Todo sobre Escena en Kitu, una incubadora de bandas

por Jorge Bayas Lituma
Desde hace cuatro años Wayra Plataforma Musical organiza Escena en Kitu, cuyo objetivo es ayudar a las bandas jóvenes a manejarse y promocionarse mejor. Aquí contamos su historia.

Hacer música es, por decirlo de algún modo, una actividad que no complica sobremanera a los artistas. Todo artista auténtico, en mayor o menor grado, ha adquirido, en su trato prolongado con la música ajena y en la práctica propia, un nivel de pericia que lo capacita para empezar a elaborar sus canciones. Esto es casi una obviedad.

No lo es, sin embargo, que, muchas veces, el artista, que posee el talento y la pasión necesarios para hacer música, no es capaz de sostener un proyecto. Apenas vislumbra la parte netamente artística —escuchar nueva música para nutrirse, hacer riffs, añadir líneas de bajo, escribir letras que se ajusten a la música que acaban de escribir y viceversa—. Pero jamás se ha puesto a pensar en lo demás.

No se ha detenido a considerar que su proyecto puede ser, dentro de un océano de límites inciertos, una gota de agua que se perderá entre millones de otras. En ese caso, ¿qué puede hacer?

Conscientes de esto, Shadira Ruíz, de Wayra Plataforma Musical, y su crew concibieron hace cuatro años el proyecto Escena en Kitu. Su objetivo era liberar a los talentos más jóvenes de los titubeos propios de quienes empiezan con un primer proyecto musical. Algo, que, como en muchas otras cosas, requiere una suerte de examen de consciencia.

Los jóvenes aprenden otras cosas de la música. Foto: cortesía de Wayra Plataforma Musical

Todas las dudas de los chicos que formaban parte del proyecto debían empezar por despejarse a través de un conjunto de preguntas básicas que la gente de Wayra les hacía.

Entre otras cosas, los músicos novatos escuchaban: ¿Para qué vas a sacar el disco? ¿Cuál es el objetivo? ¿Cómo lo piensan difundir? ¿Por qué el contenido? ¿En qué espacio de difusión has pensado? ¿Un mercado?

En la mayoría de los casos, los muchachos no daban una respuesta convincente. Jamás habían pensado algo al respecto. “No entendían nada de derechos de intérprete ni tenían clara la parte administrativa”, señala Shadira. Era evidente que las bandas necesitaban un espaldarazo y una guía, y más pronto que tarde.

En ese sentido, Escena en Kitu es similar a una escuela que brinda a los artistas la oportunidad de dar con certeza los primeros pasos en el difícil mundo de la música.

Escena en Kitu: Cuatro etapas para crecer

Como en todo proyecto de envergadura, Escena en Kitu partió de una necesidad de la que, por fortuna, se dio cuenta alguien con la visión necesaria. Ese alguien fue Shadira, que estuvo acompañada desde el inicio por un crew comprometido.

Shadira se había dado cuenta de que las condiciones para que surgieran grandes talentos musicales en el país eran más que suficientes. A más de otros músicos y productores capaces de fungir como guías y ejemplos a seguir, y de los grandes nexos entre la gente de distintas escenas, había espacios para formarse académicamente.

La parte musical no está fuera del proceso. Foto: Wayra Plataforma Musical

Según Shadira, La USFQ y la UDLA, con sus excelentes escuelas musicales, proporcionaban toda la formación técnica y creativa que un joven con ambición de convertirse en un músico requería. Sin embargo, un punto ciego al que era preciso arrojar un lente prevalecía en aquella formación tan cuidada.

Ninguno de esos muchachos estaba preparado para plantar cara a las otras minucias que implicaba ser artista. “La parte académica forma a muchos músicos, pero no está formando a artistas completos”, indica Shadira.

Con eso en mente, y utilizando al máximo sus talentos —Shadira es diseñadora de productos y máster en políticas públicas de base comunitaria— y los de sus compañeros, fundó Escena en Kitu. Un programa de cuatro etapas —que fueron definidas más tarde, en 2018— que debía preparar a los jóvenes artistas para manejarse dentro del mundo de la música. Tener un asidero para comenzar con su proyecto musical.

Y a todo esto, ¿cuáles son esas etapas? Podríamos resumirlas así:

La primera etapa es la que implica conceptualizar el proyecto. En ella, las bandas cristalizan por fin cosas como su nombre y todo lo que implica presentarse ante los demás. Para cumplir este paso elaboran un brief.

Vale precisar que los proyectos escogidos para participar en esta etapa ya deberían tener clara la dirección musical. Así mismo, deberían llevar entre seis meses y dos años tocando.

Una foto de la edición de 2018, la primera con el formato actual. Foto: cortesía de Wayra Plataforma Musical

La segunda etapa es la más propiamente musical. En ella se topan aspectos como la escenografía y los ensambles. De esta fase nace el embrión de un showcase.

La tercera es la parte relativa al manejo de redes, al marketing digital. Y la cuarta y última, en la que intervienen profesores de afuera, como, entre otros, Jorge Asanza, es aquella en la que los chicos aprender a lidiar con las menudencias de tipo legal como son los derechos intelectuales. Adicionalmente, aprenden a gestionar y hacer planes de auspicios. De aquí sale el showcase mencionado anteriormente.

Sintetizado así, el proceso parece sencillo. Pero no lo es. Por el contrario, se convierte en una vivencia tan intensa, que los estudiantes no podrán ignorar ningún eslabón. Además, siempre hay un par de cosas adicionales que parten del contacto que sostienen, forzosamente, con los demás. Cosas positivas, por supuesto.

¿Cómo fue mi proceso?

Andrés Cadena, de la banda Simiogato, Andrés Bastidas, de Ferkins, y Sandra, de Funghy//Dogs, están entre los jóvenes que persiguen el sueño de tener un proyecto musical consolidado.

El primer Andrés se enteró de Escena en Kitu por las redes. Y su experiencia, que ya finalizó, fue en extremo interesante para él. No sólo por el aprendizaje en sí, sino por las redes personales que se armaron con los integrantes de las otras bandas que también participaban. Para él, es necesario “quitarnos la idea de que alguien te llame y generar tú mismo la escena”.

Hoy, con base en aquel aprendizaje, han gestionado y participado en algunos espacios como Biniestro y Preludio. Y a pesar del surgimiento de la pandemia, hacer música sigue siendo el norte a seguir.

La pandemia obligó a cambiar lo planificado para esta edición. Foto: cortesía de Wayra Plataforma Musical

“A uno, como músico, le gusta la interacción con la gente, lo que es el concierto. Y ahora es un baldazo de agua fría y te toca reinventar. Queremos seguir haciendo música, pero darle historia, hacer algo más trabajado en el ámbito digital”, concluye.

Por su parte, Andrés Bastidas se enteró del programa en un after con unos amigos de otra banda. Él y sus panas lo pensaron un poco y, finalmente, aceptaron. No porque no vinieran de un ambiente musical, sino porque una guía supervisada era necesaria. “Mi papá es músico y cacha full cosas, pero es difícil transmitir ese tipo de información”, indica.

Y es que la imagen que se proyecta es tan importante para una banda como la música.  Hay que aprender a forjarla, de cualquier forma, y ¿qué mejor que dentro de un ambiente como el que propone Wayra? “Hay que aprender cosas del sistema económico y cómo funciona todo. Al menos ya tenemos claro que cada aspecto de la banda tiene que ser consecuente con lo que queremos mostrar”, añade.

Por último, Sandra, cuya banda está conformada por ella y sus hermanos, se enteró de Escena en Kitu mientras estudiaba música en el Núcleo de Pichincha. La experiencia ha abierto su mente y le ha mostrado muchas cosas que ignoraba. Ahora, su sueño es engrosar la lista de aquellos que pueden sostenerse con su arte. “Vivir de la música es un sueño para nosotros, una meta que tenemos desde hace dos años”, dice. 

La pandemia no apagó el entusiasmo y la inventiva. Foto: cortesía de Wayra Plataforma Musical

Dentro de los tres jóvenes late el sueño de llegar lejos con sus canciones. Y de hacerlo sin ceñirse a los límites de un género musical específico. Porque, como señala Shadira, en Wayra no hay preferencia por un género musical. 

Lo cierto es que han dado el primer paso. Lo demás lo dirá el tiempo.

¿Y ahora?

Lo inesperado e intempestivo de la pandemia obligó a Wayra a mudar Escena…  al formato digital. Ello impidió que los nuevos músicos asistieran a Masaya o a la casa Nina Shunku, donde el proceso tenía lugar anteriormente. Aun así, la vuelta no está descartada para las siguientes oportunidades. A fin de cuentas, el intercambio entre Masaya y Wayra ha sido fértil a lo largo de este tiempo. “Nos da mucha visibilidad y siempre la hemos pasado bien”, señala Adrien Della Valle, de Masaya.

Y, también, porque, como lo señala Shadira, un proyecto de streaming con los últimos está próximo a la vista. Así que la relación entre Wayra y Masaya sigue viva, y mucho. Y no como una forma de difundir artistas sino de potenciar su crecimiento.

Shadira lo sintetiza muy bien en las palabras finales que pronuncia: “Nuestro objetivo no es difundir, sino ayudar a dar vida a las ideas creativas que tienes”. 

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