuicio, sino que son capaces de generar una compasión profunda al mostrar la realidad de algunxs de los miembrxs más vulnerables de nuestra sociedad —en esta ocasión, la comunidad trans—. Esta obra es un testimonio de por qué la representación mediática de las minorías es importante.

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Porque da una voz a los que la sociedad moderna ha callado, da participación a los renegados. Haciendo visible a nuestros ojos que la diversidad no debe ser sufrida, cómo la vivió Cristina: Debe ser normalizada y celebrada. 

Aun cuando, tristemente, Veneno no pudo verse a sí misma representada en millones de pantallas, su legado es intocable. En sus propias palabras: Cristina Ortiz será siempre conocida mundialmente, siempre será La Veneno

 

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