El pasado sábado 7 de Septiembre, Camilo VII visitó Ecuador por segunda vez, acompañada por Oh’Laville, Flix y Telim. Fue concierto variado y contundente que demostró que el público está ávido de encontrarse con nuevos sonidos.
La sala es grande y se va ocupando poco a poco por gente que llega expectante, con brillo en los ojos. La emoción en sus caras es notoria mientras se acomodan inquietxs en las butacas para iniciar la espera hasta ver a Camilo VII. Esta es la segunda ocasión en que la agrupación mexicana llega a nuestro país. Su primera visita, hace aproximadamente dos años, dejó un precedente favorable con una fecha doble.
Esta vez, la expectativa se siente en el aire. Los mexicanos son el acto principal de la noche en las Sesiones Contracorriente, un concierto cuádruple en el que tocarán junto a Oh’Laville, banda de rock que llega por primera vez desde Colombia, y a los locales Flix y Telim. La Agencia Musical La Cumbre le ha apostado a estos nuevos talentos que de una u otra manera están añadiendo nuevos colores al sonido del indie, y ganándose los corazones de nuevas audiencias. Es una jugada algo arriesgada, pero precisa. En pocos momentos, el Teatro México se convertirá en una sala de baile, llena de euforia adolescente desbordada.
Telim es la primera agrupación en salir a las tablas. Pese a su corta trayectoria, la banda que es mitad sierra y mitad costa ha sabido conquistar a una fanaticada muy comprometida con su sonido. Su carisma inocente es la mezcla de varios elementos que, si bien podrían parecer inverosímiles, resultan en un indie funkero cargado de energía con algo de nostalgia y psicodelia.
Su música es algo así como la música que haría tu tío ochentero cool que baila en las fiestas. Aunque han estado algo silenciosos últimamente, la gente no deja de esperar grandes cosas de ellos. Esta es la primera vez que tocan en un teatro grande.
Los mejores momentos de su show:
- El intro tripeado con las luces apagadas con el que decidieron arrancar dos minutos antes de salir escena.
- La aparición sorpresa de FILO, en «Automático». Este rapero es una cara nueva de la escena que promete dar de qué hablar con el sabor vacilón y la frescura de sus rimas.
- “Esta Vez”, la balada romanticona que arranca suspiros en todos los toques, interpretada en un teatro, de la forma más teatral posible: con Arturo iluminado por un spotlight caminando por el escenario como si fuera Luis Miguel.
- El interludio embalado de teclado de “Cuando Marte Esté Abierto”, acompañado por una explosión de luces moradas y naranjas, que demostró que esta banda tiene mucho terreno para expandir su sonido más allá de lo que nos ha mostrado.
A continuación va FLIX, la “nueva banda de chamos”, que se perfila para comerse los escenarios. Sus integrantes terminaron la vida del colegio hace poco, pero ya se proyectan hacia el futuro serixs y desafiantes. Su sonido vertiginoso tiene algo de la esencia del rock vieja escuela pero desborda un aire juvenil que se traduce en melodías juguetonas y poderosas.
Si bien se siente que siguen encontrando su sonido y entendiendo bien su presencia en el escenario, saben cómo tocar su música con aplomo y con onda. Cabe destacar que su vocalista, Lucas Ortiz, es una especie de diamante en bruto de los frontmans por la actitud y la soltura con la que se muestra frente al público.
Los mejores momentos de su show:
- El estreno de algunas canciones inéditas que formarán parte de su segundo material discográfico y que muestran una faceta más pulida de su música.
- El cover de la canción de Spiderman, solicitado con insistencia por sus fans, que incluyó una recitación completa del diálogo del Tío Ben antes de ser tocado a toda madre.
- “Jocobo”, su hit absoluto, tocado en con una ligera variación inédita y con todo el feeling. Es bacán que una banda tan joven ya tenga en su repertorio una canción conocida y con tanto pegue.
Penúltimos en la lista estuvieron los colombianos de Oh’Laville. La agrupación bogotana ya cuenta con una trayectoria considerable que le otorga una mística de banda grande. Han tocado en varios festivales de su país, entre los que destaca el Estéreo Picnic, y llegan por primera vez a Ecuador para presentar su último álbum: Soles Negros. Desde la primera nota dejan en claro que han llegado para conquistar al teatro con su sonido enérgico y rústico.
Los mejores momentos de su show:
- “En el Mar”, el que seguramente podría considerarse como hit de su nuevo disco. En él, lo cantan junto al conocido cantante Juan Pablo Vega, pero en vivo lo resolvieron con la voz de su bajista, Andrés Sierra, demostrando su solidez como banda.
- El solo de trompeta de su guitarrista Andrés Toro, que elevó el show a otra dimensión y le dio una bocanada de aire fresco a la crudeza de sus melodías.
- El cierre con “Magia Negra”, canción con la que dejaron en claro que habían conquistado a la audiencia, haciendo corear a todo el mundo y logrando que una parte de la sala se levante de sus asientos.
- Las sonrisas y la energía con la que interpretaron su repertorio de inicio a fin, invitándonos a conocerlos más de cerca y dejándonos picadxs con ganas de volverlos a ver pronto.
Finalmente, la joya de la corona. Camilo Séptimo salió al escenario en medio una penumbra intrigante y de los gritos desaforados de una pequeña legión de fanáticos. Sin duda, era la banda más esperada de la noche. Su sonido inundó la sala desde los primeros acordes, pulcros y potentes, provocando al instante que la gente se parara de las sillas para empezar a bailar y a cantar como loca, tal como era de esperarse.
Pese a ser relativamente nueva, esta banda ya ha pisado escenarios grandes como el Vive Latino o el Festival Pa’l Norte. Si duda, llegaron trayendo la misma viada con la que están reventando los auditorios de México, puesto que su hinchada ecuatoriana se mostró extática de verlos desde la primera hasta la última nota.
Los mejores momentos de su show:
- Al terminar su primera canción, su vocalista, Coe, invitó a la gente bailar frente a ellos, “como para estar más cerquita, ¿no?”. Con ello desató una pequeña estampida de adolescentes que llegaron a pararse a tan solo un metro de la banda, obligando al stage-crew a tomar medidas drásticas y a mover pedaleras y teclados hacia atrás. Ahí se encendió una mecha que no se apagó nunca.
- Nuevamente Coe, con sus pasos de baile y su rostro sereno, se llevó la atención de toda la sala, causando furor en la gente que luchaba con las ganas de lanzarse a abrazarlo.
- La electricidad que quedó flotando en el aire cuando la banda “se despidió”, dejando a sus fans en un suspenso que hacía cosquillear la piel. Ninguna de las personas que estaban paradas junto al escenario dio un solo paso ni paró de llamarlos de vuelta.
- El cierre con “Vicio”, la canción más solicitada de la noche, en un baile general que llenó la sala sala de energía, demostrando que todxs ya éramos “navegantes” del mismo rumbo cósmico inducido por sus melodías siderales y pegajosas.
Las luces se encienden mientras la banda se retira y la gente se dispersa desorientada, como si acabaran de ser impactadxs por un rayo láser. Aunque no es una multitud enorme, el público se va de la sala con sonrisas de oreja a oreja, reflejando la emoción de haber estado en el que quizás ha sido uno de los shows más íntimos y enérgicos que ha visto este teatro.
Queda una sensación de optimismo en el aire frente a la satisfacción de la audiencia. El concierto fue un soplo vigoroso de nuevos aires, dejando en claro que hay nuevos oídos ávidos y felices de encontrarse con nuevos sonidos. Por suerte, hay nuevas bandas, dentro y fuera de nuestra escena, que demuestran tener la talla para llenar ese espacio para largo rato y seguirse abriendo camino a «Contracorriente».