El artista quiteño habla sobre los pilares de su nuevo trabajo y nos ofrece un paseo por las obras de su más reciente muestra.
Teo Monsalve volvió a Ecuador. Llegó hace un mes desde Vancouver, Canadá, donde cursa su maestría en Bellas Artes, y trajo consigo 16 obras listas para así presentarnos una parte de su nuevo trabajo. Su muestra se llama Metamorfosis Ambulante y está abierta en galería Khôra, en Quito. La puedes ver hasta el 29 de junio.
La inspiración para crear estas obras nació de la fascinación con la identidad y los continuos cuestionamientos que Teo se ha hecho al vivir y estudiar afuera. “Empecé a interesarme en esto de la identidad; cómo se construye, cómo va cambiando, fluyendo, y cómo yo puedo representar algo así ahora, en este tiempo”.
En esta exposición, Teo trascendió las temáticas que topó en «Paraíso Perdido», su muestra de 2017. El artista quiteño se aleja de temas clásicos como la creación del mundo, y profundiza en temas actuales como la movilidad humana, la interculturalidad y la relación del ser humano contemporáneo con la naturaleza.
La exposición es el resultado de nueve meses de trabajo donde se nota un quiebre en lo que venía haciendo anteriormente. Empezando por el material: termina de alejarse del acrílico para concentrarse en el óleo. En cuanto a contenido, “es un retorno mío a la figuración humana”, nos cuenta.
A continuación, un recorrido por las obras de Metamorfosis Ambulante, de la mano de su autor.
Expanded Visual Field
Una figura humana sin rostro, haciendo de su acompañante, el mono, el portador de su cara.
Teo: «Después de lo urbano, de lo hiperpsicológico, de lo tecnológico. Volver al silencio, a la selva, a la relación inter-especies. No solo el mono como una mascota, sino que aquí hago una extensión de vida, son como una sola vida. Quizás el mono le guía a esta niña por la selva, y ella es como un avatar para él. Abrir un paréntesis que puede jugar con el realismo mágico, la psicodelia, con las plantas medicinales, el nahual, y toda esta onda».
Paisaje Neotropical
Solamente en una de las 16 pinturas, “Paisaje Neotropical”, no existe la presencia del ser humano. Este paisaje se caracteriza por no ser una representación directa de la naturaleza, sino que intenta transmitir “la fenomenología de estar dentro del espacio natural”, es decir, de cómo se siente.
Teo: “Aquí se pueden ver los distintos chorreados, las distintas capas, los distintos momentos; el performance que tuve al hacer esta pintura. Cómo apliqué el material es muy visible. La gente puede seguir muy fácilmente el trazo y la musicalidad, de cierta forma, que tiene el paisaje. Y, de esta manera, le abro la arqueología al objeto y visualizo su historia, permito que se deje ver, que se lea este momento y varios momentos, y que tú te preguntes qué vino primero y cómo se hizo”.
Collage Neotropical
Teo explica que las aves migratorias de Centro y Sudamérica son conocidas como aves neotropicales. Son aquellas que migran de norte a sur y viceversa, para sobrevivir en los cambios de estación. Así, esta serie es una especie de analogía entre los cuerpos humanos y las aves migratorias, a la vez que es una crítica hacia las restricciones legales que tienen los humanos, en contraste con la libre movilidad de las aves.
Esta serie de collages es una mezcla entre pintura y recortes de libros de historia natural, o revistas como National Geographic. Cabe dentro de la condición posmoderna: es una crítica al positivismo y una hermosa metáfora intertextual sobre la interculturalidad.
Teo: “Las aves van con el mundo, llevando vida de sur a norte, en cada cambio de estación. Van llevando los colores con sus plumas; aves como los colibríes son polinizadores, entonces van llevando los colores de las flores. Aparte de eso, llevan su sonido con sus cantos. Si traducimos eso a manifestaciones humanas, el movimiento, el sonido, el color, se lo puede entender como cultura”.
Teo: “El gesto de cortar el libro, para quitarle ese sentido de lógica y de racionalización de la naturaleza, para ponerlos en estas cosas más funkies, es un acto de colonización, de romper con la historia”.
Teo: “Si tomamos el ejemplo de las aves migratorias, y abrimos nuestras barreras mentales hacia culturas de otras personas, podemos entender que en realidad somos más parecidos de lo que creemos y tenemos mucho que compartir. Eso puede ser un vehículo catalizador hacia una sociedad más incluyente y tolerante”.
Liminal Garden
En este cuadro de gran escala, quizás el más relacionado con «Paraíso Perdido», se puede apreciar un final alternativo al mito de Narciso. A diferencia de la historia original, Narciso se diluye con el agua y se hace uno con la naturaleza.
Teo: “Esto se re conecta con investigaciones científicas que he hecho últimamente. Por ejemplo, de la interacción que tienen todas las selvas y de cómo los árboles se mandan mensajes a través del maicilium y de los hongos, y de cómo todo está interconectado”.
Conversaciones
En esta serie de retratos la figuración marca el inicio, y la abstracción el camino a seguir por la mente de quien la mira. A pesar de la abstracción de los rostros, a través de los colores y las pinceladas, Teo logra transmitir expresiones y sentimientos.
Teo: «Estos son como una conversación directa con artistas que a mí me gustan mucho, que juegan entre la figuración y la abstracción. Aquí estoy haciendo un diálogo directo con George Condo, Francis Bacon, o Luigi Stornaiolo, de la escena local».
Metamorfosis Ambulante
Teo la llamó así en honor a la canción homónima del cantante brasileño Raul Seixas. Junto a «Liminal Garden», son las dos pinturas de mayor escala. Con un fondo tropical, personajes que varían entre lo figurativo y lo abstracto, el movimiento y lo estático, lo humano y lo animal; Teo concentra en esta pintura la temática principal de su obra. Para lograrlo, cita a varios pintores que lo han influenciado, como Camilo Egas (la pareja que camina al lado derecho) o Francis Bacon en la aplicación de la pintura.
Teo: «Es más o menos una mixtura entre Quito y Vancouver. Hay una escena que es una mezcla entre un suceso en el Centro Histórico con un skater, vestido muy urbanamente que se lleva todo; unos enamorados que representan una historia de amor que estoy viviendo. Vuelvo a tratar de separarme de la fijación del humano como único animal social, y les pongo a estos animales en una situación de chisme. Hay uno que está leyendo el periódico, que tiene una aplicación más baconeana. Y luego tenemos a este niño sentado, casi olvidado, en la esquina con un teléfono, y está ausente.
También hay esta terracota mexicana de un perro xoloitzcuincle, que son, junto al peruano, dos perros que no han sido modificados genéticamente. Entonces, son una representación de la pureza o de lo que había ya en el continente americano antes de la colonización. A veces me sentía yo como un autorretrato con el perro en un ambiente como Vancouver».
Teo: «Es como filtrar la vida con la pintura. Como un cernidor de emoción, y ver también las posibilidades de la mancha, del gesto y la disolución de la pintura. En una ciudad grande, a veces, uno siente mucho la emocionalidad de las personas en el rostro, porque son ciudades donde la gente no se comunica, pero los rostros hablan mucho».
Anamaría Garzón, quien además de ser investigadora y docente de arte, es la dueña y administradora de Khôra, comenta que normalmente no recibe pedidos de artistas, sino que es ella quien los busca. Sin embargo, cuando Teo la contactó para presentar sus obras, no dudó en aceptar. “Teo tiene súper claro lo que está pensando y lo que está haciendo”, comenta.
“No es alguien que pinta de formas estáticas, sino que pinta y va transformándose mientras pinta. Al mismo tiempo, tiene miles de reflexiones que te va contando, que están ahí metidas dentro de su obra. No es alguien que usa la pintura para representar cosas, o solo para hacerte figuritas simpáticas o personajes. Es alguien que está pensando con materiales, con historias. La pintura contemporánea es así: si no tienes una buena base de ideas detrás, para qué pintas”, agregó.