Septiembre trae hemorragia sonora, black death metal rompe-tímpanos y mucho blast beat.
Akercocke / Álbum: Renaissance in Extremis
Tuvieron que pasar casi diez años para volver a tener noticias de los ingleses Akercocke, quienes tras una década de ausencia habían sido olvidados momentáneamente. Por suerte, el año anterior dieron muestras de que volvían y el poderoso Antichrist no fue la despedida.
Su música, líricas y videos -especialmente en sus tres discos más recientes-, ha sido motivo para bromear con que los caballeros británicos eran una banda extrema “sexy”. Las transiciones entre black death metal rompe-tímpanos con un incesante blast beat y guturales intensos, daba paso a un progresivo técnico con voces limpias llenas de un aura de elegancia. La banda tenía su sello indiscutible que los distinguía y les daba el toque único a su reputado sonido.
En Renaissance in Extremis tenemos todavía esa marcada dualidad. Casi toda la
primera mitad del disco es mucho más recargada que el sonido creciente y melodioso de la segunda, notando que en cada canción existe una fabulosa musicalización y virtuosidad en la ejecución de cada tema, llena de solos de guitarra impresionantes que colisionan con el imponente sonido de las partes más abrasivas. El bajo navega solemne todo el disco y la batería complementa el sonido de uno de los mejores discos de metal extemo experimental que han salido en estos años.
Si de por sí ya es una total sorpresa el regreso de Akercocke luego de tantos años, el escucharlos y sentir que no ha pasado un día y que su habilidad sigue intacta es algo que no tiene precio. Su placa de 2017 es una más a la colección de discos excepcionalmente producidos que si no le has dado un chance o es tu primera vez, de seguro tienes una nueva banda favorita.
Der Weg Einer Freiheit / Álbum: Finisterre
El camino a la libertad es largo y tedioso, sin concesiones ni consentimientos. Parece ser la previa para este cuarteto de música extrema que nos vuelve a entregar un disco digno de sacarse el sombrero. Conocí el black metal alemán de Der Weg Einer Freiheit gracias a su producción anterior, Stellar, un disco que se llevaba todos los aplausos y críticas de ese año. Ahora con Finisterre las cosas no han cambiado.
Hablábamos de las aquiescencias que muchas veces otorga la música, pero el sonido
de los teutones es implacable. Esta brutalidad ha producido un disco que tiene claros momentos emotivos, pero también otros en los que el blast beat inunda el ambiente. Al mismo tiempo los temas, que son pocos pero largos, son precisos y dan la sensación de un todo indivisible.
Las partes melódicas que sirven de transición dan un ligero balance entre los intensos momentos agresivos que muchas veces intentan saturar y conmover al mismo tiempo. Todo esto como parte del sonido más contemporáneo del black metal, que se debate entre la gran cantidad de proyectos en solitario y las bandas con un sonido más clásico de la segunda ola europea. Sin duda estamos ante un grupo que siempre se vuelve un refrescante referente en sus creaciones.
Dead Cross / Álbum: Dead Cross
Abrasivo y directo, pero sobre todo destacado, es el álbum del súper grupo Dead Cross, que consta de nombres tan pesados como sus disonancias. En las guitarras Mike Crain (Retox), en el bajo Justin Pearson (The Locust, Retox), Dave Lombardo en la batería (Suicidal Tendencies, Misfits, Slayer, etc.), y en la voz Mike Patton (Faith No More, Tomahawk, etc.).
Pero este disco no queda simplemente en los apellidos de famosos artistas de la música pesada-alternativa, sino que busca sintetizar una placa que sude y destile por los poros hardcore-punk franco y pesado. La combinación Lombardo/Patton dio excelentes discos en el pasado y nos ayudó a escuchar a un baterista impresionantemente técnico en creaciones fuera del thrash al que nos tenía acostumbrados. Patton, de por sí, es un músico que se adapta a cualquier ambiente y puede cantar todo lo que se ponga en frente sin ningún problema, es el hombre de las mil personalidades. Esto, sumado al noise experimental de Retox y The Locust, dan como fruto Dead Cross, una hemorragia de música soporífera.
A pesar de solo ser 27 minutos de ruido maniaco, el álbum no deja insatisfecho y la tan nombrada súper combinación de nombres y escuelas no suena forzada, es diversa y suelta; relajada pero con estructura. Es un disco que se disfruta de principio a fin, y demuestra que cuando cada uno de sus integrantes sale de su zona de confort, el resultado sigue siendo visceral y digno de reconocer.