Aunque no parezca, escoger música mes a mes a ratos resulta más complicado que elegir presidente.
La música pesada en febrero:
1. Code Orange
Álbum: Forever
Los niños han crecido. Y la banda —que para su segunda producción cambió de nombre de Code Orange Kids a sólo Code Orange—, pone en evidencia tras esa mutación, su salto abrupto de la pubertad a la madurez en muchos sentidos.
Con una versatilidad que varía entre un áspero hardcore y un death metal pesado y brioso, la última producción de la agrupación estadounidense es pesada y gran parte de sus temas pueden poner a cabecear a cualquiera. Otros mientras tanto, juegan con intros diversos y se complementan con riffs mucho más alternativos. De esos podemos destacar aquellos que buscan escucharse desemejantes al resto del material y a ratos cambian completamente el momentum. Sinceramente, me quedo con ambos instantes que la banda quiere transmitir.
Todo lo descrito anteriormente ha generado algo de controversia entre sus fans, tanto los viejos como los nuevos. Pero si mi experiencia no me engaña, ese tipo de procesos cambiantes realzan la creatividad en una banda y terminan por asentar las bases de próximos proyectos con un sonido cada vez más auténtico y genuino.
2. Lo-Pan
Álbum: In tensions
Al escuchar esta belleza de disco que llegó a mí por coincidencia, me agobiaba la idea de saber que era su cuarta producción y hasta la fecha nunca había oído nada de ellos. Con un groove impresionante, toda la musicalización del disco es una aventura hacia uno de los mejores stoner rock que he escuchado en mucho tiempo. Quiero destacar especialmente la relación entre el bajo de Skot Thompson y la vocalización de Jeff Martin, en varios tramos del álbum. Esa combinación, que funciona a la perfección, mantiene un ritmo exquisito con el resto del acompañamiento.
Me enteré que para esta ocasión, la banda tuvo un cambio drástico en su alineación. Es un detalle importante en el sentido de que producir algo de tanta calidad luego de un canje tan fuerte significa un reto gigante para cualquier banda. Lo-Pan lo logra: con cinco canciones y un total de 22 minutos, cada cambio vale oro, uno tras otro.
Al terminar esta reseña me queda me queda el placer de tener aún tres discos de esta banda por descubrir.
3. Emptiness
Álbum: Not for music
Me he mantenido firme en mi posición de no escribir sobre discos que no correspondan con los años de salida, por más que sean increíbles. Un ejemplo, la anterior producción de esta banda belga: Nothing but the whole. Como sucede con la música pesada a menudo, los límites enfocan a lo más brutal, lo más rápido, etc. Pero esas fronteras con Emptiness son diferentes. Lo sombrío y lo macabro recorren espacios que transmiten desolación y muestran lúgubres lugares conocidos por todos. Pero su caída es lenta y capaz de rebasar aquello que otros se imponen como reglas exclusivas del metal más denso y oscuro.
Así como lo muestra la sórdida portada de Not for the music, peldaño a peldaño, descendemos hacia una atmósfera urbana subterránea que genera terror, estimulada por la inmersión darkwave que la banda transmite en la mayoría de sus pasajes. Muchos ambientes son similares a los su anterior producción, por los cuales se destacó, solo que esta vez aparecen en tonos más grises; parecen haber perdido parte de su crueldad y fuerza, para en cambio, dar lugar a una sombra más refinada, que se cierne como nieve en todas las canciones. Muchos de estos fragmentos traen recuerdos, añoranzas de riffs ya escuchados antes o evocaciones de alguna película que nos dejó incomodos, pero completamente asombrados.
