Siguiente Round: La pelea por construir «una película verdadera»

por Martín González
«Siguiente Round» es una película que cuenta, en todas sus dimensiones, una historia de superación en medio de las adversidades. Su director nos habla de cómo fue el camino desde que prendió la cámara hasta el estreno en salas.

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La historia de Siguiente Round empieza a inicios del 2015, cuando Ernesto Yitux, (director y productor) y Andrés Loor (fotógrafo del documental), colaboraron con el “Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos” en Guayaquil. Con esta organización trabajaron diferentes campañas sociales en sectores vulnerables, entre los que eventualmente se toparon con la Isla Trinitaria.

Ahí encontraron al protagonista del documental: Yecson Preciado, alias “El Destructor”. Ernesto cuenta que “coincidió que justo cuando nos conocimos estaba empezando a entrenar a unos cuantos chicos. Primero en su casa de caña, y luego en el patio de una vecina que tenía un piso de tierra y un cerramiento de caña”. Desde ese primer acercamiento tardaron poco en hacerse amigos.

“La labor que él estaba haciendo era súper noble de alguna manera”, comenta el documentalista. “Era un tipo súper carismático, y al mismo tiempo, conforme lo van conociendo, van saliendo las diferentes capas de él. Es como un tipo lleno de matices, a veces de incongruencias… eso lo vuelve muy humano y muy interesante para un personaje. No es como el héroe perfecto (…) es todo lo contrario, es una antítesis de eso”.

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«El Destructor y Pachín.» Fotograma del documental. Cortesía de la producción de Siguiente Round.

La aparición del “Destructor” ayudó a que Ernesto atara tres cabos que habían aparecido en su mente al entrar en el complejo mundo de La Trinitaria. Por un lado estaba el contexto del barrio y todos sus vericuetos. Por otro, el potencial de los chicos que estaban entrenando ahí para ser boxeadores contra todo pronóstico. Y por último, como conector principal, el héroe trágico encarnado en la figura del entrenador. En otras palabras, al cineasta se le presentaron por sí solos los personajes, el conflicto y el escenario en la vida real. Solamente quedaba prender la cámara.

Al momento de empezar a filmar, la intención se cristalizó de una: “No solo contar lo que pasa, sino hacer que las cosas pasen”, afirma Ernesto. Finalmente, pasaron. Tres años y medio después de haber empezado con el proceso del documental, la película se estrenó en salas comerciales, habiendo recorrido un camino largo y poco ortodoxo para la producción cinematográfica en Ecuador.

Calentamiento 

A la par del enorme hallazgo que Ernesto había hecho en La Trinitaria, se conoció con la cineasta Valeria Suárez en un taller dictado por un documentalista catalán. Ernesto ya la ubicaba de antes por su trabajo, y por eso vio en ella una aliada estratégica para sacar adelante la historia de los boxeadores, que había estando filmando hace meses.

“Yo realmente estaba más perdido…” dice Ernesto. “Lo que pasa es que nunca estudié cine ni estudié nada. Sabía lo que quería hacer, sabía que ahí había una historia, sabía que era increíble, sabía que había como un núcleo gigante, y lo que hice fue contarle a Valeria y ver cómo podíamos trabajar juntos”. Valeria fue, finalmente, el refuerzo que faltaba para terminar de conectar todos los puntos. Su experiencia en el mundo del cine ayudó a soportar la visión de Ernesto, quien afirma haber aprendido mucho de ella en el camino.

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Ernesto Yitux, director y productor ejecutivo del documental. Cortesía de la producción de Siguiente Round.

Una vez armados, tuvieron que empezar a filmar, y para ello contaban solamente con sus propios recursos. Aunque, para financiar el rodaje hicieron dos campañas de crowdfunding, trabajaron durante más de dos años empujados principalmente por la motivación de contar una historia y generar un cambio a través de ella. Ese amor por el proyecto, y la inmersión que hicieron en el mundo de La Trinitaria a través de él, se tradujo finalmente en el rodaje, y luego a la pantalla.

Valeria Suárez, directora del documental. Cortesía de la producción de Siguiente Round.

El tiempo fue crucial. Por eso filmamos 30 meses. Recopilamos 150 horas de material, y probablemente filmamos una quinta parte del tiempo que pasamos ahí metidos. Quizás menos”, afirma Yitux. “Había que llegar a un nivel de intimidad, confianza y cercanía que sea absoluto para que los chicos se dejen filmar tal cual”. Basta con ver un tráiler para darse cuenta del rigor que implicó ese proceso de inmersión, y de su efectividad como base sustancial del documental.

Pachín y «La Rata», protagonistas de la película. Fotograma del documental, cortesía de la producción de Siguiente Round.

Nada de esto fue casual. Desde el inicio supieron que iban a filmar una pieza de cine directo sin entrevistas, sin narraciones, sin “intervención”, como moscas en la pared. Esa fue su guía a la hora de ir a La Trinitaria y prender las cámaras. Y a partir de ella, también supieron desde el inicio que iban a tener que “ficcionar” de alguna manera lo que estaban filmando. El propósito era darle una estructura narrativa sólida que lo volviera aun más interesante de lo que ya era.

“Para montar Siguiente Round también vimos muchas películas de ficción”, afirma el documentalista. Entre ellas nombra a varios clásicos como «Rocky», «Raging Bull» o «Million Dollar Baby». De estas obras, que parecerían tan ajenas a lo que ellos estaban filmando, rescataron la inspiración para filmar las peleas y saber cómo editarlas. Sabían que para contar su historia tenían que “utilizar la realidad para construir una narrativa”, y hacerlo a través de códigos que todo el mundo pudiera identificar. Esto terminó siendo clave tiempo después.

Pelea

El documental representó una movilización titánica de energía, mucho más allá del quehacer cinematográfico en sí. Mientras Ernesto y Valeria trabajaban en el ensamblaje de la historia, iban tocando puertas y activando engranajes para generar cambios sociales palpables en su “set de grabación”.

“Nosotros no somos activistas. Somos documentalistas. Somos cineastas. Pero, sí se intenta vincular a empresas, instituciones, personas con ganas de ayudar. Lo que intentamos hacer es lo que llamamos ‘cine con propósito’”, afirma Ernesto. Gracias a esta forma de operar, consiguieron cerrar brechas y cambiar varias cosas tangibles en La Isla Trinitaria.

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«La Rata» en medio de una pelea. Fotograma del documental, cortesía de la producción de «Siguiente Round.»

Según cuenta, El Ministerio del Deporte regresó a ver al barrio gracias a ellos. Con su apoyo, la escuela del Destructor, que entrenaba a cinco chicos entre cañas y tierra, ahora tiene a casi 60 alumnos y se convirtió en el plan piloto de un proyecto llamado “Semilleros del Cambio”. Yecson pasó a ser entrenador oficial de la empresa pública de Centros de Entrenamiento de Alto Rendimiento. Y como si eso fuera poco, diferentes organizaciones desde Claro hasta la ACHNUR donaron implementos a estos proyectos.

Conseguir todo este apoyo no fue fácil, como era de esperarse. Ernesto cuenta que para ello tuvo que pensar muy por fuera de su rol de cineasta y convertirse en un emprendedor que vendía al filme como una gran oportunidad de negocios. Esto representó un trabajo doble que se libró como pelea desde mucho antes de acabar el corte final. “A nosotros nos ha tocado ser todo, desde quien graba, edita, coloriza, y se pone a vender”, dice Yitux.

Los chicos hablan por teléfono con Yecson. Fotograma del documental, cortesía de la producción de «Siguiente Round».

Ernesto cuenta que estuvieron activos en redes desde el inicio del proceso, y que a la par del rodaje realizaron exposiciones fotográficas, activaciones de marca en los semáforos, giras de medios, ruedas de inversión y búsquedas de auspicios. Todo por generar una “bulla constante”. El camino fue adverso y las respuestas que obtuvieron, negativas muchas veces. Sin embargo, una vez que tuvieron la película terminada las cosas empezaron a cambiar, en parte porque aprendieron a sacarle partido a la que podría ser su mayor debilidad.

“Cuando hicimos los primeros screenings para inversionistas, era un público muy diferente a nosotros, pero nos dimos cuenta que mucha gente salía de la sala y decía: ¡Wow, parece una película!”, cuenta Yitux. “Al inicio eso me fastidiaba porque yo decía: ‘pero es un documental, ¡y un documental es una película!’ Luego nos empezamos a dar cuenta que la palabra documental es comercialmente una ‘mala palabra’.” Frente a esta revelación, no les quedó más que capitalizar el estigma.

Pachín pelea en los juegos nacionales. Fotograma del documental, extraído de la página de «Siguiente Round».

“Comenzamos a preguntar en los focus groups: ‘¿qué creen que es Siguiente Round?’, y nos decían: ‘es una película, pero ’ Nadie nos decía: documental.” “Creo que incluso mi mamá una vez me dijo: ‘¡Ah! Estás haciendo una película, no un documental’”, cuenta Ernesto entre risas.

Frente a este panorama optaron por no pelear contra la opinión pública y, siguiéndole la corriente, “enmascararon” su película para que la gente no asociara a ella los prejuicios que pesan sobre el cine de no-ficción. Así nació el hashtag con el que ahora se promocionan y atraen al público en todo lado: “#unapelículareal”. Eso que en un inicio los fastidiaba, terminó por convertirse en el gancho marketero con el que esperan dar un KO en salas.

Siguiente Round

Finalmente, la película se estrenó en salas comerciales. Después de 3 años de trabajo duro, Ernesto y Valeria pueden respirar por haber ganado el primer Round. Sin embargo, ahora que empieza a rotar, deben recuperar el aliento porque enseguida empieza el siguiente. Las apuestas parecen estar de su lado.

Ernesto cuenta que ya presentaron el documental en el Festival EDOC, donde tuvo buena respuesta, y que hace poco hicieron un estreno en La Isla Trinitaria, y una proyección para colegios donde la respuesta fue favorable: “fue la primera vez en mi vida que veo una sala de cine llena de colegiales sin los teléfonos en la mano”, comenta. La gente no deja de salir sorprendida de las salas, preguntándose si los chicos son actores o si los diálogos fueron ensayados. Eso solamente indica que dieron un golpe certero al embestirse con la etiqueta de “película real”.

Los chicos en su cuarto durante los juegos nacionales. Fotograma del documental, extraído de la página de «Siguiente Round».

El documental logra tocar a quien lo ve y envolverlo en la historia de estos jóvenes boxeadores sin importar su contexto o su trasfondo. Para Ernesto, visto en retrospectiva, esto se debe a que la película es “un cuento” de alguna manera, y “tiene que funcionar”. En él, los personajes empiezan de un modo y terminan de otro, y eso es algo universal. El contexto y sus particularidades no cambian la historia de superación que sostiene el núcleo de la película.

Yitux cuenta que incluso han recibido comentarios de personas que la han visto y que provienen de otros barrios periféricos de Guayaquil, en los que se destaca el hecho de que la película no remarca la pobreza. Para él, esto proviene también de la convivencia que hizo con los personajes en su barrio, en sus entrenamientos, o en los momentos en que iban a ganarse la vida en la calle. Sin ella, no hubiera podido entender que, por muy dura que sea, “esa es su realidad”, y eso no los detiene ni los hace merecedores de nuestra condescendencia.

“Ojalá que lo que nosotros filmamos sirva para que la gente sienta que conoció a los personajes, sienta que conoció su mundo. Esa era más o menos la premisa”.- Ernesto Yitux.

Con su estreno comercial, la película cobra vida propia más allá de sus manos y las de Valeria, y eso es un “siguiente round” en sí mismo. Terminó una etapa enorme, pero eso solo marca un nuevo campanazo y el inicio de otra. Ahora les queda aplicar a festivales, seguir afianzando sus alianzas con marcas y empresas, y posicionar a los chicos y su entrenador como estrellas, dentro y fuera de la pantalla.

Sea un documental, una ficción de la realidad o una película verdadera, Siguiente Round es un caso admirable de gestión y producción de cine. Después de verla, queda claro que el amor por los personajes y las historias no solo es capaz de construir buenos filmes, sino de generar cambios en el mundo a través de ellos.

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