Radar Music está buscando abrir una rama de sus operaciones en EEUU. Mientras se preparan para dar el salto, conversamos con ellos sobre los retos y las oportunidades que encontraría nuestra música en otros mercados.
La música independiente de nuestro país ha vivido un crecimiento exponencial en lo que va de esta década, en todas sus dimensiones. Nuevas propuestas sonoras, nuevos públicos y nuevas tendencias nutren a un movimiento que vive un buen momento. Sin embargo, ya comienza a percibirse en él una urgencia de mayor desarrollo, que parece tener muchas aristas. Una de ellas es la preocupación por ir más allá de nuestras fronteras.
Radar Music busca consolidar su presencia como un agente importante dentro de este momento de emergencia. Esta agencia de management, booking y desarrollo artístico, tiene en su cartera a proyectos como los Swing Original Monks, Sudakaya, Verde 70, y Cadáver Exquisito, entre otros. Después de una trayectoria breve pero fructífera con estos artistas, se encuentra planeando un movimiento importante para su operación.
Para ello se han aliado con Arturo Martínez, un joven y destacado productor musical graduado de la Full Sail University, en Florida. Conversamos con él y con Jorge Asanza, CEO de Radar, para que nos cuenten qué los motiva a dar este paso fuera de nuestro terreno y hacia un mercado tan complejo como el estadounidense. Su testimonio da un diagnóstico del alcance de nuestra música en otros países, y abre un debate sobre las estrategias que podrían adoptarse para ampliarlo en medio del panorama cambiante de hoy.
RC: ¿De qué manera llega a Radar Music a EEUU y qué objetivo tienen en ese territorio?
Jorge Asanza: La intención de Radar siempre ha sido ser una plataforma de exposición o de soporte para los artistas, en el desarrollo artístico y en la expansión de los territorios. Arturo Martínez se integra a Radar con el cargo de A&R (Artists and repertoire) para empezar a trabajar en una estructura de circulación no solo a nivel de Estados Unidos sino a nivel de lo que ya hacemos, que es Latinoamérica.
Arturo Martínez: Lo clásico era que el A&R trabajaba en las grandes discográficas como una especie de caza-talentos, pero lo que se quiere hacer es aplicar eso también para la representación de artistas; más que nada para hacer un screening, ver los artistas que realmente tienen potencial y explotarlo. Por el momento estamos chequeando bandas en Estados Unidos para no solo representar bandas en Ecuador, pero también algunas pocas de acá. (La idea) sería buscar bandas nuevas con las cuales trabajar en Radar.
Jorge Asanza: Parte de la expansión también es la colaboración. Muchas de las estrategias que han utilizado los artistas normalmente son colaboraciones con otros artistas. Esa es otra función: identificar, como caza-talentos, cuáles son los artistas de diferentes territorios con los que los artistas ecuatorianos pueden colaborar, que estén alineados en visión, estilos musicales, etc.
RC: ¿Qué potencial ven en la comunidad latina asentada en EEUU como público para lxs artistas ecuatorianxs?
JA: (…) El nuevo reto es empezar a trabajar con el público latinoamericano que está en Estados Unidos. No solo el ecuatoriano al que hemos estado acostumbrados. Ya hay artistas que tienen un mercado más pequeño, pero de comunidad ecuatoriana como AU-D, Douglas Bastidas o los mismos Verde 70. Hay una peculiaridad también en el territorio estadounidense, o al menos en Nueva York, Los Ángeles o Miami, que son los lugares donde más hemos podido ver artistas latinoamericanos, y es que estos artistas se basan mucho en sus comunidades. Hay muy pocos de ellos que pueden empezar a expandirse a un público más allá, fuera de su territorio.
AM: Lo peculiar en Estados Unidos es que, al ser un país lleno de inmigrantes y un país súper consumista, hay una posibilidad muy grande de llevar los artistas a un público específico, como sería una comunidad de un país, o una comunidad latina de varios países. Por ejemplo, Miami está lleno de inmigrantes venezolanos o cubanos, o Nueva York está lleno de ecuatorianos. Entonces, público hay un montón y la posibilidad es bastante amplia. Por lo pronto creo que es importante hacer un poco de investigación de por dónde queremos empezar a trabajar en este proceso y ver cuál sería el camino que más nos convendría.
RC: ¿Qué retos ven en la inserción de la música ecuatoriana en el mercado estadounidense?
AM: Creo que el reto más grande es que haya una comunidad tan grande y una variación tan amplia de consumidores de diferentes géneros. Es un poco difícil saber por dónde empezar. Hay varias posibilidades y hay que analizar el estado en el que más convendría empezar. Por ahora, Miami es donde más alcance tengo yo, pero nunca está demás ver si es que, tal vez, la posibilidad sea mejor en otro lado, ¿no? Otro reto podría ser que, por lo menos en Miami, lo que más se consume es música urbana: mucho trap y reguetón. Pero, por ejemplo, si te vas a Nashville o a Los Ángeles, allá se consume mucho pop y rock. Esa es la variación de la que hablaba yo. Es muy diferente dependiendo del estado.
JA: Yo creo que los retos de expandirse a territorios son las mismas complicaciones y similitudes que tenemos en todas las regiones, y en el mismo Ecuador.
El primero es la inversión. En el Ecuador todavía no tenemos una inyección de capital en cultura, como la tienen otros países como Colombia o México. No hablo de entidades solamente estatales, sino desde los mismos artistas; la inversión que realizan es lo que les permite tener un alcance mucho mayor. Entonces todo pasa también por un tema de estructura. Probablemente los artistas que se logren desarrollar de mejor manera en otros territorios son los que tienen estructuras sólidas, sean propias o sean aliadas (…).
RC: ¿Se puede decir que la música alternativa ecuatoriana se ha globalizado lo suficiente para impactar en el mercado estadounidense?
JA: He tenido varios comentarios súper lindos de que “la música de Ecuador suena a Ecuador… contemporáneo, pero a Ecuador»… En las oportunidades que hemos tenido de ir a hacer networking y conocer a gente o managers de otros lugares, nos dan esa apreciación. Hay un parámetro que nos está diciendo algo y es: ‘Oigan, realmente en Ecuador la música es increíble y hay oportunidad’. Y no lo decimos nosotros, nos dicen de afuera muchos agentes o estructuras o agencias de la industria. Eso, por un lado.
Lo segundo, depende del artista, el segmento del mercado al que quiere apuntar. Sabemos que por ejemplo Nicolá Cruz es un gran referente, y probablemente en los medios tradicionales no tengan idea de quién es. Pero él está haciendo el trabajo más importante creo, a nivel internacional, de los artistas ecuatorianos; seguido por Mateo Kingman, los mismos Swing Original Monks, en fin… Están entrando a comunidades mucho más regionales, más amplias y fuera de la comunidad ecuatoriana o migrante ecuatoriana en otros países (…).
AM: Yo quería irme más hacia el lado musical, y lo que yo creo es que la música ecuatoriana es muy distinguible. Si escuchas a los Monks o a Nicolá Cruz, los patrones rítmicos, las melodías, tienen sus bases en canciones ecuatorianas muy establecidas. Si escuchas las canciones sabes de una de dónde vienen. Entonces, eso es algo muy bueno porque es algo que nadie más está haciendo, y eso ayuda bastante a reconocer artistas.
RC: El género urbano parece ser algo que está en auge actualmente. En mercados como el estadounidense, esta música está teniendo un impacto importante. Entonces, ¿cómo se va a medir la música ecuatoriana en ese panorama?
JA: ¡Es positivo! Es positivo que a nivel de «región habla hispana», un tema cantado en español, de un artista latinoamericano, transgreda de esa manera (la barrera) del idioma. Estos casos de éxito, en donde la música “habla-hispana”, o latinoamericana, sea el género que sea, transgrede estas barreras, siempre va a ayudar a que se genere una oferta desde la otra cara de la moneda.
Volviendo al tema de Ecuador, cada vez que hay un artista ecuatoriano que esté haciendo alguna actividad afuera, y que sea representativa, hace que el mundo regrese a ver a Ecuador. Básicamente, la consecuencia de eso, y el mensaje más bien de eso, es que lo importante es sacar adelante a la música de Ecuador, al artista ecuatoriano. ¡No importa cuál sea!
AM: Yo creo igual que es algo positivo que la música latinoamericana haya entrado en el mercado de una forma tan fuerte. Se dio el caso con “Despacito”, pero abre la mentalidad de escuchar cosas más “exóticas”, para ellos ¿no?
JA: Hay una oportunidad dentro de lo que parecería ahora una competencia, ¿no?
RC: Entonces, cabe decir que más bien deberíamos articular la música alrededor del idioma, antes que del género. Pero ¿creen que sería beneficioso que la música alternativa comience a operar dentro de los códigos de la música urbana?
JA: El mundo de lo urbano es lo que más nos llega, porque seguramente es lo que más consumen, pero es lo que más demanda también… Es una industria de miles de millones de dólares de inversiones. Por más de que mañana haya un artista urbano ecuatoriano buenísimo, no tiene la infraestructura que tienen estos otros artistas. Entonces, de nuevo, no solo va por el género, sino nosotros apelamos a que sí va por las plataformas o las estructuras (…).
AM: Por ejemplo, el reguetón o el trap y el hip-hop, todos estos géneros tienen bases africanas, ritmos o patrones africanos al igual que el blues o el jazz. Creo que la razón de que estos géneros tengan tanta popularidad es porque tienen patrones que son conocidos y que de alguna forma u otra, aunque no los reconozcamos técnicamente, uno los reconoce así solo con escucharlos. Son familiares. Tal vez no sería de integrar cosas directamente desde lo urbano, pero irse más atrás e integrar cosas de ritmos africanos o cosas que ellos integraron.
JA: Si reflexionamos en lo que Arturo nos está diciendo, eso es lo que ya está pasando en la música ecuatoriana finalmente, ¿no? O con los ritmos tradicionales de Ecuador.
AM: De hecho, los ritmos ecuatorianos tienen raíces en ritmos afro-americanos, entonces creo que es un beneficio también para el Ecuador porque también son ritmos súper familiares.
RC: Claro, la música ecuatoriana parece compartir una raíz sonora con una diáspora mucho más grande a nivel global. ¿Cómo ven la respuesta que han tenido las audiencias internacionales hacia ese rasgo de nuestra música?
JA: En marzo de este año, con los Monks y con Nicolá Cruz estuvimos en el Vive Latino (MX). Los Monks tocaron a las tres y media de la tarde, y Nicolá a las seis y media o siete, que para esa hora ya había un poco más de público. ¡Pero la gente era prendida en el show! En ambos casos. Los Monks abrieron el escenario y empezamos el show con unas 200 o 300 personas, y lo terminamos con unas, no sé, 1500 o 2000 personas… Para el final del show, veías a por lo menos la primera cuarta parte del público bailando, levantando las manos, conectadísimo. Y eso con Nicolá Cruz en mayor proporción.
AM: Yo creo que sí hay bastante acogimiento fuera de Ecuador, como dice Jorge. Igual en Ecuador, por lo general cuando uno va a un concierto dice: ´Yo voy cuando va tal, ¿para qué voy a estar más temprano?´. Entonces, me sorprende también que fuera del país la gente vaya a ver conciertos de personas que desconocen. Es un poco como uno descubría música antes, ¿no? Uno iba a una tienda de discos y compraba discos de gente que no conocía. Era así como uno descubría a la música. Creo que lo que está pasando es que como uno descubre música ahora, aparte de los streamings, es por los conciertos.
RC: Entrando en el ámbito del consumo de música, hay que reconocer que las cosas han cambiado irremediablemente. Ahora vivimos en la era digital, la era del streaming. ¿Qué beneficios y qué retos ven en este momento para la proyección internacional de nuestra música?
AM: Cuando llegó la era digital, fue súper difícil, no solo para la industria musical, si no para un montón de industrias. Lamentablemente, la era digital incitó mucho a la piratería. Hay industrias que lo supieron manejar mejor, pero la industria musical no lo supo aprovechar a tiempo y se le complicó un poco en los principios.
JA: Se nos vino encima. Ese fue el problema. Se nos vino encima y nos madrugó a muchas industrias.
AM: La industria musical ahora ya está empezando a manejarse mucho mejor. Creo que el 65% de los ingresos de este año, o del año pasado, provienen de los streamings y de los shows. No tanto de las ventas de discos como era antes. Hace tres o cuatro años seguían siendo el principal ingreso las ventas físicas y los conciertos. Ahora ya se giró la moneda, son los streamings.
JA: Eso se puede ver en el informe del IFPI desde el 2016, que fue el primer año en el que el pastel cambia. ¿Qué es lo que se viene con la era digital? Oportunidades en cuanto a la globalización… El reto es justamente identificar cuáles son las nuevas estrategias para poder usar estas nuevas herramientas y llegar a las personas a las que necesitamos.
RC: Ante este panorama, las bandas también están adoptando nuevas estrategias para difundir su música. Algunas de ellas han decidido no volver a hacer lanzamientos físicos y sacar solo singles, por ejemplo. Ustedes, como agentes musicales se aventurarían a definir ¿qué estrategias tomarían para navegar la era digital?
JA: Por ejemplo, en el lanzamiento del cuarto disco de Verde 70, en el 2015, primero sacamos un par de sencillos y luego salió el disco, ¿no? Ahora, creo que eso es muy peculiar de cada artista. Porque también hemos hecho la otra fórmula de lanzar el disco completo, y a veces resulta de una manera o de otra. Yo eso le atribuyo al timing, siendo el timing las condiciones de mercado idóneas para lanzar una estrategia o ejecutar una acción puntual. Y eso es lo más complicado.
Así, simplificando la idea, si pasó algo mediáticamente súper fuerte que generó ruido en tu mensaje externo, no llegó al receptor… Depende mucho y es algo muy particular de la banda, del momento, del grado de madurez, en fin, de varios factores internos. Y después vienen los externos, que son este tipo de ruidos (…).
AM: Para hablar un poco de los singles, es cierto que esa ha sido la estrategia que han tomado las majors discográficas. Fue la estrategia que tomaron al ver que la era digital se les venía encima. Es una forma de ver si el álbum va a funcionar o no. Es su forma de ser precavidos. Pero, no creo que necesariamente sea una estrategia para las independientes. Depende del artista y del público. Eso puede variar mucho.