El último disco de “Él Mató A Un Policía Motorizado” es la banda sonora de una serie argentina de culto, y también del momento en el que todo se destruye y la esperanza de empezar de nuevo.
El rock es, en muchos sentidos, la música del caos. Cuesta pensar en otro género musical que encarne tanto esa energía y su poder. Lo hace para permitirnos descargar el voltaje contenido en nuestras tripas. Muchas veces, alimentándose de brutalidad o de fiereza. Otras tantas, de dolor o de vulnerabilidad, como el rock que toca “Él Mató A Un Policía Motorizado”.
A lo largo de sus 9 discos y 18 años de trayectoria, este grupo de ciudad La Plata ha forjado su sonido y su carácter en una forma nostálgica y acogedora del rock. Y con ello se ha convertido en una de las caras más visibles y celebradas de la música alternativa contemporánea, no solo de Argentina, sino de Latinoamérica.
“Unas Vacaciones Raras” es el nombre de su último disco, lanzado el pasado viernes 3 de septiembre. Tiene siete reversiones de canciones antiguas de su discografía, y un tema inédito.
Fue armado para conformar la nueva banda sonora de “Okupas”, una serie argentina de culto que recientemente se reestrenó en Netflix con algunas mejoras y revisiones. Ésta narra la vida de cuatro amigos que deben sobrevivir a la ciudad de Buenos Aires desde la marginalidad, refugiándose en una casa abandonada.
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Cuando el disco llegó a mis manos me lancé a escucharlo con fe ciega en la banda, sin saber que solamente tenía una canción nueva. Me enteré de eso, y de que había sido comisionado para la serie, por casualidad. Y después de procesarlo sentí que hicieron algo bello: mirar a su pasado con amor para darle nuevos significados.
El álbum es una selección precisa de temas de sus EPs, “Un Millón de Euros” y “Día de los Muertos”. También de su disco insignia: “La Dinastía Scorpio”. Todo lo que los caracteriza, y lo que les ha ganado el cariño de su hinchada, está ahí, reluciendo. Es por la sutileza con la que trataron los arreglos y las texturas de las canciones en sus nuevas versiones. Su esencia lo-fi se mantiene y reverdece, matizada por la pulcritud y la delicadeza que caracterizan a sus últimas composiciones.
El disco muestra una cara muy madura de la banda, en la que han integrado los elementos sonoros que han desarrollado con el tiempo. Esos que hacen a su música tan cálida y entrañable: las líneas sencillas y vibrantes de guitarra, los sintetizadores etéreos y espaciosos, las bases rítmicas pulsantes. Y, sobre todo, las letras impresionistas y la voz ronca de Santiago Motorizado.
Esa voz calurosa, grave y raspada se siente como un desgarro que brota desde lo profundo de unas tripas heridas, como el rock mismo. A veces en gritos sostenidos, a veces en susurros. Siempre en versos cortos y sencillos que esbozan imágenes poderosas y conmovedoras. Siempre con dulzura y melancolía.
En “Unas Vacaciones Raras”, la voz de Santiago resuena profunda y reverberante, llenando el espacio mientras describe escenarios apocalípticos con mucha tranquilidad. Los versos de “Día del Huracán”, podrían sintetizar bien el sentimiento general que vibra en el disco:
Viajando por el cielo azul, cielo azul
Esperando el armagedón, vos y yo
Contando los que morirán que conocemos
Tu pelo rubio flota en el viento
de el huracán
que todo lo destruirá…
Las letras hablan de estar siempre añorando a alguien o algo. Elevando plegarias frente a la inminente colisión de todo lo que conocemos. Reconociendo con sobrecogimiento la inmensidad de todo lo que nos sobrepasa.
Si “UVR” fuese una historia por sí sola, su protagonista sería un personaje atestado por el caos. El amor parecería ser lo único que lo contiene mientras pasa sus días al borde del colapso.
Un amigo músico me dijo hace poco que “hay una razón por la que una banda empieza un disco con una canción y lo termina con otra”. “Unas Vacaciones Raras” empieza con “Otra Ciudad” y termina con “Noche de los Muertos”.
La historia que encontré en él contrapone la ilusión de descubrir algo nuevo, con un final abrumador y hasta desesperante. Un vuelo que va del asombro a la desesperación. Y que sin embargo, nunca deja de sentirse como un abrazo.
Esa tensión está presente en todos los temas. Y me atrevo a adivinar que esa es la razón por la que ahora musicalizan la historia de un grupo de jóvenes que tienen que sobrevivir en “La Ciudad de la Furia”, reconociéndose como parte del lumpen.
A veces la vida se siente así, como una sucesión de colisiones en las que no queda más que esperar que el amor nos salve y nos permita ir a algún lugar nuevo, después del Armagedón. Estar detenido sin ir a ningún lado, esperando que todo estalle. Estar al límite o a la deriva, o las dos cosas juntas.
Es justamente para esas veces que las atmósferas expansivas y distorsionadas de este disco sirven bien; si no como desfogue, por lo menos como acompañamiento. Y esa es la impronta y la fortaleza de Él Mató: La capacidad de hacernos sentir que es posible transitar el caos con suavidad y ligereza, sin perder vigor.